Por Barb Fraze
WASHINGTON (CNS) – Congregaciones de religiosas de todo el mundo pueden sentirse abrumadas con el cuidado que necesitan las hermanas mayores, pero a menudo, los recursos que se dan por sentado en países desarrollados ni siquiera existen en otros países.
Por ejemplo, mientras que las congregaciones de todo el mundo brindan a sus hermanas mayores acceso a atención espiritual, solo el 11 por ciento de las monjas en Kenia tienen instalaciones con rampas de acceso y no hay equipo médico disponible. En algunos países, las religiosas ni siquiera hablan de los problemas de sus miembros mayores.
El Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado de la Universidad de Georgetown (CARA por sus siglas en inglés) está comprometido en una asociación de investigación global para identificar las necesidades de las comunidades de hermanas católicas en el cuidado de sus hermanas ancianas y enfermas en Kenia, Uganda, Zambia, Ghana, Nigeria, México y los Estados Unidos. Los investigadores han descubierto que, en muchos casos, las religiosas no se dieron cuenta de que otras congregaciones enfrentaban problemas similares.
Algunos de los investigadores hablaron con un pequeño grupo en Washington en junio. Cada comunidad religiosa ha estado “sufriendo el impacto del proceso de envejecimiento, sola”, dijo la Hermana Brenda Hernández, miembro de las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe de la Ciudad de México, quien ha estado involucrada en la investigación del proyecto de CARA. “Nos faltan instalaciones, nos falta asistencia”, así como cuidadores capacitados y dinero para ayudar a las hermanas mayores.
La hermana Bibiana Ngundo, miembro de las Hermanitas de San Francisco que realiza investigaciones en la Universidad Católica de África Oriental en Nairobi, Kenia, habló de situaciones similares que mostraron que las hermanas africanas no hablan sobre el envejecimiento.
“Las hermanas que fueron puestas en el hogar para ancianos nunca fueron preparadas”, dijo, y una incluso se negó, diciendo: “No, si me voy, me muero”. “Las hermanas deben estar preparadas a partir de los 40, 50 y 60 años”, dijo, y enfatizó que las congregaciones religiosas deben hablar sobre el envejecimiento.
La hermana de la Asunción Candida Mukundi, quien trabaja en la investigación junto con la hermana Ngundo, habló sobre el desafío de la falta de hogares para las hermanas mayores y dijo que las congregaciones podrían ayudarse. “Cada congregación cuidaba de sus propias hermanas”, dijo y, mientras participaban en la investigación, los miembros de diferentes órdenes aprendieron que podían compartir sus problemas entre sí.
Ella y sus colegas hablaron con miembros de 57 congregaciones religiosas en Kenia. Una de las primeras cosas que hicieron fue capacitar a las superioras religiosas sobre cómo completar la encuesta de formularios de Google. En la 12ª Conferencia Trienal sobre la Historia de las Mujeres Religiosas en el Centro Cushwa de la Universidad de Notre Dame a fines de junio, la Hermana Mukundi y otras personas involucradas en el proyecto presentaron algunas de sus investigaciones.
La hermana Mukundi dijo que los hallazgos fueron “una llamada de atención a las congregaciones en Kenia para que se vuelvan más agresivas en el reclutamiento de vocaciones, la sostenibilidad de las vocaciones, la preparación para la vejez, mantenerse al día con los signos de los tiempos en términos de apostolados y en el cuidado de hermanas mayores”.
Ella dijo que las monjas esperaban compartir recursos y obtener fondos para una estructura física central que permitiera a las hermanas mayores vivir en una vida comunitaria holística. Entre otras cosas, esto facilitaría que los expertos en geriatría ofrecieran servicios.
También ayudaría a aliviar parte del estrés de las hermanas. “Soy vieja y débil, pero a veces tengo que llevar agua para bañarme en un balde por falta de duchas”, dijo una monja anciana en la encuesta.