Por Cindy Wood
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – Un informe que resume los debates de la asamblea del Sínodo de los Obispos afirma que la Iglesia puede necesitar enfoques pastorales más acogedores, especialmente para las personas que se sienten excluidas, pero también reconoce el temor a traicionar las enseñanzas y prácticas tradicionales de la Iglesia.
Entre los temas abordados en el informe figuran los abusos sexuales cometidos por parte del clero, el papel de la mujer en la Iglesia, la ayuda a los pobres y el propio concepto de la “sinodalidad”.
La asamblea, con 364 miembros con derecho a voto – 365 contando al Papa Francisco – se reunió en sesiones de trabajo seis días a la semana, del 4 al 28 de octubre, tras un retiro de tres días fuera de Roma. Estaba previsto que se reunieran con el Papa el 29 de octubre para la Misa de clausura de la asamblea.
Tras concluir la votación de la síntesis, el Papa dijo que quería recordar a todos que “el protagonista del sínodo es el Espíritu Santo”. Dio brevemente las gracias a los responsables del Sínodo y se unió a los miembros de la asamblea para dar gracias a Dios. Los debates de la asamblea preparan el terreno para un periodo de reflexión de un año que culminará en la segunda y última asamblea sinodal, a finales de 2024, sobre el mismo tema.
El informe de síntesis de alrededor de 41 páginas, votado párrafo por párrafo el 28 de octubre, describe su propósito como la presentación de “las convergencias, las cuestiones que deben abordarse y las propuestas surgidas del diálogo” sobre cuestiones debatidas bajo los epígrafes de sinodalidad, comunión, misión y participación.
Todos los puntos del informe fueron aprobados por al menos dos tercios de los miembros presentes que tenían derecho a voto, según informaron los responsables del Sínodo. Publicaron una lista completa de los votos.
Dentro de los temas del sínodo, los miembros examinaron el papel de la mujer en la Iglesia, incluida la toma de decisiones, y la posibilidad de ordenar mujeres diáconos. El informe (cuya versión oficial fue publicada en italiano) pedía más “investigación teológica y pastoral sobre el acceso de las mujeres al diaconado”, incluyendo una revisión de las conclusiones de las comisiones que el Papa Francisco creó en 2016 y 2020.
El párrafo, uno de muchos párrafos que tocaron el tema de las mujeres y el diaconado – fue aprobado por 279 votos a favor y 67 en contra, más de los dos tercios necesarios, pero aún así fue uno de los párrafos que obtuvo uno de los votos negativos más elevados.
Entre los miembros de la asamblea, según el informe, algunos pensaron que la idea de mujeres diáconos sería una ruptura con la tradición, mientras que otros insistieron en que “restauraría una práctica de la Iglesia primitiva”, incluso en la época del Nuevo Testamento, que menciona a las mujeres diáconos.
“Otros ven en este paso una respuesta adecuada y necesaria a los signos de los tiempos, fiel a la Tradición y capaz de encontrar eco en los corazones de muchos que buscan una renovada vitalidad y energía en la Iglesia”, decía el informe. Pero, añadía el informe, algunos miembros pensaban que eso haría “que la Iglesia se alinee con el espíritu de los tiempos”.
El párrafo sobre la manera en que varios miembros expresaron su apoyo u oposición sobre el tema del diaconado de mujeres también fue aprobado por más de dos tercios de aprobación, pero recibió más votos negativos que cualquier otro punto, pasando con 277 votos a favor y 69 en contra.
Los miembros de la asamblea también debatieron enfoques pastorales para acoger e incluir en la vida de las parroquias a personas que se han sentido excluidas, como los pobres, las personas con discapacidades, los católicos LGBTQ+ y los católicos cuyos matrimonios no son reconocidos por la Iglesia.
El informe de síntesis no utilizó el término “LGBTQ+” ni siquiera “homosexualidad” y sólo hablaba en general de cuestiones relacionadas con “la identidad de género y la orientación sexual”.
El padre jesuita James Martin, un miembro del sínodo involucrado en el acercamiento a los católicosLGBTQ+, dijo a Catholic News Service: “Por lo que entiendo, hubo demasiada oposición para hacer viable el uso del término ‘LGBTQ’, a pesar de que estaba contenido en el ‘Instrumentum Laboris'”, o documento de trabajo del sínodo.
“Esta oposición surgió a menudo en las sesiones plenarias, junto con otros que argumentaban desde el otro lado, es decir, a favor de una mayor inclusión y de ver a las personas LGBTQ como personas y no como una ideología”, dijo.
