Por Justin McLellan
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – El Evangelio llama a los cristianos a poner a los ancianos en el centro de sus vidas y no a marginarlos de las familias, la política, y los mercados financieros que los destierran como “desechos no rentables” de la sociedad, expresó el Papa Francisco.
“No vaya a suceder que, a fuerza de seguir a toda velocidad los mitos de la eficiencia y del rendimiento, seamos incapaces de frenar para acompañar a los que les cuesta seguir el ritmo”, dijo en su homilía durante la Misa del Día Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores en la Basílica de San Pedro el 23 de julio.
Personas mayores en sillas de ruedas estaban sentadas en la primera fila frente al altar y junto al Papa Francisco. Varios abuelos con niños pequeños estaban dispersos entre las aproximadamente 6,000 personas presentes en la basílica.
“Necesitamos una nueva alianza entre los jóvenes y los ancianos”, señaló el Papa Francisco en su homilía.
“En este intercambio fecundo aprendemos la belleza de la vida, construimos una sociedad fraterna, y en la Iglesia, permitimos el encuentro y el diálogo entre la tradición y las novedades del Espíritu,” afirmó.
El tema de la celebración de este año fue “Su misericordia es de generación en generación”, tomado del Evangelio de San Lucas.
En su homilía, el papa relacionó el papel de los ancianos en la sociedad con las tres parábolas que Jesús narra en el Evangelio según San Mateo.
Los ancianos, quienes han “realizado ya un largo trecho en el camino de la vida”, son ejemplos de cómo abrazar la belleza de la vida, así como sus desafíos.
“La ancianidad es un tiempo bendecido también para esto, es la estación para reconciliarse, para mirar con ternura la luz que se expandió a pesar de las sombras, en la confiada esperanza de que el buen trigo sembrado por Dios prevalecerá sobre la cizaña con la que el diablo ha querido infestarnos el corazón,” afirmó el papa.
Después de la Misa, cinco personas mayores en la Basílica de San Pedro entregaron simbólicamente una cruz de peregrino a cinco jóvenes que viajarían a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal, programada del 1 al 6 de agosto.
El gesto representa el compromiso de los ancianos de “rezar por los jóvenes que parten y acompañarlos con su bendición.”
El Papa Francisco afirmó que los abuelos y los nietos “crecen juntos” como el árbol y los pájaros que se instalan en sus ramas, donde “aprenden el calor del hogar y experimentan la ternura de un abrazo”.