Por Padre Roberto Mena, ST
FOREST – El bautismo de Cristo en las aguas del Jordán tuvo la fuerza de abrir el cielo y hacer oír la voz del Padre: “Este es mi Hijo muy amado”. También nosotros somos esos hijos amados; hijos adoptivos, renacidos en el agua del bautismo y con la fuerza del Espíritu Santo.
Hermanas y hermanos:
- La escena del Jordán tiene todas las características de un nuevo nacimiento, como dice San Gregorio Nacianceno: “Se sumergió en las aguas Él solo pero elevó al mundo entero; se abajó para levantarnos; cargó todos nuestros pecados para que quedáramos perdonados”. Así como la Epifanía fue la manifestación de Cristo en Belén como hijo de María, su bautismo en el Jordán es la manifestación como “Hijo del Padre” y comienzo de su vida pública.
- Allí quedó instituido nuestro bautismo. Cuando nuestros padres piden para nosotros esa gracia aunque seamos muy pequeños, saben que nos están entregando un gran tesoro y nos están dejando su mejor herencia. Exteriormente es un lavado con agua. Con este signo Cristo nos purifica de toda culpa y nos vuelve a engendrar a la vida divina, nos une íntimamente a sí, imprimiendo en nuestra alma su propia imagen de un modo indeleble, nos incorpora a la Iglesia y al pueblo de Dios, nos santifica con los dones del Espíritu Santo.
- Cristiano, es el que sigue a Cristo en todo. La vida cristiana se basa en la decisión fundamental e irreversible de adherirse a Cristo, seguirlo, imitarlo. Pero ¿Cómo? ¿Cuándo? En todas las situaciones de la vida, las alegrías, las privaciones, en el trabajo, en el descanso, en el riesgo, en la tentación, en la muerte. El cristiano se esfuerza por reproducir en su vida lo que Cristo haría si estuviera en su lugar, por eso se familiariza con la lectura del Evangelio para encontrar sus palabras y sus ejemplos.
Por el sacramento del bautismo hemos nacido a una vida nueva, participamos de la vida de Dios y quedamos marcados con un sello de identidad que nos identificará para siempre. Así como para Jesús el bautismo en las aguas del Jordán marca el comienzo de su misión redentora, para el cristiano es el evento fundamental y decisivo que domina su modo de ser, de pensar y de actuar y lo influye por completo. Hoy es un día en que podemos recordar el privilegio de nuestro bautismo y renovar nuestros compromisos como hombres nuevos.
¿Acaso no sería una bella costumbre celebrar el aniversario de nuestro bautismo así como celebramos festivamente el de nuestro nacimiento? En varias ocasiones solemos renovar las promesas del bautismo que hicieron nuestros padres en nuestro nombre: Por ejemplo en nuestra confirmación, la primera comunión, la vigilia de la resurrección y siempre que participamos a algún bautizo o confirmación. De ahora en adelante procuremos hacerlo conscientemente y con fervor, para que se renueve también nuestro entusiasmo por ser cristianos. Que así sea. Padre Roberto
Les envio mis bendiciones y les pido oren por mi en mi nueva mision que inicio a fin de mes en California.
(El padre Roberto Mena, S.T. es uno de los sacerdotes muy activos en la red. Allí comparte sus consejos, las noticias y enlaces a páginas de sacerdotes, comunidades católicas y actividades en el Vaticano. Sus Misas y la de todos los Misioneros de la Santísima Trinidad son seguidas en vivo por muchos. Siga al padre Roberto en facebook @Roberto Mena ST y a todos los sacerdotes Misioneros de la Santísima Trinidad en facebook @Missionary Servants MS.)