Por Obispo Joseph Kopacz
“La justicia demorada es justicia negada”, una frecuente cita de sabiduría, es ampliamente comprendida y aceptada al considerar la virtud que rige el orden social. Recientemente, el Papa Francisco decretó que la misericordia tampoco se retrasaría más cuando un pecador arrepentido confiesa el pecado del aborto en el sacramento de la reconciliación.
El Papa Francisco anunció el martes que los sacerdotes Católicos Romanos estarán facultados para ofrecer la absolución del pecado del aborto durante el Año Santo de la Misericordia que comienza el 8 de diciembre. A pesar de que la mayoría de los obispos de los Estados Unidos ya han autorizado a sus sacerdotes en el tema, muchos en otros países no lo han hecho, es decir a las mujeres que buscan la absolución puede que le pongan obstáculos, que se las retrasen o rechazen.
El mandato de Francisco efectivamente optimiza el proceso por solo un año. El razonamiento detrás de la tradicional práctica pastoral es que la iglesia considera el aborto como un pecado tan grave que pone en manos de un obispo la concesión de perdón para éste, quien podría escuchar la confesión de la mujer él mismo o delegar a un sacerdote que es experto en este tipo de situaciones.
La oferta del Papa Francisco no es sin precedente. En el año 2000, el Papa Juan Pablo II permitió a los sacerdotes ofrecer la misma absolución, sin embargo, el Papa Francisco demuestra un impulso más amplio para hacer a la iglesia más misericordiosa y acogedora.
“Me he encontrado con tantas mujeres que llevan en su corazón la cicatriz de esta penosa y dolorosa decisión”, dijo el Papa Francisco en un comunicado emitido por el Vaticano. “Lo que ha sucedido es profundamente injusto; sin embargo, sólo comprendiendo la verdad de esto puede permitirle a uno a no perder la esperanza”.
Enfrentando la verdad de haber terminado una vida en sus primeras etapas puede ser profundamente doloroso, pero puede encaminarlo a uno en el camino a la curación, la esperanza y la libertad de las cadenas del pasado. Esto puede ser un motivo de vergüenza, pero Dios no quiere que nadie mantenga esa vergüenza, un estado de mente y de corazón que pueden ser tan destructivos. Este es un tipo de algo sano de culpabilidad que puede llevar al perdón y la reconciliación. Un movimiento de la culpabilidad hacia el perdón y a la reconciliación, y una nueva oportunidad en la vida, es la verdad que lo hace libre a uno, y una experiencia de la vida en abundancia que Jesús ofrece a través de la fe en Él.
Como un sacerdote de la Diócesis de Scranton tuve la bendita experiencia en participar en un retiro de fin de semana llamado “Viñedo de Raquel (Rachel’s Vineyard). Este es un ministerio que ofrece a las mujeres que han sufrido el trauma del aborto la oportunidad de encontrar curación y esperanza, y la paz que sólo puede venir de Dios, el Shalom de Jesucristo, crucificado y resucitado. La siguiente cita es de la Dra. Theresa Burke, la fundadora de Viñedo de Raquel y estaríamos de acuerdo que sus palabras están en armonía con la invitación del Papa Francisco de cruzar el umbral de la misericordia.
Querida amiga,
“Quiero darte la bienvenida al “Viñedo de Raquel”. Si las heridas emocionales y espirituales de un pasado aborto han ido debilitando la fe, el amor y la alegría de su vida, le prometo que si entras en este proceso de sanación, tu vida comenzará a cambiar. El caminar en un “Viñedo de Raquel” es un regalo que sólo tú puedes abrir tu corazón para recibirlo. El proceso espiritual de la reconciliación con ti misma, con Dios y con tu hijo perdido realmente resultará en plenitud y libertad y la diferencia serás capaz de sentirla dentro de tu corazón.
Este proceso de curación te dará una profunda compasión por ti misma. Es también un recorrido que te dará una nueva apreciación de tu fuerza y valentía. Al recorrer por el camino de curación en el “Viñedo de Raquel” podrás experimentar un fin a la soledad, la desesperación y la desesperanza. Tendrás la posibilidad de visitar metas y sueños abandonados y articular los deseos más profundos de tu futuro”.
El sitio Web de la Viña de Raquel ofrece una amplia visión de la belleza y el poder de este increíble ministerio.
En la última parte de esta columna quiero recordar el pasaje del Libro de las Lamentaciones en el Antiguo Testamento, que muestra la profundidad de la marginalidad que puede abrumar a una persona en la agonía del pecado, seguido inmediatamente por el don de la misericordia de Dios que provee un camino de vida nueva. Estas palabras de Dios son para todos y especialmente para aquellos atrapados en las cadenas del pecado.
De mi se ha alejado la paz,
y he olvidado lo que es la felicidad;
Me digo a mi mismo que mi vigor ha perecido ,
todo lo que yo esperaba del Señor.
Acuerdate de mi afliccion y de mi vagar;
del ajenjo y de la amargura,
recordando esto una y otra vez,
deja mi alma triste.
Pero llamaré esto a la mente.
Las bondades del Señor jamás terminan;
Sus misericordias nunca fallan.
Se renuevan cada mañana tan grande es su fidelidad. Y me digo: ¡El Señor lo es todo para mí;
por eso en él confio!
La misericordia no se retrasará para todo aquel que busca el don del perdón y libertad por la opción de abortar una vida por nacer, hombre o mujer. El sacramento de la reconciliación es el medio ordinario en la vida de la iglesia que ofrece la extraordinaria misericordia que sólo puede venir de Dios.
Tal vez una persona está demasiado paralizada para acercarse a Dios. Recuerden la experiencia en el Evangelio cuando Jesús estaba predicando y cuatro amigos abrieron el techo de la casa para bajar a su amigo paralítico justo delante del Señor. “Tus pecados te son perdonados; levántate y camina”, fue la respuesta inmediata del Señor.
A través de la ayuda de otros o por nuestros propios esfuerzos, pongámonos en presencia del Señor Jesús para que seamos perdonados y restaurados de una manera que sea digna de los hijos de Dios.