Por Carol Zimmermann
WASHINGTON (CNS) – La Cuaresma, la temporada espiritual de oración y sacrificio, tiene un atractivo adicional este año porque una vez más – por tercera vez, más precisamente – estará bajo la nube de la pandemia de coronavirus.
Y aunque la tercera Cuaresma en una pandemia puede parecerse mucho a la tercera caída de Jesús en el camino al Calvario, las personas que hablaron con Catholic News Service se enfocaron más en el camino de la temporada hacia la Pascua y cómo la Cuaresma de este año también coincide con un optimismo en torno a la caída de casos de COVID-19 en Estados Unidos.
“Es como una tormenta perfecta: números más bajos (de coronavirus) justo cuando se acerca la Cuaresma”, expresó Mary DeTurris Poust, exdirectora de comunicaciones de la Diócesis de Albany, Nueva York.
Poust, quien enseña yoga, dirige retiros, y escribe un blog llamado “Not Strictly Spiritual” (No estrictamente espiritual), indicó que durante los retiros virtuales recientes que ha dirigido, es evidente el deseo de la gente de volver a conectarse en persona.
Y tal vez esta Cuaresma, que comienza con el Miércoles de Ceniza el 2 de marzo, es el momento de hacer precisamente eso, señaló Poust, estar con la comunidad parroquial – reunirse para misas, para servicios de oración, como también para las cenas que incluyen sopa y pescado frito.
Después de las tremendas pérdidas de los últimos dos años, expresó, esta Cuaresma podría ser un buen momento para reiniciar. “La Cuaresma es la oportunidad perfecta para recalcular el GPS interno” de adónde nos dirigimos, dijo Poust, hablando no solo de individuos, sino también, más ampliamente, de lo que pueden hacer las parroquias cuando buscan dar la bienvenida a las personas.
A muchos católicos les gusta el ritual de la Cuaresma y todas sus “campanas y olores”, dijo, lo que hace que esta temporada sea una gran oportunidad “para darles la bienvenida de la mejor manera”.
Jen Sawyer, editora jefe de Busted Halo, un sitio web paulista y un programa de radio satelital, dijo que, en tiempos de incertidumbre, las personas “confían en la memoria muscular” de las prácticas religiosas tradicionales a las que están acostumbradas. Sin embargo, este año, ella cree que las tradiciones habituales de Cuaresma podrían provocar una sensación diferente.
“Parece que esta es la Cuaresma para la que estamos más preparados; todos hemos sacrificado mucho”, acotó. La experiencia del desierto de la Cuaresma ya se ha vivido y, con tanta gente agotada en los últimos dos años, dijo que esta Cuaresma ofrece nuevas oportunidades para encontrar paz, comunidad, y fe.
El padre paulista Larry Rice, capellán del campus del Instituto Politécnico Rensselaer en Troy, Nueva York, estuvo de acuerdo, y dijo que la iglesia está más que lista para la Cuaresma de 2022 y espera que esta ayude a las personas a “responder a todo el trauma por el que hemos pasado”.
“Vivimos con un trauma de bajo grado y a largo plazo”, dijo, y agregó que, para muchos, el dolor está apenas debajo de la superficie y él ve a la Cuaresma como el antídoto. “Como cristianos, creemos que nuestro destino no es el Viernes Santo. Pasamos por eso para llegar a la Pascua”, expresó.
El padre Rice también dijo que este año tiene la esperanza de que “para cuando lleguemos a la Pascua, la pandemia que estamos experimentando se verá diferente”. Y con la sabiduría adquirida en los últimos dos años, agregó: “No hay garantías, puede haber nuevas variantes (de coronavirus)”.
Las últimas dos Cuaresmas no contaron con esa misma esperanza.
La Cuaresma de 2020 comenzó sin problemas, con solo una pequeña cantidad de casos de COVID-19 en el país; sin embargo, durante la segunda semana de Cuaresma, a principios de marzo, algunas diócesis instaron a las parroquias limitar el darse la mano en el signo de la paz y la Comunión del cáliz. Para la tercera semana de Cuaresma, muchas diócesis levantaron la obligación de la misa dominical y suspendieron las misas públicas y los servicios de Cuaresma, como las Estaciones de la Cruz y los servicios de oración.
El año pasado, durante la Cuaresma, se abrieron más iglesias, aunque muchas limitaron el tamaño de las congregaciones y exigieron que los feligreses se registraran para asistir a misas. Las ventas tradicionales de pescado frito en parroquias estadounidenses regresaron – con la opción de comida para llevar – y las cenizas se rociaron sobre las cabezas de los feligreses el Miércoles de Ceniza.
Este año, las parroquias están abiertas, con diferentes regulaciones de uso de cubrebocas y distanciamiento social vigentes. Por su parte, las ventas de pescado frito durante los viernes de cuaresma han regresado a las parroquias con opciones de consumirlas en el lugar o para llevar.
“Estos últimos dos años para todos nosotros no han sido fáciles, pero Dios ha estado con nosotros”, manifestó la hermana Carolyn McWatters, liturgista y presidenta del Comité de Oración y Rituales de las Hermanas de la Misericordia.
La hermana McWatters, que vive en el Convento del Sagrado Corazón en Belmont, Carolina del Norte, y participa en el ministerio allí con las hermanas jubiladas de la orden, enfatizó la necesidad de reflexionar sobre la experiencia de la pandemia esta Cuaresma. Ella dijo que es importante reconocer cómo vivimos más allá de lo que podíamos controlar, los recursos internos en los que confiamos, y dónde vimos la bondad y la gracia en acción.
“La cruz nunca es un callejón sin salida. Señala una nueva vida. ¿Dónde están los signos de vida para mí, mi comunidad, el país, el mundo?” ella preguntó.
El crecimiento espiritual a menudo se trata de renunciar al control, indicó, lo que ciertamente fue un aspecto de la vida pandémica, pero el coronavirus también implicó las dificultades del aislamiento que experimentaron especialmente las hermanas jubiladas.
El convento, parte de un centro nacional para las hermanas de la Misericordia, había sido un lugar frecuente de reuniones y encuentros y muchos asistían a las misas y cenas dominicales, todo lo cual se suspendió durante los últimos dos años.
“Todo el mundo está esperando el final”, acotó.
La opinión de estas hermanas jubiladas de la Misericordia hace eco de lo que muchos sienten, pero la hermana McWatters también advierte contra las personas que se enfocan en ser víctimas en este momento y ven la pandemia simplemente como “pobre de mí”.
Del mismo modo, dijo, la Cuaresma no es pesimismo y ruina, sino que debe ser un “abrazo gozoso de lo que me ayudará a crecer más profundamente”.
Sawyer también enfatizó que la fe está destinada a ser alegre y dijo que Busted Halo con su “Fast Pray Give Lent Calendar” y el desafío fotográfico InstaLent tiene como objetivo transmitir eso y continuará esta Cuaresma particularmente al instar a las personas probar algo nuevo: un nuevo libro u oración, y para comunicarse con otros después de tanto aislamiento pandémico.
“No solemos pensar en la Cuaresma como un momento vibrante de conexión comunitaria”, dijo, y agregó que los católicos están “acostumbrados a la experiencia del desierto” que a menudo se asocia con la temporada. Pero esta Cuaresma, eso podría cambiar.