Por Tom Tracy
Catholic News Service
FORT MYERS, Florida (CNS) — El padre Patrick O’Connor, párroco de la Parroquia Jesús Obrero, situada al noroeste del centro de Fort Myers, organizaba una operación el 4 de octubre mientras se hacía camino por el salón parroquial que se encontraba repleto de ropa.
Una eficiente línea de distribución de alimentos y agua estaba en pleno funcionamiento para atender a miles de miembros de la comunidad — en su mayoría trabajadores agrícolas e hispanos — que llegaron en lo que fue el día más ocupado de distribución de suministros de emergencia desde la llegado de Ian, según reveló el padre O’Connor.
Los voluntarios de una estación de radio en español en West Palm Beach acababan de terminar de descargar una entrega de suministros donados cuando el padre O’Connor se acercó para ofrecer abrazos y una bendición — y para tomar parte en la foto grupal con el personal de la estación de radio.
“Hicieron correr la voz por nosotros y nos trajeron cinco camiones llenos de agua, alimentos, ropa, y artículos para bebés, pañales, y productos femeninos, y todo tipo de cosas que la gente necesita en este momento, especialmente en East Fort Myers, que fue golpeado tan duramente”, expresó el padre O’Connor sobre la entrega de la estación de radio.
Esta fue una labor que el mismo sacerdote y la despensa de alimentos de la parroquia desempeñaron después del huracán Irma de 2017; ahora estaban haciéndolo de nuevo después del aún más devastador huracán Ian de categoría 4 que arrasó el suroeste de Florida después de tocar tierra una semana antes en la costa oeste del estado.
“Esta es una comunidad muy pobre en esta parte de Fort Myers, y realmente no pueden evacuar como otras personas, por lo que están un poco atrapados”, manifestó el sacerdote, quien es un oblato de San Francisco de Sales.
El total de muertes solo en el área del condado de Lee, que incluye la ciudad de Fort Myers, se estimó en 45. El número de muertes en Florida es mucho más alto, y se espera que las cifras sigan aumentando.
El padre O’Connor dijo que su comunidad inmigrante, compuesta en su mayoría por trabajadores mexicanos y centroamericanos, es la que más necesita donaciones de alimentos y agua en este momento, ya que la situación de la cadena de suministro no ha sido muy buena.
Según los informes, la ciudad de Fort Myers tiene agua, pero ha advertido que sigue contaminada y no es seguro consumirla sin hervir en este momento. El padre O’Connor señaló que las personas en esta comunidad no pueden darse el lujo de conducir a otras comunidades para comprar suministros.
“Parte del condado aún no tiene agua ni para las casas, han pasado días sin agua en algunas casas”, indicó el sacerdote. La hermana María Isabela Jaimes, una Hermana Franciscana de María Inmaculada de Bucaramanga, Colombia, que estaba ayudando en la Iglesia Jesús Obrero, dijo que nunca había experimentado una crisis de huracán hasta el paso de Irma.
“Gracias a Dios estoy viva, pero es porque pude evacuar antes de la tormenta”, dijo la hermana. “Pero sí me siento muy cerca al sufrimiento de mis hermanos y hermanas a causa de este huracán, y me he dado cuenta de la grandeza de Dios, pero también del respeto por el poder de la naturaleza”.
La hermana Jaimes dijo que la comunidad estaba relativamente de buen ánimo una semana después, cuando pasaron al modo de recuperación. “Veo a la gente aceptando la voluntad de Dios, ahora están en paz, están tranquilos”, acotó. “Vienen por bienes (donados), pero lo que realmente necesitan es solidaridad y paz interior, y comunidad”.
En el cercano Centro de Caridades Católicas Elizabeth Kay Galeana en Fort Myers, Alex Olivares, director regional de Caridades Católicas de la Diócesis de Venice, ayudó con la distribución de agua y suministros de emergencia. Los equipos de remoción de árboles y las compañías eléctricas cercanas estaban ocupados con proyectos de limpieza. “Esta tormenta nos golpeó muy fuerte; algunas personas la esperaban, pero la mayoría no, así que todos están luchando. Mucha gente todavía no tiene agua ni electricidad”, expresó Olivares.
En comparación con el huracán Irma, Olivares dijo que pensaba que el huracán Ian iba a ser menos severo, pero parece haber sido mucho peor para esta comunidad latina y afroamericana conocida localmente como Dunbar. Un empleado local de Caridades Católicas perdió toda su casa debido a las inundaciones, dijo Olivares. “El daño ha sido catastrófico en algunas áreas; partes de Fort Myers han quedado realmente destrozadas”, dijo.
Mientras tanto, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, según se informa, dijo que las reparaciones en el puente de Pine Island deberían completarse para el final de la semana para que la remoción de escombros y los equipos de servicios públicos puedan avanzar a restablecer la energía. Pine Island es una de las islas de barrera más afectadas por el huracán Ian, junto con Sanibel, que se espera que permanezca en gran medida inaccesible después de que Ian destruyó la calzada.
Fort Myers Beach también fue severamente dañada por Ian; DeSantis la describió como una zona de desastre total. Muchas comunidades desde el norte de Nápoles hasta Sarasota y más allá todavía esperan que se restablezca la energía. Un periódico informó que alrededor de una cuarta parte de los 2.2 millones de cortes de energía se han restablecido en los días transcurridos desde que Ian tocó tierra. El Departamento de Manejo de Emergencias de Florida también desplegó unas 11 estaciones de depósito de combustible en todo el estado, y se desplegó un camión de combustible móvil en la ciudad interior de Arcadia, que está muy afectada, para ayudar a los residentes sin acceso a combustible.
El gobernador también anunció la apertura del primer Centro de Recuperación por Desastre para los floridanos afectados por el huracán Ian en la Biblioteca Regional de Lakes en Fort Myers. El padre O’Connor instó a que los suministros de agua y alimentos se dirijan a las comunidades rurales y de trabajadores agrícolas como la suya.
“Estas son personas muy trabajadoras”, dijo el padre O’Connor. “Trabajan en restaurantes, construcción, paisajismo, son cocineros, chefs, cuadrillas de caminos, hacen todo el trabajo pesado; trabajadores agrícolas: son la columna vertebral de la comunidad y son los que limpiarán todo después de esto y serán parte fundamental e importante de la reconstrucción de toda la comunidad”. “En este momento están en crisis y necesitan mucha ayuda”, agregó.