Por Berta Mexidor
JACKSON – Muchas niñas, principalmente, mexicanas y de todo el continente americano, son nombradas en honor a María de Guadalupe. Guadalupe Meyers, no es la excepción.
Su madre trajo a Lupe, como todos le llaman, a Estados Unidos y luego aquí, ella se enteró de su complicada realidad, compartida con miles de otros jóvenes.
Su madre escapó de México de una relación matrimonial abusiva. Como muchas mujeres, tomó la decisión de poner tierra por medio y sacar a sus hijos de una peligrosa situación. En ese entonces, ella vio su salvación al venir y establecerse en California, Estados Unidos con Guadalupe, de solo un año de edad. Años después conoció a su esposo, con quien hasta ahora comparte su vida y quien se convirtió en el jefe de familia y en el padre que Lupe conoció.
Cuando era solo una adolescente, Lupe, como todos los demás adolescentes en Estados Unidos, quiso tener su licencia para manejar, como lo estaban haciendo todos los jóvenes de su clase de High School, allá en California. Cuando le pidió a su madre por sus documentos para comenzar los trámites, esta le explicó que su situación no era la misma que la de otros niños, que Lupe, por no tener documentación, no solo no podía manejar, sino que no podía tener una licencia de conducción. A diferencia de los demás estudiantes de esta edad, su padre o su madre seguirían llevándola y trayéndola de la escuela.
Es fue el primer choque con una realidad desconocida, que para un joven es inexplicable y extraña. Poco después vendría la segunda cruda situación. Lupe es una estudiante excepcional y por lo tanto tenía intenciones de llegar a la Universidad. Sus notas eran una de las más altas de su clase y por ende podía recibir una beca de cualquier Universidad. Cuando comentó esto con sus padres, en medio del proceso de solicitar acceso a la Universidad, se enteró que ella no tenía documentación para solicitar financiamiento estatal (Financial Aid) o regularmente una Beca (Scholarship), por lo que sus padres le dijeron que ellos estaban comprometidos a pagar por su carrera universitaria. Durante sus años de estudios universitarios, Lupe trabajó de mesera y limpiando casas y oficinas para completar el dinero de sus estudios.
Lupe comenzó la universidad en California, obteniendo becas académicas por sus notas, carrera deportiva y comportamiento, que le permitieron obtener el Máster de Relaciones Internacionales en 2010.
Después de graduada ha trabajado siempre con organizaciones no gubernamentales (NGO) en busca de ayudar a los demás. Este trabajo de activista recoge varios logros, considerados por ella como pequeños, pero muy importantes para los que recibieron y aún siguen recibiendo sus beneficios. Por ejemplo, campañas locales en San Jose y Oakland, California, donde se logró que la policía no llevara a prisión a indocumentados por infracciones leyes de
tráfico, que solo merecían una multa; obtener transporte para niños indocumentados a las escuelas y transporte público gratis para personas de la tercera edad ”seniors”.
Final, más que feliz, esperanzador
Hasta hoy, según reportes de CNA “DACA ha permitido que unos 700.000 jóvenes calificados trabajen, vayan a la universidad, obtengan seguro médico y una licencia de conducir y no se enfrenten a la deportación.” aunque el programa comenzó en 2012, nueve años más tarde, muchos de ellos siguen esperando la solución legal final, que ponga fin a tanta incertidumbre y sufrimiento.
El destino de estos jóvenes se ha convertido en un reto que muchos han vencido, haciéndolos mejores seres humanos y atrayendo a su causa, en solidaridad, a muchos seres humanos más.
En 2019, Lupe se casó con el abogado Max Lewis Meyers, quien además tiene otra historia fascinante de dedicación y ayuda al ser humano, a la que le dedicaremos su momento en Mississippi Católico. El abogado Meyers está a cargo además del proyecto de ayuda gratuita a jóvenes DACA, desde el Centro de Justicia de Mississippi. La pareja se mudó a Jackson compartiendo el amor a las personas indocumentadas y a la comunidad inmigrante en general, en aras de ayudar de una manera y otra.
Lupe, además de estudiar para alcanzar un doctorado en Estudios Latinoamericanos en Tulane University de Nueva Orleans, dedica parte de su tiempo a trabajar para una NGO, a participar en diferentes actividades donde pueda explicar las experiencias de haber sido una soñadora DACA y a ayudar a otros jóvenes DACA, a enfrentar los obstáculos que hay en Mississippi para ellos.
Por sus investigaciones en la universidad ha podido acercarse a la historia de los inmigrantes en Mississippi y llegar a descubrir que la historia de los braceros mexicanos en este estado no es reciente, data en documentos de más de cien años, de cuando los colonos necesitaron mano de obra para colectar el algodón que los esclavos, recién liberados, no recogerían más. Desde ese entonces el tema de las hoy visas H2-A para trabajar temporalmente tiene una historia llena de sufrimiento, vicisitudes y del éxito de muchas familias de algunos de esos braceros, muchos de los cuales decidieron quedarse, fundar una familia y prosperar en un estado hostil al extranjero, como lo es Mississippi, en comparación con otros estados de la nación. La paradoja es que Mississippi, por estar en el sur, es un estado más cerca de la inmigración que los estados del norte y por ser un estado agrícola, necesita de mano de obra para sembrar y recoger la cosecha.
Lupe ha conversado con mucho de ellos, ha visto como muchos mexicanos como ella, hablan como Misisipianos, ha experimentado como personas de tres o más generaciones de inmigrantes quieren a la tierra de Mississippi tanto como las familias que ya van por más de siete generaciones.
Lupe no ha completado su sueño, ahora éste es escribir un libro sobre los inmigrantes de Mississippi, no sólo sobre las dificultades, sino sobre cómo se han sobrepuesto a las dificultades y han logrado ser exitosos en estas tierras. Lupe declara, “escribir este libro, esta gran historia de los Hispanos en Mississippi, es más que un reto académico, es un tema personal”.