Por Elsa Baughman
JACKSON – A finales de 1998, durante una de mis visitas a la tienda de regalos del Monasterio Carmelita, la Hermana Donna Marie Degna me regaló una copia del Catecismo de la Iglesia Católica en español y me dijo que era un libro muy importante para mí como periodistade Mississippi Catholic, el periódico de la Diócesis de Jackson.
La Hermana Donna sabía que recientemente habíamos comenzado a publicar una edición en español y pensó que me serviría en mi trabajo en el periódico.
El libro había sido publicado hacía seis años y yo tenía una idea general de su contenido y objetivo pero realmente nunca lo había leído. Tengo que confesar que durante los 16 años que he tenido este libro lo he consultado muy pocas veces, quizás unas cuatro o cinco, y me da pesar porque realmente no sabía el tesoro que tengo en mis manos. Lo descubrí recientemente durante la clase sobre el Catecismo de la Iglesia Católica del curso de la Escuela de Ministerios.
No soy yo sola la que no sabía mucho sobre el contenido y la importancia del libro, la mayoría de las treinta y tantas personas que están tomando el curso tampoco lo han leído o usado en su vida de cristianos. Casi todos sabían que existía pero no lo han hojeado.
El profesor del curso, Rafael de Arazoza, quien vino en representación del Instituto Pastoral del Sureste (SEPI) con sede en Miami, considera que el catecismo es “un tesoro enorme de la Iglesia Católica, una joya”, dijo.
Cuando le pregunté sobre los pormenores de la publicación me dijo que leyera el prologo el cual explica la historia y el propósito de este catecismo, el cual “expresa las enseñanzas del magisterio de la Iglesia Católica y ofrece respuestas fundamentales y básicas para todo lo relacionado con nuestra fe, como son los sacramentos, que es el infierno, el cielo y el purgatorio”, explicó, diciendo que este tipo de preguntas necesitan respuestas concretas.
El catecismo también explica muy bien en sus cuatro partes lo que es la fe del cristiano, la acción, la oración, el Credo, Jesucristo y muchos otros temas de interés para todos los que viven su fe abiertamente.
“Yo personalmente creo que todo lo que contiene el Catecismo de la Iglesia Católica es una guía excelente para nosotros, los fieles comprometido en nuestro trabajo pastoral, y también es una excelente formula para aclarar dudas y para enseñar a todos los fieles en general”, añadió.
Explicando sobre lo de las dudas dijo que a veces cuando leemos la Biblia tenemos preguntas sobre algo que leemos y no entendemos. ¿Qué significa esto? ¿Qué aplicación tiene en mi vida?, nos preguntamos. “Y a veces encontramos las respuestas en los comentarios de la Biblia o sino le preguntamos a un sacerdote, a un hermano, religiosa o laico capacitado y quizás ellos nos aclaran las dudas”, dijo. “Pero a veces no es así y es en estos casos es cuando debemos consultar este catecismo para aclarar las dudas o encontrar la respuesta que buscamos”.
“El aprender implica tomar ventajas de las extremas riquezas que tiene la Iglesia Católica como son la Biblia, el catecismo, las encíclicas y los documentos”, indicó Arazoza, enfatizando nuevamente en que “tenemos un tesoro enorme en nuestra iglesia y a veces no lo apreciamos”.
El catecismo se escribió porque los obispos reunidos con el papa en el Sínodo de 1985 le pidieron que lo publicaran para responder a las necesidades de formación más profunda en la iglesia universal.
El prólogo del libro menciona que Juan Pablo II, el papa para ese entonces, dijo en 1992 cuando terminaron el libro, “De todo corazón, hay que dar gracias al Señor, en este día en que podemos ofrecer a toda la iglesia, con el título de “Catecismo de la Iglesia Católica” este ‘texto de referencia’ para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe”.
La elaboración del libro duró siete años, desde octubre de 1985 hasta diciembre de 1992, y es obra de muchos cristianos pertenecientes a todos los lugares donde la iglesia está presente. Pero en general sus autores fueron todos obispos. Además de la comisión central hubo un comité de redacción compuesto por ocho personas, dos de ellas latinoamericanas; cuatro secretarios, una de ellas mujer; y una comisión especial de seis personas para su publicación, uno de ellos era un laico.
El comité de redacción, además de escribir el texto, examinó las observaciones que numerosos teólogos, exegetas, catequistas, y sobre todo, obispos del mundo entero, formularon en orden al perfeccionamiento del texto.
Durante la clase, Miguel Solano, miembro de la Catedral de San Pedro, dijo que estamos un poco alejados del conocimiento de Dios y que no tomamos la oportunidad de leer un rato la Biblia, y el catecismo, ni lo conocemos. “Y lo digo por mí, porque no lo había leído. Ahora que lo estamos estudiando me he dado cuenta que de él podemos sacar mucha información y respuesta sobre lo que nos pregunta mucha gente en la calle, mayormente los protestantes que dicen que nosotros los católicos no leemos la Biblia”.
Ahora que sabe la importancia del catecismo, Lozano dijo que va a comenzar a invitar a sus amigos a que lo compren y lo lean para que le den respuesta a todas aquellas dudas que tienen y para tener un mejor conocimiento sobre la iglesia y la fe “porque a través de este conocimiento vamos a aprender más sobre Dios que lo amamos pero a lo mejor no lo conocemos bien”.
De lo que aprendió lo que más le impriesionó fue que el libro fue escrito por personas con un gran conocimiento de teología, como Joseph Ratzinger (Pope Benedict XVI) y obispos de todo el mundo.
Bartazar Bartolomé, miembro de la Parroquia Santa María, dirigiéndose a sus compañeros de clase dijo que a él le parece que el catecismo es un libro ejemplar para educar a sus hijos y evangelizar en la comunidad. “Pienso que somos católicos pero no sabemos porque somos católicos”, dijo.
El Papa Juan Pablo II, en el prólogo del libro escribió, “Pido, por lo tanto, a los pastores de la iglesia y a los fieles, que reciban este catecismo como un espíritu de comunión y lo utilicen constantemente cuando realizan su misión de anunciar la fe y llamar a la vida evangélica. Este catecismo les es dado para que les sirva de texto de referencia seguro y auténtico para la enseñanza de la doctrina católica, y muy particularmente para la composición de los catecismos locales”.