Por Cindy Wooden
CIUDAD DEL VATICANO – El cardenal Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa sólo unos pocos días después de decirle al Colegio de Cardenales que la Iglesia Católica enfrentaba una elección entre ser una iglesia que “sale al encuentro” de otros o una iglesia enfocada en sus asuntos internos.
Después su elección el 13 de marzo del 2013, el cardenal de Buenos Aires, Argentina escogió el nombre Francisco, e hizo comunes las frases “salir al encuentro,” “periferia” y “cultura del descarte” parte del vocabulario papal.
Los católicos tienen una amplia variedad de opiniones acerca de cómo el papa Francisco está ejerciendo el ministerio papal y muchos de sus comentarios — durante informales conferencias de prensa y en documentos oficiales — han creado controversia. Pero, como él mismo escribió en “La alegría del Evangelio”, la exhortación apostólica que expone la visión para su pontificado: “Prefiero una iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a su propia seguridad.”
Pero hay dos áreas de asuntos internos de la iglesia que él reconoce que necesitan atención inmediata: la reforma de la Curia Romana y la plena protección de niños y adultos vulnerables al abuso sexual del clero.
La reforma organizacional de la Curia se ha llevado a cabo en etapas, pero el papa Francisco ha insistido en que la reforma verdadera es cuestión de cambiar corazones y acoger una vida de servicio.
En cuanto al tema del abuso, con nueve meses en su pontificado, el papa Francisco estableció la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores para que lo asesore sobre las mejores formas de prevenir el abuso sexual por parte del clero y asegurar el cuidado pastoral para los afectados.
Mientras el papa Francisco ha proclamado enfáticamente no tolerar a los abusadores y recientemente dijo que encubrir el abuso “es en sí mismo un abuso,” cuando se acerca su quinto aniversario como papa emergen serias preguntas sobre cómo manejó las acusaciones de que el obispo chileno Juan Barros, quien era sacerdote en ese momento, encubrió las denuncias de abuso contra su mentor.
El nuevo escándalo amenazó con enfriar la amplia popularidad del papa Francisco y sus esfuerzos por establecer un nuevo rumbo en la Iglesia Católica.
Para el Sumo Pontífice, el nuevo camino abarca la evangelización.
“Evangelizar presupone un deseo en la iglesia de salirse de sí misma,” le dijo a los cardenales sólo unos días antes del cónclave que lo eligió. “La iglesia está llamada a salir de sí misma e ir a las periferias, no sólo geográficamente sino también a las periferias existenciales: el misterio del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia y la indiferencia a la religión, de las corrientes intelectuales y de toda miseria.”
Misericordia es lo primero que la Iglesia Católica está llamada a llevar a esas periferias, dice el papa.
Su deseo de acercamiento ha inspirado innovaciones que fueron notables al inicio del papado, pero ahora parece ser parte natural del día a día de un papa. Por ejemplo, comenzó invitando a jardineros y recolectores de basura del Vaticano a su Misa de la mañana en la capilla de su residencia y ahora el papa continúa invitando a un pequeño grupo de católicos a que se unan a él la mayoría de las mañanas.
La residencia, Casa de Santa Marta, es una casa de huéspedes construida por san Juan Pablo II con la intención de brindar vivienda decente a los cardenales, cuando participen en un cónclave para elegir un nuevo papa. El papa Francisco decidió, después del cónclave del 2013, vivir allí y no mudarse a los más aislados apartamentos papales en el Palacio Apostólico.
Cada año en Jueves Santo, él ha celebrado misa en una prisión, un hospital o un centro de refugiados y ha lavado los pies de pacientes, presos o inmigrantes, hombres y mujeres, católicos y miembros de otras corrientes religiosas. También dio indicaciones a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos para que clarifique que los pies de, tanto mujeres como hombres, pueden ser lavados en la Misa de la Última Cena del Señor en Jueves Santo.
Durante el Año de la Misericordia 2015-16, visitó un viernes al mes a gente necesitada, incluyendo a aquellos en una escuela para ciegos, una unidad de cuidado intensivo de recién nacidos, una comunidad de alcohólicos en recuperación, un hogar de menores y una comunidad para mujeres rescatadas de los traficantes que las forzaban a la prostitución.
En septiembre del 2015, cuando olas de inmigrantes y refugiados estaban luchando y muriendo para llegar a Europa, el papa Francisco le pidió a cada parroquia y comunidad religiosa en Europa que considerara ofrecerle hospitalidad a una familia.
A menos de tres meses en su pontificado, empezó denunciando “la cultura del descarte” como una en la cual el dinero y el poder eran los primordiales valores y algo o alguien que no progrese por dinero o poder era desechable.
En los primeros tres años de su papado, publicó tres documentos importantes: “Evangelii Gaudium” (La alegría del Evangelio); “‘Laudato Si’ (Alabado Seas), sobre el Cuidado de la Casa Común”, enfocado en el medioambiente; y “‘Amoris Laetitia’ (La Alegría del Amor), sobre el amor en la familia”, sus reflexiones sobre las conversaciones del Sínodo de los Obispos en 2014 y 2015.
Personas escépticas sobre las pruebas científicas de que la actividad humana está contribuyendo al cambio climático, se opusieron a partes de la encíclica “Laudato Si,”, pero las críticas fueron mínimas si se comparan con las reacciones al documento del papa Francisco sobre la familia, especialmente en lo relativo al ministerio para divorciados y los católicos que se han vuelto a casar por civil y la posibilidad de que, bajo ciertas condiciones, algunos de esos católicos pudieran volver a recibir los sacramentos.
La mayor crítica vino del cardenal estadounidense Raymond L. Burke y otros tres cardenales, quienes le enviaron al papa, y luego difundieron públicamente en noviembre del 2016, una lista formal de preguntas claves, conocidas como “dubia,” insistiendo que permitir que esos católicos reciban los sacramentos equivale a cambiar la enseñanza fundamental de la iglesia sobre el matrimonio, sexualidad y la naturaleza de los sacramentos.
El papa Francisco no ha respondido a los cardenales, dos de los cuales han muerto desde entonces. Pero en diciembre, el Vaticano publicó en su portal de internet los lineamientos generales para interpretar “La Alegría del Amor,” desarrollado por un grupo de obispos argentinos, así también como una carta del papa Francisco a ellos describiendo los lineamientos como “magisterio auténtico”.
Como san Juan Pablo hacía cada cuaresma, el papa Francisco escucha confesiones en la Basílica de san Pedro, pero, sorprendió incluso a sus asistentes más cercanos a inicios del 2014 cuando, en vez de ir al confesionario a recibir al primer penitente, se regresó y fue él mismo a confesarse.
También ha sorprendido a la gente por ser honesto sobre su edad. En abril del 2017, cuando tenía todavía 80 años, le dijo a jóvenes italianos que mientras ellos están preparándose para el futuro, “a mi edad, estamos preparándonos para irnos.” Los jóvenes objetaron a viva voz. “¿No?” -respondió el papa-“¿Quién puede garantizar la vida? Nadie.”