Por Cindy Wooden
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – El Papa Francisco dijo que sabe que la gente se pregunta por qué viajó cerca de 6.000 millas a Mongolia para visitar una comunidad católica de sólo 1.450 personas.
“Porque es precisamente ahí, lejos de los reflectores, que a menudo se encuentran los signos de la presencia de Dios, el cual no mira a las apariencias, sino al corazón,” dijo a miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro para su audiencia general semanal el 6 de septiembre.
Siguiendo su práctica habitual de hablar sobre un viaje en la primera audiencia tras su regreso, el Papa dijo que, durante su estancia del 1 al 4 de septiembre en la capital del país, Ulán Bator, se encontró con “una Iglesia humilde pero una Iglesia feliz, que está en el corazón de Dios”, pero que estaba emocionada por encontrarse en el centro de la atención de la Iglesia universal durante unos días.
“He estado en el corazón de Asia, y me ha hecho bien”, dijo el Papa.
Los misioneros que llegaron a Mongolia en 1992 “no fueron allí a hacer proselitismo”, dijo el Papa. “Fueron allí a vivir como el pueblo mongol, a hablar su lengua, la lengua de la gente, a aprender los valores de ese pueblo y a predicar el Evangelio en estilo mongol, con palabras mongolas”.
La universalidad de la Iglesia Católica, dijo, no es algo que “homologa” la fe. “Esta es la catolicidad: una universalidad encarnada, ‘inculturada’ que acoge el bien ahí donde vive y sirve a la gente con la que vive”, dijo el Papa. “Es así cómo vive la Iglesia: testimoniando el amor de Jesús con mansedumbre, con la vida antes que, con las palabras, feliz por sus verdaderas riquezas: el servicio del Señor y de los hermanos”.
La Iglesia Católica reconoce a Dios actuando en el mundo y en las demás personas, dijo. Su visión y su corazón, son tan amplios como el cielo de la estepa mongola.
El grupo internacional de misioneros que trabaja en Mongolia ha descubierto “las bellezas que ya hay”, afirmó. “Yo también pude descubrir algo de esta belleza” conociendo a la gente, escuchando sus historias y “apreciando su búsqueda religiosa”.
“Mongolia tiene una gran tradición budista, con muchas personas que en el silencio viven su religiosidad de forma sincera y radical, a través del altruismo y la lucha a las propias pasiones”, dijo el Papa.
“¡Pensemos en cuántas semillas de bien, desde lo escondido, hacen brotar el jardín del mundo, ¡mientras habitualmente escuchamos hablar solo del ruido de los árboles que caen!”
El Papa Francisco dijo que una cosa muy clara era cómo el pueblo mongol “custodia las raíces y las tradiciones, respeta a los ancianos y vive en armonía con el ambiente.