Por Obispo Joseph Kopacz
Al igual que el gran Río Mississippi que es alimentado por muchos afluentes e importantes ríos, cada año durante el mes de enero la búsqueda de la libertad y justicia para todos en nuestra sociedad es alimentada por claves aniversarios y la más urgente realidad.
Este fin de semana pasado marcó el 48 aniversario del asesinato de Martin Luther King Jr., y hoy, y este fin de semana marcó también el 43 aniversario de Roe v Wade, la decisión de la Corte Suprema que permite el aborto en demanda en toda la nación. Ambas conmemoraciones desafían a nuestra nación a evaluar nuestros ideales, incrustados en nuestros documentos fundacionales y en nuestro ADN, la insaciable hambre y sed de mayor libertad y justicia para todos. (juramento de fidelidad)
Martin Luther King Jr. dio su vida por esta visión de realidad que encuentra su fuente y su cumbre en la Palabra de Dios. “El reino de Dios no es una cuestión de comer y beber, sino de justicia y de paz, y el gozo del Espíritu Santo”. (Romanos 14:7)
Su apasionada elocuencia aún resuena desde las montañas poderosas de Nueva York y la agudización alegórica de Pennsylvania, las rocas nevadas de Colorado y las curvilíneas cuestas de California, desde Stone Mountain en Georgia, desde Lookout Mountain en Tennessee, y desde cada colina y grano de arena de Mississippi. (discurso, Yo tengo un sueño, Washington, 1963). Cinco años más tarde y menos un mes antes de su asesinato, regresó a Washington D.C. para reavivar el sueño. “Vamos a superar porque el arco del universo moral es largo, pero se dobla hacia la justicia”. (Catedral Nacional de Washington, 31 de marzo de 1968). La igualdad racial ha avanzado a pasos agigantados en nuestra nación, pero esta lucha es un maratón con la línea de llegada que aún un tiene un largo camino por recorrer.
Mientras lee y ojea esta edición de Mississippi Catholic lo están haciendo durante el 43 aniversario de Roe v Wade, del 22 de enero de 1973. A lo largo de todos estos años la luz de la vida se ha perdido para incontables millones de niños no nacidos quienes no tienen voz propia. Entre muchas personas y organizaciones en nuestra sociedad, y en una voz profética tan impávida como la de Martin Luther King Jr., la Iglesia Católica ha hablado fielmente, apasionadamente y elocuentemente en nombre de los niños por nacer.
Además, en una forma imprevista, la religión y la ciencia han sido fuertes aliados en la promoción de la dignidad de los niños por nacer. Esta última ha revelado la verdad de la complejidad y la belleza de la vida por nacer, desde el primer momento de su concepción, y la primera inexorablemente toca el tambor en nombre de la dignidad de la vida por nacer, creada a imagen y semejanza de Dios. “Porque tú has creado mis entrañas. Me has tejido en el vientre de mi madre”. (Sal 139:13)
A veces puede parecer que la enseñanza, la predicación, rogando y sacrificando en nombre del hijo por nacer es una causa perdida, pero ha habido un progreso notable. Aplicando las siguientes palabras de Martin Luther King Jr. puede revitalizar a todos los peregrinos para una visión holística de la vida. “Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán la última palabra en la realidad. Esta es la razón por la que derrotada temporalmente, es más fuerte que el mal triunfante.”(discurso de aceptación del Premio Nobel de la paz, en Oslo, Noruega, 1964).
Oramos por la sanación de todas las que han sido heridas, eligiendo el aborto, y por la sociedad en su conjunto cuya conciencia se ha dormido, todos dispuesto a aceptar el aborto como un respaldo a un fallo de la anticoncepción, y en gran parte, inconmovible ante la imagen de cubetas de fetos en las clínicas de Planned Parenthood.
Una vez más, nos dirigimos a la inquebrantable sabiduría profética de Martin Luther King Jr. sobre la trama de la vida de la cual todos somos parte. “La injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia en todas partes. Estamos atrapados en una red ineludible de reciprocidad, atados en una sola prenda de destino. Todo lo que afecte a uno directamente, afecta a todos indirectamente.” Carta desde la cárcel de Birmingham, Alabama, 16 de abril de 1963.
La búsqueda por una mayor libertad y justicia para todos continúa en muchos frentes. Este año nuestro Día Católico en el Capitolio se centrará en la situación de muchos niños y jóvenes en nuestro sistema de cuidado tutelar del Estado, y la de las personas afectadas por una enfermedad mental. La compasiva y profesional atención que proporciona un marco de esperanza y de mayor éxito para nuestros conciudadanos no es una cuestión de caridad, sino de justicia. La dedicación de nuestro personal y voluntarios de Caridades Católicas que proporcionan servicios críticos es un vivo testimonio de nuestro deseo por una mayor libertad y justicia para todos.
Dejamos una vez más las palabras de Martin Luthr King Jr. levantar nuestros corazones y nuestras mentes. “Tengo la audacia de creer que la gente de todo el mundo puede tener tres comidas al día para sus cuerpos, educación y cultura para sus mentes, y dignidad, igualdad y libertad para sus espíritus.” (Discurso de aceptación del Premio Nobel de la paz, en Oslo, Noruega, 1964) Si podemos desarrollar estas oportunidades en toda la tierra estaríamos de acuerdo en que la violencia contra cada etapa del desarrollo humano disminuirá.
A medida que nos acercamos al 50 aniversario de del asesinato de Martin Luther King Jr. el legado del racismo enfrenta nuevamente a nuestra sociedad. Una sociedad civil que se enorgullece de la libertad y la justicia, de la dignidad de cada persona y oportunidades para todos, debe trabajar junta, no sólo para proveer la ley y el orden, sino también las condiciones que contribuyen a una sociedad respetuosa de la ley.
Las siguientes palabras de Martin Luther King Jr. nos llaman a nuestros sentidos y a proporcionar un camino digno. “No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez, debemos estar a la altura de las majestuosas cimas de unir la fuerza física con la fuerza del alma”.
En su visita a nuestro país en septiembre el Papa Francisco nos alentó a tomar corazón y esperanza en la bondad de nuestra sociedad, al mismo tiempo que ponía la luz de la verdad en las áreas que nos desafían a revocar las injusticias en nuestra tierra. Siempre es bueno tener visitas de profetas desde las costas extranjeras. Con la imagen del majestuoso Río Mississippi, comprometemos nuestras vidas a las palabras de Amós, el profeta de la justicia social en el Antiguo Testamento. “Deja que la justicia fluya como agua y la bondad como un manantial inagotable. (Amos (5:24).