La Señora Justicia ha puesto su atención en el llanto del niño por nacer escondido en el refugio del vientre de su madre.
Hoy la justicia no ha abandonado a ese niño por nacer y su capacidad de sentir dolor, pero aún queda trabajo por hacer. Junto con muchos en todo nuestro país, nos unimos en oración para que ahora los estados puedan proteger a las mujeres y a los niños de la injusticia del aborto.
La Iglesia Católica ha tenido un interés personal en este asunto: la dignidad y santidad de toda vida humana.
A través de sus agencias de caridad y los esfuerzos independientes de sus miembros, la Iglesia Católica apoya a todas las mujeres además del niño en el útero.
La iglesia continuará acompañando a mujeres y parejas que enfrentan embarazos difíciles o inesperados durante los primeros años de la paternidad, a través de iniciativas como Walking with Moms in Need (Caminando con Madres Necesitadas). Con nuestros hermanos obispos, renovamos nuestro compromiso de preservar la dignidad y santidad de toda vida humana al:
• Garantizar que nuestras parroquias sean lugares de acogida para las mujeres que enfrentan embarazos difíciles
• Reconocer las necesidades de las madres embarazadas
• Ser testigos de amor y vida.
• Aumentar nuestra defensa de leyes que garanticen el derecho a la vida del no nacido, la construcción del bien común y la promoción del desarrollo humano integral.
De todas estas maneras y más, la Iglesia Católica es testigo de la santidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, y continúa trabajando para construir una cultura de vida en nuestra nación.
Para obtener más información comuníquese con la coordinadora de la Oficina del Ministerio de la Familia en la Diócesis de Jackson, a Charlene.bearden@jacksondiocese.org.
(La versión completa de la declaración está disponible en el sitio web de la diócesis)