La síntesis dijo que “para desarrollar un auténtico discernimiento eclesial en estos y otros ámbitos, es necesario integrar, a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio, una base informativa más amplia y un componente reflexivo más articulado”.
“Para evitar la repetición de fórmulas convencionales, hay que inculcar la confrontación con el punto de vista de las ciencias humanas y sociales, la reflexión filosófica y la elaboración teológica”, añadió. Las divergencias en la asamblea, decía, reflejaban preocupaciones opuestas: que “si utilizamos la doctrina con dureza y con actitud sentenciosa, traicionamos el Evangelio; si practicamos una misericordia ‘barata’ no transmitimos el amor de Dios”.
Aún así, decía, “de distintas maneras, las personas que se sienten marginadas o excluidas de la Iglesia por su situación matrimonial, su identidad o su sexualidad, también piden ser escuchadas y acompañadas. En la Asamblea se percibió un profundo sentimiento de amor, misericordia y compasión hacia las personas que son o se sienten heridas o desatendidas por la Iglesia, que desean un lugar al volver ‘a casa’ y donde sentirse seguras, escuchadas y respetadas, sin miedo a sentirse juzgadas”. El informe hacía hincapié en la “escucha” que tuvo lugar a nivel local, nacional y continental antes de la asamblea y en la “conversación en el Espíritu” que tuvieron lugar durante la misma, en las que cada persona hablaba en su pequeño grupo, los demás participantes comentaban al principio sólo lo que les llamaba la atención, se reflexionaba en silencio y luego se discutía.
En varios lugares del informe, los miembros de la asamblea insistieron en la necesidad de redoblar los esfuerzos para escuchar a los sobrevivientes de abusos sexuales por parte del clero y a quienes han sufrido abusos espirituales o psicológicos.
“La apertura para escuchar y acompañar a todos, incluidos los que han sufrido abusos y heridas en la Iglesia, ha hecho visibles a muchos que durante mucho tiempo se han sentido invisibles”, se afirmó en el informe. “Nos queda un largo camino hacia la reconciliación y la justicia, que requiere abordar las condiciones estructurales que permitieron tales abusos y realizar gestos concretos de penitencia”.
Los miembros de la asamblea afirmaron que el proceso les ayudó a experimentar la Iglesia como “el hogar y la familia de Dios, una Iglesia más cercana a las vidas de su pueblo, menos burocrática y más relacional”. Sin embargo, dijo, los términos “sinodal” y “sinodalidad”, que “se han asociado a esta experiencia y deseo”, necesitan una mayor clarificación, incluida la teológica y, tal vez, en el derecho canónico.
Algunos participantes cuestionaron que una asamblea en la que alrededor del 21% de los participantes eran mujeres laicas, hombres laicos, religiosos y sacerdotes pudiera denominarse Sínodo de Obispos. El informe también reconocía temores, como el de que “se cambie la enseñanza de la Iglesia, alejándose de la fe apostólica de nuestros padres y, al hacerlo, traicionando las expectativas de quienes aún hoy tienen hambre y sed de Dios”.
En respuesta, sin embargo, los miembros de la asamblea dijeron: “Estamos convencidos de que la sinodalidad es una expresión del dinamismo de la Tradición dinámica viva”. “Está claro que algunos temen que se les obligue a cambiar; otros temen que nada cambie y que haya demasiado poco coraje para avanzar al ritmo de la Tradición viva”, dijo el informe.
“Además”, añadió, “la perplejidad y oposición esconden también el temor a perder el poder y los privilegios que éste conlleva”.
Los miembros de la asamblea describieron el proceso sinodal como “enraizado en la Tradición de la Iglesia” y teniendo lugar a la luz de la enseñanza del Concilio Vaticano II, en particular su énfasis en “la Iglesia como Misterio y Pueblo de Dios, llamada a la santidad”.
La sinodalidad, decían, “valora la contribución de todos los bautizados, en la variedad de sus vocaciones”, y así “constituye un verdadero acto de recepción ulterior del Concilio”. El informe también insistió en que la finalidad de la sinodalidad es la misión.
“Como discípulos de Jesús, no podemos eludir la tarea de mostrar y transmitir a una humanidad herida el amor y la ternura de Dios”, decía el informe.
A lo largo del proceso sinodal, según el informe, “muchas mujeres expresaron su profunda gratitud por la labor de sacerdotes y obispos. Pero también hablaron de una Iglesia que duele. El clericalismo, el machismo y el uso inadecuado de la autoridad siguen marcando el rostro de la Iglesia y dañando la comunión”.