(NOTA DEL EDITOR) Varias familias e individuos de la Diócesis de Jackson viajaron a Washington y Filadelfia para la visita del Papa Francisco. Aqui ofrecemos una corta reflexión de tres de ellas.
Hna. maria elena mendez
El primer lugar del encuentro con él, fue en el Independence Mall. Ahí el papa habló sobre la importancia de la dignidad humana, de la libertad religiosa, de los emigrantes, presentándose antes él mismo como hijo de emigrantes. Textualmente nos dijo: “Por favor, no se avergüencen nunca de sus tradiciones. No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana”.
El ambiente en la Avenida Benjamin Franklin era de gozo, de alegría, de sorpresa de lo que haría o se le ocurriría decir al papa de forma espontánea y sencilla que nos hacía reír; él aunque cansado, sacaba energía de la misma gente que se contaban por miles.
Para verlo de cerca, en primera fila, tanto el sábado como el domingo tuve que madrugar, caminar millas y pasar muchas horas de pie o sentada en el suelo esperando esos cerca de dos minutos que pasó frente a mí. Había tanta gente que lo grababa en sus celulares, que si no lograba uno verlo directamente, lo podía ver en el celular de la persona que estaba enfrente.
Tanto en el Independence Mall como en el Festival de las Familias y en sus homilías el Papa valoró, reafirmó la importancia de la familia y la necesidad de luchar para mantenerla unida. Esta fue una gran fiesta familiar en la que la mayoría saboreamos una palabra, una frase, un signo, un gesto, una actitud conmovedora del papa y, hasta me atrevo a decir, que a algunas personas no católicas también “los impactó” de alguna manera.
ESPERANZA VELASQUEZ, Jackson Santa Teresa
Después de todo un día de espera para ver a nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, en Filadelfia, yo estaba agotada, igual que mi hermana Teresa, mi amiga Elsa, y miles de personas más que habían venido de todo el mundo. Nos reunimos a lo largo de la Avenida Benjamin Franklin llenas de emoción, felicidad, amistad y con un profundo e increíble sentido de espiritualidad.
Cuando el papa apareció, sabíamos que estábamos viviendo una experiencia única en la vida. Para mí, esta ocasión trascendental no fue por cuánto tiempo vi al papa – fue solo un instante – pero lo que él dijo, cómo lo dijo y a quien se lo dijo, a nosotros. Sentí que estaba en el lugar correcto en el momento adecuado. Fue una semana muy intensa de discursos para el papa de 78 años.
Sin embargo, nada tocó mi corazón de una manera más profunda que su último sermón durante la celebración de la misa en la clausura del Encuentro Mundial de las Familias. Allí, en la Avenida Benjamin Franklin, el Santo Padre expresó su preocupación por la familia, concretamente, los desafíos que esta institución enfrenta hoy en este peligroso mundo. Habló sobre el matrimonio, el amor y los niños.
“Entiendo que los niños pueden ser difíciles algunas veces, pero háblenles con amor, suavemente, y sean pacientes”. Para mí, el Papa Francisco es mi santo Padre, pero para todos los niños, el Papa Francisco es un santo y amoroso abuelo. ¿Quien no ama a su abuelo?
Fue una experiencia increíble ver a tanta gente reunida en un lugar, especialmente verlos tan ansiosos de ver al papa aunque sea por un instante y escuchar el mensaje del papa de amor, de perdón y de unidad familiar.
RAQUEL THOMPSON – Tupelo St. James
Mi viaje a Washington para la visita del papa fue un sueño, una sorpresa. Fui con mi esposo, otras dos parejas de la parroquia y las tres hermanas Hernandez. Fuimos gracias a la invitación del congresista Trent Kelly de Mississippi quien le obsequió varios tickets a la parroquia.
Tuve una experiencia realmente hermosa. Tuvimos la oportunidad de además de ver y escuchar al Papa Francisco desde dentro del jardín del capitolio, también vimos y escuchamos la misa de canonización de Junípero Serra afuera de la Basilica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción.
Me encantó escuchar al papa hablar en español y especialmente su mensaje de justicia durante la canonización y su mensaje a los congresistas sobre la regla de oro, cuando les hizo saber como deben tratar a la gente, como personas humana.