Por Carol Glatz
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Dios no se asusta por los pecados, errores, o fracasos de las personas, expresó el papa Francisco.
Lo que Dios teme es que “cerremos nuestros corazones — esto, sí, esto lo hace sufrir — está asustado por nuestra falta de fe en su amor”, manifestó el papa durante su audiencia general semanal el 19 de enero.
Cada uno debe “ajustar cuentas” con lo que ha hecho, pero “arreglar cuentas con Dios es algo hermoso porque nos ponemos a hablar y él nos abraza” con ternura, dijo el Santo Padre.
El papa Francisco continuaba su serie de charlas de audiencia sobre San José, reflexionando sobre su ternura.
En los Evangelios, se encuentran muy pocos detalles sobre el enfoque paternal de San José, pero “podemos estar seguros de que ser un hombre ‘justo’ también se tradujo en la educación que le dio a Jesús”, indicó el papa.
Jesús entendió la ternura y el amor de Dios, experimentándolo primero a través de San José, acotó. “Las cosas de Dios siempre nos llegan por medio de las experiencias humanas”.
“Hay una gran ternura en la experiencia del amor de Dios, y es hermoso pensar que el primero en transmitir esta realidad a Jesús fue el mismo José”, dijo.
De hecho, Jesús siempre usó la palabra “padre” para hablar de Dios y de su amor, dijo. El relato más memorable de la misericordia de Dios es la parábola que Jesús contó del hijo pródigo, quien esperaba ser castigado por sus pecados, pero en cambio “se encuentra envuelto en el abrazo de su padre”.
“La ternura es algo más grande que la lógica del mundo. Es una forma inesperada de hacer justicia”, expresó el Sumo Pontífice.
“Por eso nunca debemos olvidar que Dios no se asusta de nuestros pecados”, dijo, porque Dios “es superior a nuestros pecados: es el padre, es amor, es tierno”.
La ternura es “la experiencia de sentirse amado y acogido precisamente en nuestra pobreza y miseria, y aun así transformados por el amor de Dios”, dijo el papa.
“El Señor no nos quita todas nuestras debilidades, sino que nos ayuda a caminar con nuestras debilidades, tomándonos de la mano” y caminando al lado de la gente, indicó.
“La experiencia de la ternura consiste en ver pasar el poder de Dios precisamente por aquello que nos hace más frágiles; siempre y cuando nos convirtamos de la mirada del Maligno, que nos hace ver nuestra fragilidad con un juicio negativo, mientras que el Espíritu Santo ‘la saca a la luz con ternura”, señaló el papa, citando su carta apostólica sobre San José, “Patris corde”.
Si el diablo alguna vez le dice la verdad a la gente, es porque la está torciendo “para decirnos una mentira” y para “condenarnos”, expresó el Santo Padre. “En cambio, el Señor nos dice la verdad y extiende su mano para salvarnos. Sabemos que la verdad de Dios no condena, sino que acoge, abraza, sostiene, y perdona”.
El mundo necesita esta “revolución de ternura” y, sin ella, “corremos el riesgo de quedar presos en una justicia que no nos permite levantarnos con facilidad y que confunde redención con castigo”, añadió.
Con esto en mente, el papa destacó lo que más necesitan las personas en prisión.
“Es justo que el que ha hecho mal pague por su error, pero es igualmente justo que el que ha hecho mal pueda redimirse de su error. No puede haber sentencias sin una ventana de esperanza”, dijo, que, en discursos pasados, ha explicado serían sentencias de cadena perpetua o pena de muerte.
“Pensemos en nuestros hermanos y hermanas en la cárcel, y pensemos en la ternura de Dios por ellos, y oremos por ellos, para que encuentren en esa ventana de esperanza una salida hacia una vida mejor”.