Por Berta Mexidor
En un momento de pérdida de vidas por la pandemia, los desastres naturales y el malestar ciudadano, una consecuencia es el aumento de la emigración hacia un lugar de esperanza, escapando de la dura realidad muchos buscan la tierra prometida.
Básicamente, el fenómeno está ligado a países y áreas pobres, el evento ocurre debido a luchas económicas, sociales o insatisfacción política. Esta migración ocurre dentro de cada país, entre regiones y hacia el extranjero. Gente desesperada, traspasa fronteras nacionales e internacionales en busca de mejores condiciones de vida.
Mar Mediterráneo
El día 5 de este mes, una operación de rescate impidió que el frágil barco del norte de África, con más de 550 personas, se hundiera en el mar Mediterráneo. Este fue solo uno de muchos incidentes en el mismo mes, este año, durante más de una década. En cada caso sucede con “embarcaciones inseguras organizadas por traficantes … un puñado de personas en ambas embarcaciones que requieren atención médica de emergencia urgente,” afirmó CNS. Los inmigrantes están en el limbo. Las autoridades locales están tratando de encontrar soluciones, entre las críticas de las ONG y el Vaticano. “Mientras tanto, un centro de recepción en la pequeña isla de Lampedusa estaba en el punto de ruptura con una serie de recién llegados en las últimas semanas, 1.200 personas cuando su capacidad máxima era de 250 personas,” según un reporte de Vatican News. Se había registrado que más de 9.000 personas llegaron a la isla en barco entre julio y principios de agosto, según datos del gobierno italiano,” informó CNS.
Latinoamérica
Italia está lejos de los Estados Unidos, pero América Latina no, y el Caribe aún menos; cubanos y haitianos viajan hacia el norte cruzando a veces más de tres países -Ecuador, Colombia, Costa Rica, Guyana, Panamá y otros-, uniéndose a nacionales de cada país en marcha hacia la frontera de México con los EE. UU. En ese viaje, se reúnen con africanos, que también llegaron a América Latina provenientes del Congo, Camerún, Sierra Leona, Eritrea y Etiopía.
En la frontera de Estados Unidos con México se fusionan africanos y latinoamericanos con una causa común, pero recibiendo un trato diferente por parte de las autoridades. Los hispanohablantes tienen de su lado el factor de comunicación para sortear todas las dificultades y peligros que enfrentan en cada país de su devenir. Pero todos, en algún momento, sentirán el impacto físico y emocional del duro camino de la emigración. Algunos perderán la vida mucho antes de llegar a la frontera.
Mississippi
La frontera México-Estados Unidos está lejos de Mississippi, pero el drama de los inmigrantes no lo está. Miles llegan al estado conservador, comenzarán a trabajar y a tener una vida tranquila y llegarán al punto económico de ayudar a la familia que dejaron atrás.
Hace dos años, el 7 de agosto de 2019, cientos de familias se vieron afectadas por las redadas sorpresa de ICE, principalmente en tres localidades de Mississippi. Hasta el día de hoy, cientos de familiares no se han reencontrado con los deportados. Otros, como la familia de Edgar López, de St Anne Parish Carthage, nunca tendrán esa oportunidad. López fue asesinado en México cuando regresaba a cruzar de nuevo la frontera para reunirse con su familia.
Blanca Peralta, líder comunitaria y Parroquial de la iglesia Sagrado Corazón de Canton, relata que bajo la guía del Padre Mike O’Brien han estado ayudando, a un alrededor de 100 familias afectadas por las redadas, con donaciones de todo el país y programas de colaboración de Caridades Católicas, SEPI y Extensión Católica ( Catholic Extention).
Después de dos años, casi el 40% de los detenidos fueron deportados, el resto está esperando su día en la corte para defender sus casos. La misma situación ocurre en las parroquias de St. Anne Carthage y St. Michael Forest y en la comunidad de Morton, ciudades donde se llevaron a cabo las redadas de ICE. El COVID -19, los altos costos de los abogados y el temor a otra redada, presente en todos los días de sus vidas, han aumentado las secuelas del daño psicológico en todos los miembros de la familia.
Enfoque católico sobre la crisis fronteriza del Mediterráneo y Estados Unidos.
En ambos casos, el drama humano es el mismo, de ahí que las voces católicas pidan lo mismo, respeto humano y valores cristianos.
“Primero como seres humanos, pero sobre todo como cristianos, no podemos dejar de ver la imposibilidad de permanecer en silencio ante este mal continuo, no podemos dejar de recordar la urgencia de actuar contra todo lo que está sucediendo alrededor y en el corazón del Mediterráneo, en nombre de los derechos humanos, la Constitución italiana y el Evangelio,” dijo el arzobispo Corrado Lorefice de Palermo.
El obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, alentó a los prelados a reunirse a través de Zoom para la asamblea virtual de primavera de los obispos de Estados Unidos, para encontrar formas de dar la bienvenida a un número creciente de inmigrantes en sus diócesis y servirles de la manera en que servirían a Cristo. “Me gusta invitar a todas las diócesis a ver cómo sus iglesias pueden participar en la hermosa experiencia de dar la bienvenida a los migrantes y compartir sus historias,” dijo el obispo Seitz el 18 de junio, el último día de la reunión de tres días. “Esta no es una experiencia solo para las diócesis fronterizas, sino que puede ser una invitación para que toda la iglesia reciba a Cristo en el extraño, con compasión, dignidad y hospitalidad,” dijo. “Puede renovar su ministerio. Puede renovar sus parroquias. No tenga miedo de acercarse”.