Por Elsa Baughman y Maureen Smith
Representantes del Comité de Trabajadores Agrícolas Migrantes de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), pasaron cinco días en la Diócesis de Jackson en octubre visitando campos e instalaciones de producción en Bruce, Houston, Vardaman, Greewood, otros sitios en el Delta y una corta visita a Jackson. John Manz, Obispo Auxiliar de Chicago, encabezó el equipo acompañado de la Hermana Joanna Okereke y David Corrales de la USCCB, la Hermana Miriam Bannon de la Asociación Católica de Trabajadores Agrícolas Migrantes y las Hermanas María Elena Méndez y Josefina García, de la Oficina del Ministerio Hispano. El Obispo Joseph Kopacz se reunió con ellos un par de veces durante la visita.
“Cada año, usualmente en el otoño, vamos a algún sitio donde sabemos que hay migrantes trabajando”, dijo el Obispo Manz. “Queremos ser un apoyo para la iglesia local, a veces no tienen conocimiento de los migrantes en su área, a veces son el obispo y los apoyamos en sus esfuerzos.” El Obispo Manz elogió la labor que se está realizando en esta diócesis, tanto por parte de la Oficina del Ministerio Hispano como de los ministros con los que se entrevistó durante su visita.
“Su obispo me impresionó. Su español es bueno. Su trato con la gente es bueno. Las personas responden a alguien que está abierto y cualquier esfuerzo por aprender el idioma es bueno. No tienes que hablar perfectamente, si intentas eso hace una diferencia”, dijo.
El obispo Manz inició el tour en Canton la noche del domingo el 11 de octubre. Uno de los campos en el Delta donde los trabajadores estaban cosechando vegetales, el Obispo Manz lo describió como ‘un trabajo agotador’. “El capataz les permitió parar de trabajar para que pudiéramos sentarnos y hablar con ellos”, dijo el obispo.
La Hna. María Elena dijo que estaba impresionada por las muchas horas y las condiciones en que trabajan. “Comienzan a trabajar muy temprano en la mañana y generalmente no saben a que hora van a terminar”, dijo. Los horarios de trabajo depende del clima y de la producción y no tienen días de descanso, salvo que llueva, indicó.
Deborah Holmes, ministro eclesial laico en la Iglesia San Lucas en Bruce, dijo que en la primavera el clima hizo muy difícil la plantación y algunas granjas funcionaron las 24 horas del día en turnos. “Creo que es importante que los trabajadores hayan visto a este grupo y digan “alguien que habla mi lengua está interesado en lo que estoy haciendo”, dijo Holmes. “Es importante que ellos sepan que hay alguien que se interesa”, añadió.
En los lugares que visitaron el Obispo Manz habló principalmente con un capataz ya que los migrantes estaban trabajando. De acuerdo a la Hna. María Elena, apenas se detuvieron brevemente para que el obispo los saludara y les diera una bendición en uno de los campos.
En Bruce, la misa se celebró a las 6 de la tarde. Holmes dijo que muchos de los trabajadores fueron directamente desde los campos, otros no pudieron ir porque tenían que seguir trabajando pero enviaron a un niño para representar a su familia. “Sentían que era lo suficientemente importante como para enviar a un niño a representar a la familia. No esperábamos eso”, dijo Holmes. Los que estuvieron en la misa aún están hablando de éso. “El hecho de que el obispo permaneció para hablar con ellos después de la misa fue significante y muchos de ellos sólo vinieron para abrazarlo, (al Obispo Manz)”, dijo Holmes.
También visitaron una granja de cultivo de bagre donde aprendieron sobre el proceso de cultivo de esta clase de pescado.
La Hna. María Elena dijo que estos inmigrantes vienen a los Estados Unidos con visas de trabajo y después de unos 10 meses tienen que regresar a sus países y re-aplicar para regresar el año siguiente. “Me gustaría que todos nosotros recordemos, especialmente durante la celebración del Día de Acción de Gracias, todas estas personas que trabajan tan duro y a menudo en condiciones deplorables para cultivar lo que comemos sin pensar o saber acerca de sus esfuerzos”, dijo.
La Hna. Josefina dijo que se sintió mal al verlos tan triste y cansados. “Por muchas palabras bonitas que quisiéramos decirles, veíamos sus rostros tristes y pensé que no habían palabras que los pudiera alegrar”, dijo, observando que piensa que la visita del obispo fue como un rayo de luz, como un consuelo, algo así como que “alguien se preocupa por nosotros, vienen a vernos al lugar donde trabajamos. Al final vimos a muchos de ellos sonrientes y nos agradecieron la visita”, dijo.
Holmes dijo que esta visita realmente ayudó a su comunidad. “Intentan ser invisibles para no llamar la atención sobre sí mismos, pero esta visita reforzó el mensaje del Santo Padre. “No es sólo nuestra parroquia, esta diócesis la que está interesada en ellos, pero alguien de un nivel superior sabe sobre ellos y cuida de ellos.”
El Obispo Manz, quien ha estado haciendo estas visitas en todo el país durante 13 años, está de acuerdo. “Estas personas están fuera del radar. Tienes que salir y reunirte con ellos. Muchos de ellos trabajan 10-12 horas al día por lo tanto el trabajo pastoral es difícil incluso el asistir a misa”, dijo.
Las hermanas les recomendaron a los capataces que hagan lo posible por darles un trato digno ya que trabajan muy duro y sufren por estar lejos de sus familias, en un lugar desconocido para ellos. “También están aislados del resto del mundo, no tienen la libertad o el tiempo para ir a ningún lugar”, dijo la Hna. García.
Las hermanas están muy agradecidas de todas las comunidades que los acogieron y colaboraron con ellos durante esta visita del personal de la USCCB para escuchar acerca de los inmigrantes, las preocupaciones sobre su trabajo y asuntos relacionados con su seguridad.