Por Roberto Mena, ST
FOREST – Hay una parábola que habla de un pastor y su rebaño. El pastor es Cristo y la oveja extraviada es cada uno de nosotros. En la vida, ¡qué fácil es vivir con la sensación de estar perdidos! Tarde o temprano el desencanto, la decepción, pueden invadir nuestro corazón. A veces pensamos que fuera del redil vamos a encontrar la verdadera felicidad, mejor comida, mejor techo, mejores condiciones, y nos olvidamos que sólo en el redil estaremos seguros. Cristo, el pastor, guarda las noventa y nueve ovejas buenas y va a buscar a su oveja perdida. Lo hace a través de sus sacerdotes.
El Cardenal Alvaro Ramazzini vino para estar cerca de guatemaltecos en medio de la difícil situación que enfrentan. Una visita de un cardenal de nuestro país es muy importante para ellos, … vino para dar esperanza y fortalecerlos; decirles que Dios no los abandona; muchos de ellos están confundidos.
Están tristes. Están enojados con la situación, porque no saben exactamente qué les va a pasar a ellos y a sus familias. Además, la muestra de que Dios siempre es providente es que una red de organizaciones, incluidas Caridades Católicas, ha estado ayudando a proporcionar alimentos, alquileres y servicios públicos a las familias que perdieron sus ingresos durante las redadas en las que más de 600 personas fueron detenidas, de las cuales más de 200 personas continúan en los centros de detención de ICE.
Celebrando la Eucaristía dio animo a los fieles a seguir dando testimonio de su fe y mantener sus tradiciones religiosas aquí en Estados Unidos. La actitud del Cardenal contrasta con la del presidente Jimmy Morales, quien recientemente se reunió con su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha proferido comentarios refiriéndose a los migrantes como criminales.
En la sala de mi casa había un cuadro que representaba la orilla de una playa. Estaban dibujadas cuatro huellas de pies sucesivamente y luego las dos huellas de la izquierda iban desapareciendo. Estaba escrita una oración que decía: “Señor cuando yo era pequeño tú estabas a mi lado para que cargarme, pero a medida que fui creciendo tú te fuiste alejando”. Pero Cristo respondía: “Cuando tú eras pequeño yo te llevaba de la mano, pero ahora que has crecido yo te llevo en mis brazos, las huellas que ves son las mías, no las tuyas”.
No tengamos miedo de cargar con nuestra cruz porque Cristo la cargó primero. “No tengáis miedo”, nos repetía el papa Juan Pablo II. No huyamos de los problemas. Hay que cargar con la cruz porque Cristo está en ella. Detrás de una gran obra hay caminos duros y trabajos fatigosos. Seguir a Cristo no va a ser cómodo y dulce. Su cruz será una fuente de paz y serenidad, de alegría y entusiasmo. Hermanos, los invito a cargar con amor nuestra cruz de cada día. Jesús va a nuestro lado, cargando también la suya para salvar al mundo entero. !Que así sea!.