Por Fran Lavelle
En la última década, hemos solicitado el aporte de la iglesia joven del sínodo del Papa para jóvenes y adultos jóvenes, que se detalló en Christus Vivit (Cristo vivo), un proceso nacional de escucha de jóvenes y adultos jóvenes de la USCCB, y más recientemente el Sínodo sobre sinodalidad.
En nuestros esfuerzos diocesanos para producir un proceso de escucha, estábamos interesados en escuchar a la iglesia joven. Escuchamos mucho en nuestras sesiones de escucha locales y regionales para el Sínodo que la gente está preocupada por perder nuestra juventud.
Parece que ha sido un problema que en los últimos años ha crecido exponencialmente. Cada año, más o menos, aparece una nueva encuesta de investigación que subraya lo que ya sabemos. Muchos de nuestros jóvenes de hoy son espirituales, pero no religiosos. No rechazan la idea de Dios, pero no apoyan la religión organizada.
Este no es un problema exclusivo de los católicos, ya que otras tradiciones se enfrentan al mismo problema.
Al observar los aportes que los jóvenes han compartido con los líderes de la iglesia durante la última década, tenemos aportes más que suficientes para comenzar a buscar formas de mejorar la forma en que comunicamos nuestra fe a la iglesia joven. Como suele decir el Papa Francisco, no son la iglesia del futuro, son la iglesia del ahora. Y, como tal, debemos encontrar formas de involucrar a nuestros jóvenes y adultos jóvenes en formas que conecten la fe y la acción.
En nuestra experiencia reciente con el Sínodo sobre la sinodalidad, la iglesia joven habló y no fue tímida al compartir su perspectiva. Pidieron más oportunidades de servicio, sienten un llamado a cuidar a los pobres. Pidieron que los líderes de la iglesia, ordenados y laicos, sean más auténticos en palabras y acciones.
Específicamente, pidieron a los líderes que dejaran de ser hipócritas. Pidieron una mejor predicación que sea más relevante y aborde los problemas que importan. Pidieron que dejáramos de usar la religión para apoyar puntos de vista políticos. Quieren que la iglesia sea un mejor ejemplo de fe en acción y que sea más acogedora con los demás.
En 2017, el Diálogo Nacional de Pastoral Católica con Jóvenes inició un proceso de escucha y reflexión enfocada a comprender y potenciar la pastoral de la iglesia con los jóvenes. Muchas organizaciones nacionales colaboraron en este esfuerzo, incluida la Federación Nacional de Pastoral Juvenil Católica (NFCYM), la Asociación de Ministerios Universitarios Católicos (CCMA) y la Red Católica Nacional de Pastoral Juvenil Hispana (LaRED).
Los resultados de ese proceso identificaron claramente lo que necesita la iglesia joven. Incluido en sus hallazgos había un llamado a conectar más intencionalmente la vida de fe con las experiencias vividas por los jóvenes. Aborde la “brecha de autenticidad”. Muchas voces expresaron que la iglesia necesita mostrar más empatía y compromiso auténtico con los jóvenes. Incrementar la inversión en acompañamiento. La iglesia debe formar a más personas en “el arte del acompañamiento” con adolescentes y jóvenes adultos. Expandir el ministerio con adultos jóvenes. Re-imaginar la formación en la fe.
Hubo estímulo regular para alejarse de un modelo de salón de clases y hacia modelos de aprendizaje más relevantes con tutoría, grupos pequeños, acompañamiento, compartir la fe y testimonio auténtico. Reconsiderar la preparación para el Sacramento de la Confirmación.
Hubo un claro llamado a reexaminar y reconsiderar cómo la iglesia prepara a los jóvenes para la Confirmación. Colaborar con los padres y mejorar el ministerio familiar. Debe haber un mayor diálogo y colaboración con las familias y la iglesia doméstica, incluido el crecimiento de los ministerios intergeneracionales/familiares.
Y, por último, pero no menos importante, transformar el liderazgo del ministerio. A partir de los comentarios, fue evidente que la iglesia necesita abordar seriamente la formación, el apoyo y los recursos de los líderes ministeriales y crear una cultura de colaboración y unidad a través de las líneas ministeriales y eclesiales.
Si eres un adulto mayor, quizás estés pensando que nunca nadie te preguntó qué necesitabas de la iglesia y saliste bien. Si ahí es donde estás, te entiendo y te aprecio. Me imagino que si piensa en su propia Confirmación y se pregunta cuántos de sus amigos de la escuela secundaria o la universidad siguen siendo católicos, puede ver fácilmente la necesidad de ajustar la forma en que transmitimos la fe a la iglesia joven.
Tenga la seguridad de que no estamos reinventando doctrinas o dogmas para adaptarlos a la cultura actual. La rica belleza de la iglesia y la de la fe católica deben ser preservadas y atesoradas. Lo que estamos buscando son formas de animar nuestra fe para mantener a la iglesia joven encendida en el amor de Dios.
La realidad es que no podemos desconocer o dejar de escuchar las voces de la iglesia joven. No podemos darnos el lujo de estar ociosos con nuestra mentalidad de “siempre lo hemos hecho así…”
El futuro de la iglesia estará determinado por nuestra capacidad de atrevernos a re-imaginar cómo comunicamos nuestra fe. Creo que podemos encontrar una manera.