Por David Agren
BUENOS AIRES (OSV News) — Nicaragua ha expulsado a una docena de sacerdotes que habían estado detenidos como presos políticos, mientras el régimen cada vez más tiránico continúa enviando al clero al exilio y cometiendo actos de represión contra la Iglesia Católica.
Los 12 sacerdotes embarcaron en un vuelo con destino a Roma el 18 de octubre, después de que Nicaragua y el Vaticano llegaran a un acuerdo para su liberación, según un comunicado del gobierno nicaragüense. Los sacerdotes “serán recibidos por la Secretaría de Estado del Vaticano”, según el comunicado, que calificó el proceso como “un esfuerzo para preservar la paz y el apoyo de la comunidad católica”.
El encarcelado obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, que cumple una condena de 26 años por conspiración y difusión de información falsa — tras un juicio plagado de irregularidades a principios de este año — no figura entre los religiosos expulsados del país centroamericano.
El obispo Álvarez se ha negado reiteradamente a abandonar Nicaragua. Se desconoce su estado de salud.
“Puedo confirmar que se ha pedido a la Santa Sede que reciba a 12 sacerdotes de Nicaragua recientemente liberados. La Santa Sede ha aceptado; serán recibidos por un funcionario de la Secretaría de Estado”, declaró el 19 de octubre Matteo Bruni, portavoz del Vaticano.
El acuerdo, anunciado la noche del 18 de octubre, fue “logrado con la intercesión de Altas Autoridades de la Iglesia Católica en Nicaragua y en el Vaticano”, según el comunicado nicaragüense.
También se produjo tras una ola de represión contra el clero católico, especialmente en la Diócesis de Estelí, donde el obispo Álvarez es administrador apostólico.
Varios sacerdotes fueron detenidos por la policía y los paramilitares durante los primeros nueve días de octubre, y la mayoría fueron sacados de sus parroquias o residencias parroquiales por la policía y los paramilitares.
El comunicado del gobierno identificaba a los sacerdotes recientemente detenidos y exiliados como los padres Julio Ricardo Norori Jiménez, Cristóbal Reynaldo Gadea Velásquez, Álvaro José Toledo Amador, José Iván Centeno Tercero, Pastor Eugenio Rodriguez Benavidez, Yessner Cipriano Pineda Meneses y Ramón Angulo Reyes.
Los sacerdotes se encontraban bajo arresto domiciliario en un seminario de Managua, según medios de comunicación independientes nicaragüenses, pero fueron trasladados a la tristemente célebre prisión de El Chipote el 15 de octubre. Defensores de los derechos humanos han condenado el deplorable trato que reciben los presos políticos en El Chipote y han documentado casos de tortura y desnutrición entre los reclusos.
Entre los sacerdotes exiliados figura el padre Manuel Salvador García Rodríguez, condenado a dos años de prisión en 2022 por supuestamente amenazar a cinco personas con un arma, según la organización de noticias independiente Confidencial.
También fueron exiliados el padre José Leonardo Urbina Rodríguez, detenido por supuestos abusos a menores en 2022; el padre Jaime Iván Montesinos Sauceda, detenido en mayo acusado de atentar contra la soberanía nacional; y el padre Fernando Israel Zamora Silva, detenido en junio tras asistir a una misa celebrada por el cardenal Leopoldo Brenes de Managua.
El padre Osman José Amador Guillén, ex director de Cáritas en la diócesis de Estelí, que fue sacado por la policía antidisturbios de la catedral de Estelí en septiembre, según el diario nicaragüense La Prensa, y el padre Eugenio Rodríguez Benavides, que fue llevado para ser interrogado sobre el funcionamiento de Cáritas en la diócesis de Estelí, también se encuentran entre los sacerdotes obligados a abandonar el país. (La sede de Cáritas se cerró por orden del gobierno en marzo de 2023).
Nicaragua había suspendido previamente las relaciones con el Vaticano en marzo de 2022 y había expulsado al entonces nuncio apostólico, el arzobispo Waldemar Stanislaw Sommertag. Posteriormente, el Vaticano cerró su embajada en marzo.
El Papa Francisco ha descrito el régimen del presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, como una “dictadura grosera” y lo ha comparado con el régimen nazi, pero también ha pedido que continúe el diálogo.
El régimen se ha vuelto cada vez más totalitario al suprimir los espacios para la sociedad civil organizada y silenciar todas las voces disidentes en los ámbitos religioso, empresarial, mediático y político, además de cerrar universidades y proyectos benéficos gestionados por la Iglesia y revocar el registro de unas 3.500 organizaciones no gubernamentales.
También ha optado por desterrar del país a sacerdotes y disidentes políticos, enviándolos al exilio y despojándolos de su ciudadanía.
El más reciente exilio de clérigos “demuestra que ninguno de los delitos que se imputaron a los sacerdotes son reales, todos fueron inventados”, dijo Martha Molina, una abogada nicaragüense exiliada que sigue la represión eclesiástica, en un hilo en X, el sitio antes conocido como Twitter.
“La dictadura está demostrando que ellos lo que quieren es ahogar y desaparecer a la iglesia católica junto con sus integrantes”, agregó. “Este desplazamiento no significa el cese de hostilidades. Las agresiones continuarán y posiblemente los encarcelamientos también”.
(David Agren, quien escribe para OSV Noticias desde la Ciudad de México, se encuentra actualmente en Buenos Aire)