Por Obispo Joseph Kopacz
A medida que el Adviento continua, María, la madre de Jesús de Nazaret, mujer de innumerable títulos de honor y respeto, está en el centro del escenario mientras preparamos el camino del Señor que es nuestro camino, verdad y vida. A comienzos de esta semana celebramos la gran fiesta de la Inmaculada Concepción, el primer momento de María en la vida en este mundo. El sábado 12 de diciembre es el día de Nuestra Señora de Guadalupe y marca el segundo aniversario de mi anuncio como el 11avo obispo de Jackson. Uno de los símbolos de mi escudo es la rosa que representa el ramo de rosas que define la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego. También es el símbolo de la vida en todas sus fases de desarrollo.
“María, la mujer más poderosa del mundo” son las palabras que aparecen junto con un convincente retrato de la Santísima Madre en la portada de la edición actual de, usted no podría adivinar, National Geographic. El reportaje es oportuno durante el Adviento de la Virgen Madre que tiene la devoción de incontable millones en todo el mundo. Hay más de unos pocos hechos notables esparcidos en el reportaje de esta singular mujer.
“Orar por la intercesión de la Virgen Madre y ser devota de ella es un fenómeno mundial. La idea de María como intercesora con Jesús comienza con el milagro del vino en las bodas de Caná, cuando, según el Evangelio de San Juan, ella le dice, “No tienen vino”, lo que propiciaría su primer milagro.
Fue en el año 431 DC, en el Tercer Concilio Ecuménico en Efeso, que fue nombrada oficialmente Theotokos, portadora de Dios. Desde entonces, ninguna otra mujer ha sido tan exaltada como María. Como un símbolo universal del amor materno, así como de sufrimiento y sacrificio, María es a menudo la piedra angular de nuestro anhelo por significado, un vínculo más accesible a lo sobrenatural que a las enseñanzas formales de la iglesia. Su manto ofrece tanto seguridad como protección. Cuando en una oportunidad le preguntaron al Papa Francisco lo que María significaba para él, respondió: “Ella es mi mamá”.
En un mundo que está actualmente sangrando debido al enfrentamiento entre seguidores de las civilizaciones islámica, judía y cristiana, podemos encontrar un puente entre estas diferencias abismales en la persona de María. Tanto los musulmanes como los cristianos la consideran santa por encima de todas las mujeres y su nombre, “Maryam”, aparece más a menudo en el Corán que “María” en la Biblia.
“María nos está llamando espiritualmente, y debido a eso, tanto los musulmanes como los cristianos la aman y la respetan”, dice un sacerdote copta en Egipto que acoge a mujeres cristianas y musulmanas a su iglesia que le oran a María para obtener favores especiales. Imagínense si todas las bombas, balas y luchas de poder podrían dar paso a la ternura de una madre que dirige a todas las personas al corazón de Dios como está revelado en su Hijo, El Salvador del mundo.
Como una doncella Judía, María también ofrece un camino a lo sagrado. Algunos de las últimos estudios sobre María la centran a ella como una madre judía. Un historiador señala que “María nos lleva a Jesús, quien es la luz del mundo, tal como las madres judías encienden las velas de Shabat. Podemos ver que la relación de María con nosotros no es simplemente cualquier relación, es sagrada”.
La iglesia ha reconocido oficialmente sólo 67 de las más de 2,000 supuestas apariciones de María en todo el mundo. A algunos de esos sitios sin reconocimiento oficial los peregrinos siguen llegando. Por ejemplo, más de un millón de devotos hacen una peregrinación a Medjugorje cada año, y muchos con los que he hablado a lo largo de los años son fortalecidos por el viaje. Hay muchos sitios venerados que se remontan a siglos atrás.
La Madona Negra de Czestochowa, también conocida como Nuestra Señora de Czestochowa, es un venerado icono de la Virgen María alojado en el monasterio Jasna Góra en Czestochowa, Polonia. Varios pontífices han reconocido el venerado icono, comenzando con el Papa Clemente XI, que emitió una coronación canónica de la imagen el 8 de septiembre de 1717 a través del cabildo vaticano. La tradición se remota al siglo 14.
Las apariciones mejor conocidas por todos nosotros en occidente están en Lourdes y Ciudad de México, Fátima en Portugal y Knock en Irlanda. Más de cinco millones de personas por año viajan a Lourdes a buscar sanación y paz.
La tilma o manto del indio, ahora San Juan Diego, todavía inspira a millones de personas que cada año hacen la peregrinación a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México. Su encuentro con la Virgen Madre ha conducido a una efusión de amor y devoción hacia ella que no ha disminuido cuatro siglos y medio más tarde. Nuestra Señora de Guadalupe es ahora la patrona de las Américas, conforme a lo declarado por el Papa San Juan Pablo II. Los sitios de aparición continúan, desde Vietnam hasta Rwanda, desde Haití a Chile.
Mientras nos preparamos para la venida del Salvador, la Palabra hecha carne, el Emmanuel, el Dios con nosotros, la figura de María cobra importancia porque su sí a la indescriptible llamada de Dios todavía nos asombra. Ella sigue siendo el primer y principal discípulo del Señor que estuvo presente a lo largo de su vida, en la muerte y en el nacimiento de la Iglesia en Pentecostés. Ella estaba ocupada entonces y sigue estando ocupada a través de los tiempos. A la luz de la fe podemos decir que ella es una profetisa, como los profetas de la antigüedad, que habla en nombre del Dios eterno. Como los profetas, a veces habla palabras de consuelo; en otras ocasiones, palabras de advertencia.
En cada caso su presencia y palabras son las de una madre amorosa que nunca abandona a sus hijos, situada al pie de sus cruces y sosteniéndolos en sus brazos al final. Estas son poderosas imágenes que, evidentemente, siguen perdurando e inspirando casi 2,000 años más tarde.
El Adviento es un tiempo para renovar nuestro amor por el Señor Jesús, nacido en nuestros corazones por la fe. Qué la Virgen María, Madre de la Iglesia, nos muestre el camino a su Hijo, luz del mundo, esta temporada y siempre.