Por Cindy Wooden
VATICAN CITY (CNS) – El mensaje final del Papa Retirado Benedicto XVI a los católicos de todo el mundo fue: “¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!”
A menos de 10 horas de informar al mundo que el papa de 95 años había muerto el 31 de diciembre, la oficina de prensa del Vaticano publicó su testamento espiritual, una declaración de fe y acción de gracias.
A diferencia del testamento espiritual de San Juan Pablo II, el del Papa Benedicto no incluyó instrucciones para su funeral o entierro y no mencionó lo que debería suceder con sus pertenencias.
“A todos aquellos a quienes he agraviado de alguna manera, les pido perdón de corazón”, escribió el Papa Benedicto.
Escrito en alemán y con fecha del 29 de agosto de 2006 – en el segundo año de su pontificado de casi ocho años – el Papa Benedicto XVI escribió con gran afecto de sus padres, su hermana y su hermano, la belleza de Baviera y su fe en Dios.
“Si en esta última hora de mi vida miro hacia atrás, a las décadas que he vivido, primero veo cuántas razones tengo para dar gracias”, escribió en el documento cuando tenía 79 años.
“Ante todo, agradezco a Dios mismo, dador de todo bien, que me dio la vida y me guió en diversos momentos de confusión, siempre me levantó cuando empezaba a resbalar y siempre me devolvió la luz de su semblante,” dijo. “En retrospectiva, veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y agotadores de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien”.
Nacido en 1927, Joseph Ratzinger se crió en una Alemania que luchaba por recuperarse de la Primera Guerra Mundial; Adolf Hitler llegó al poder cuando el futuro papa tenía solo 7 años.
En su testamento, agradeció a sus padres, “quienes me dieron la vida en una época difícil y quienes, a costa de grandes sacrificios, con su amor me prepararon un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina mis días hasta el día de hoy … La clara fe de mi padre nos enseñó a nosotros los hijos a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros académicos”, dijo. “La piedad sincera y la gran bondad de mi madre son un legado por el que no puedo agradecerle lo suficiente”.
El Papa Benedicto le dio gracias a Dios por los muchos amigos, tanto hombres como mujeres, que había tenido a su lado, y por sus maestros y alumnos, con muchos de los cuales siguió reuniéndose en los últimos años de su vida.
Un papa conocido por su preocupación por el medio ambiente, él agradeció a Dios por la belleza de su tierra natal bávara, “en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo … Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe”, escribió antes de suplicar a sus compatriotas alemanes que no permitan que nada los aleje de la fe. “Y, finalmente”, escribió, “doy gracias a Dios por toda la belleza que experimenté en cada etapa de mi recorrido, especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria”.
Dirigiéndose a toda la Iglesia, el Papa Benedicto instó a los católicos a aferrarse a su fe y no permitir que la ciencia o la investigación sacudan los cimientos de su creencia. “A menudo parece como si la ciencia, las ciencias naturales por un lado y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura) por el otro, fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica”, dijo.
Pero aseguró a quienes leyeron el documento que a lo largo de su vida había visto a la ciencia ofrecer “aparentes certezas contra la fe” para luego verlas desvanecerse, “demostrando no ser ciencia, sino de interpretaciones filosóficas que sólo parecen pertenecer a la ciencia”.
Al mismo tiempo, dijo, “es en diálogo con las ciencias naturales que también la fe ha aprendido a comprender mejor el límite del alcance de sus pretensiones y, por tanto, su especificidad”.
En 60 años de estudio y observación teológica, dijo, había visto colapsar tesis “inamovibles”, incluidas las ofrecidas por la “generación marxista” de teólogos.
“Vuelve a surgir lo razonable de la fe y está emergiendo de nuevo”, escribió. “Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”.
Por último, el Papa Benedicto escribió: “Pido humildemente: oren por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados e insuficiencias, me reciba en la morada eterna”.