Por Eduardo Campos Lima
SÃO PAULO (OSV News) – La grave crisis de salud y hambre que afecta al pueblo indígena yanomami en el estado de Roraima llevó a la Iglesia brasileña a coordinar codo a codo con agencias gubernamentales y organizaciones indígenas para brindar alimentos y atención médica a los enfermos.
Más allá de las acciones de emergencia, varias voces católicas están exigiendo que las autoridades que permitieron que la situación llegara a este punto rindan cuentas por sus fechorías. Eso incluye al expresidente Jair Bolsonaro, quien ha estado en Florida desde su último día en el cargo, el 31 de diciembre.
La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB por sus siglas en portugués) donó $70,000 para pagar por kits de alimentos y medicinas, con el apoyo de Adveniat, la organización benéfica episcopal alemana para América Latina y el Caribe. Diócesis y movimientos eclesiásticos de todo el país sudamericano han estado recaudando fondos entre los feligreses y enviándolos a Roraima.
“Hay un número creciente de personas que piden a la Iglesia que reciba sus donaciones para los yanomamis. La sociedad brasileña está profundamente movilizada con su problema y está dispuesta a ayudar”, dijo Antonio Eduardo de Oliveira, secretario general del Consejo Misionero Indígena de la CNBB (conocido como CIMI).
(arriba) Consejo Misionero Indígena de los obispos brasileños teme que al menos cinco grupos indígenas aislados, similares a este, estén en riesgo inminente de ser exterminados en la selva amazónica. (Foto CNS/Gleilson Miranda, cortesía de FUNAI) (izq.) Los indígenas de la tribu Munduruku aparecen en una foto de archivo durante una manifestación en Brasilia, Brasil, para solicitar la demarcación de las tierras indígenas en la selva amazónica. (Foto del CNS/Adriano Machado, Reuters)
El 31 de enero, el Cardenal Leonardo Steiner, quien encabeza la Arquidiócesis de Manaus, visitó al pueblo Yanomami en Boa Vista, la capital de Roraima, y se reunió con líderes indígenas.
“En los hospitales, muchos yanomamis todavía están en estado crítico debido a la malaria y el hambre. Pero en las clínicas de salud donde ahora se encuentran algunos de los niños, ya los podemos ver jugando, lo que es una buena señal de recuperación”, dijo a OSV News.
Según los líderes yanomami escuchados por el cardenal Steiner, la crisis actual es el resultado del desmantelamiento de los servicios de salud que el gobierno brindaba a los indígenas en los últimos años y de la invasión de su territorio por parte de mineros ilegales.
“Me dijeron que varias unidades de salud dentro del territorio yanomami fueron abandonadas en los últimos años. Parte de ellas incluso fueron ocupadas por mineros ilegales”, expresó el cardenal.
Hay un número estimado de 20,000 mineros ilegales que operan en la región. Según analistas, cuentan con el respaldo de poderosos grupos financieros, los cuales les proporcionan maquinaria y aviones para apoyar sus actividades.
“Destruyen gradualmente la selva tropical y las corrientes de agua. La mayoría de los ríos del territorio están contaminados con mercurio, lo que afecta directamente la salud de los yanomamis”, describió el Cardenal Steiner.
Los Yanomami viven desde hace siglos en un territorio ahora dividido entre Brasil y Venezuela, en la Amazonía. Establecieron el primer contacto con la sociedad brasileña no indígena en las primeras décadas del siglo XX, pero solo en la década de 1960 se estableció una relación regular, en su mayoría mediada por misioneros católicos y protestantes.
Las iniciativas gubernamentales de explotación económica en su territorio comenzaron durante la dictadura militar (1964-85) en la década de 1970. Durante la década siguiente, unos 40,000 mineros ilegales invadieron el territorio yanomami en busca de oro.
En la década de 1990, la mayoría de ellos fueron echados de la región. En los últimos cuatro años comenzó una nueva ola de minería ilegal, esta vez con más maquinaria y apoyo aéreo. Al menos 26,000 mineros ilegales operaron allí durante la administración de Bolsonaro, más que el número de yanomami, que se estima es de 20,000 personas.
Las enfermedades traídas por los mineros – incluida la malaria y la contaminación por metales pesados – han causado cientos de muertes. Según la ministra de Pueblos Indígenas de Lula, Sônia Guajajara, 570 niños yanomami murieron en los últimos cuatro años, 100 de ellos en 2022.
Organizaciones yanomami han realizado numerosas denuncias de amenazas y violencia contra los aldeanos en los últimos años, pero la administración Bolsonaro nunca tomó medidas al respecto.
“Desde su campaña presidencial en 2018, e incluso antes de eso, Bolsonaro incentivó las acciones de los mineros ilegales. Siempre dijo que Roraima está sentado sobre oro. Fue elegido en 2018 prometiéndoles que serían capaces de llevar a cabo sus actividades,” dijo a OSV News Laurindo Lazzaretti, un exsacerdote que vivió entre los yanomamis durante más de una década y ahora es un agente pastoral en la región.
Las grandes fosas causadas por la minería en el territorio yanomami concentran las aguas pluviales y crean el ambiente perfecto para la reproducción de los mosquitos de la malaria. Debido a eso ha habido un aumento en el número de casos de dicha enfermedad y en el número de muertes.
“Las zonas de minería también tienen cantinas y prostitución. Las mujeres yanomamis han sido continuamente objeto de explotación sexual”, lamentó el cardenal Steiner.
Describió el caso de una mujer que fue secuestrada, prostituida por mineros y quedó embarazada. Poco después del nacimiento, los delincuentes se llevaron al niño.
“La mujer terminó suicidándose. Ese es el tipo de drama humano que ha estado ocurriendo allí”, dijo el cardenal.
Tanto las organizaciones indígenas locales como los activistas de la Iglesia que trabajan con ellas ahora tienen la esperanza de que la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva actúe para abordar estas problemáticas.
“Creemos que ahora tenemos una oportunidad. Necesitamos promover la eliminación completa de los mineros ilegales del territorio yanomami”, dijo de Oliveira a OSV News.
Para el Cardenal Steiner, también es necesario llevar ante la justicia y responsabilizar a las autoridades que no actuaron en el pasado.
“Es una región lejana e inaccesible. Sin embargo, uno no puede entender cómo – considerando nuestro nivel tecnológico actual y los medios y recursos con los que cuenta el país – 570 (niños) yanomami pudieron ser abandonados y dejados morir”, dijo el Cardenal Steiner.
De Oliveira cree que Bolsonaro y miembros de su administración pueden ser acusados y juzgados por genocidio.
“No hicieron nada para cambiar la situación de los yanomamis y crearon este caos”, dijo.