By Hosffman Ospino Catholic News Service
Los católicos en los Estados Unidos nos encontramos en medio de una conversación fascinante sobre la Eucaristía. Las temáticas que inspiran esta conversación, especialmente durante los últimos 20 años, son bien conocidas.
Algunas son preocupaciones pastorales claramente definidas: encuestas que indican que un gran sector de la población católica no cree en la Presencia Real o simplemente no entiende lo que esto significa; el número cada vez más reducido de católicos que van a la Misa dominical.
Otras son un tanto controversiales: propuestas que buscan limitar el acceso a la Comunión a algunos líderes políticos; filosofías divergentes sobre cómo traducir las oraciones litúrgicas y los leccionarios; el lugar de la Misa en latín en la experiencia católica después del Vaticano II — y los “motu propios” papales sobre este tema que para muchos parecen un tanto paradójicos.
Algunas son más positivas: la popularidad de la adoración eucarística entre muchos jóvenes católicos; las muchas practicas devocionales eucarísticas que son comunes entre los católicos inmigrantes.
Quien afirme que los católicos en los Estados Unidos no estamos interesados en la Eucaristía o insista en que el tema ya no es parte de nuestro imaginario católico como comunidad, seguramente va a tener que hacer un esfuerzo extra para argumental tales posiciones. La evidencia apunta de manera abundante hacia lo contrario.
Durante las últimas dos décadas ha surgido un universo de recursos dedicados a responder a las temáticas asociadas con la Eucaristía: libros, artículos, tesis, documentales, videos en el internet, guías catequéticas, homilías, cartas pastorales, conferencias, interacciones candentes en los medios de comunicación social, blogs, expertos que se han proclamado como tales, y ciertamente una que otra posición herética, entre muchos otros.
Todas estas conversaciones y recursos revelan una realidad bien interesante: Los católicos en los Estados Unidos somos una comunidad que de hecho está muy interesada en la Eucaristía. Por supuesto, unos más que otros.
El entusiasmo eucarístico, o al menos la curiosidad y la opinión, transciende el mundo estrictamente religioso. Medios de información masiva como The New York Times, The Associated Press, Reuters, The Wall Street Journal, NPR, CNN, MSNBC, Fox News y otros con frecuencia abren sus espacios para cubrir conversaciones que los católicos tenemos sobre temas relacionados con la Eucaristía.
Los esfuerzos que la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos lleva a cabo para estimular un interés renovado en la Eucaristía seguramente darán los frutos deseados. Lo importante es que los obispos y todos los católicos no perdamos de vista la dimensión global de estas conversaciones, histórica y pastoralmente.
Ya sea que declaren un tiempo jubilar eucarístico, inviten a una mayor renovación eucarística, promuevan más catequesis sobre la Eucaristía o produzcan documentos que inviten a una reflexión más sostenida, los obispos católicos se están uniendo a una conversación que ya ha estado en marcha por un buen tiempo. Como indiqué anteriormente, son muchas las conversaciones que hemos tenido sobre la Eucaristía en las últimas dos décadas.
Las temáticas que son parte de esta reflexión constante exigen de un discernimiento fundamentado en la oración. El discernimiento requiere humildad. Para poder entender los detalles y realidades que acompañan a cada una de estas temáticas se necesita tiempo y apertura al diálogo.
Parece que el Espíritu Santo nos quiere enseñar algo sobre la Eucaristía en nuestros días. Todos en la comunidad católica, en comunión con nuestros obispos, tenemos que escuchar. El escuchar es un aspecto esencial de la manera sinodal de proceder a la cual el papa Francisco ha invitado a nuestra iglesia. Tenemos que crear espacios para escuchar juntos la palabra de Dios y escucharnos mutuamente a medida con consultamos entre nosotros como discípulos.
Las conversaciones recientes sobre la Eucaristía son prometedoras: obispos debatiendo abiertamente sobre la naturaleza de un documento sobre este tema; artículos que reaccionan con serenidad y otros con sobresalto, especulando sobre lo que los obispos dirán o no dirán; grupos invitando a una renovación eucarística más intencional.
Nuestros obispos prometieron escuchar y avanzar consultas. Un grupo al cual no he visto todavía ser invitado de manera formal a estas consultas sobre la Eucaristía es el de los teólogos como miembros de organizaciones teológicas católicas. Hay varias de estas organizaciones en los Estados Unidos. Necesitamos sus contribuciones intelectuales e investigativas.
Los teólogos tienen mucho que decir públicamente sobre la Eucaristía. Invítenlos, dialoguen y consulten con ellos. Los teólogos son quizás el grupo de católicos mejor preparado, con la capacitación y la disciplina necesarias para analizar la complejidad de las preocupaciones sobre la Eucaristía que ocupan nuestro imaginario católico hoy en día.
(Hosffman Ospino es profesor de teología y educación religiosa en Boston College.)