Por Justin McLellan, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Si bien los obispos pueden adoptar un enfoque cauteloso respecto al documento del Vaticano sobre la bendición de parejas del mismo sexo u otras parejas no casadas, no deben negar a sus sacerdotes la posibilidad de discernir e impartir bendiciones a las personas que lo soliciten, dijo la oficina doctrinal del Vaticano.
“La prudencia y la atención al contexto eclesial y a la cultura local podrían admitir diversos modos de aplicación, pero no una negación total o definitiva de ese paso que se está proponiendo a los sacerdotes”, dijo un comunicado de prensa emitido el 4 de enero por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Cada obispo tiene la responsabilidad de discernir la aplicación local de la declaración “Fiducia Supplicans” (“Confianza suplicante”) sobre “el sentido pastoral de las bendiciones”, firmada por el Papa Francisco y publicada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe el 18 de diciembre, pero un obispo no debe negar a los sacerdotes la capacidad de bendecir a las personas que acuden a ellos, dice el comunicado de prensa.
Firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del dicasterio, el comunicado decía que esperaba “ayudar a clarificar” la recepción de la “Fiducia Supplicans” entre las conferencias episcopales.
Además de provocar tanto indignación como celebración en las redes sociales, la declaración fue recibida por las conferencias episcopales con reacciones que iban desde la aceptación de las recomendaciones hasta la prohibición rotunda de su aplicación por parte de los sacerdotes locales.
Muchas conferencias episcopales de países occidentales, subrayando que la declaración no cambiaba la doctrina católica sobre el matrimonio, reaccionaron positivamente al documento. Pero otras, sobre todo en África, se opusieron frontalmente. La Conferencia Episcopal de Zambia emitió una declaración el 20 de diciembre en la que afirmaba que el documento del Vaticano debía “tomarse como objeto de reflexión y no para su aplicación en Zambia”. En Malawi, la conferencia episcopal ordenó que “las bendiciones de cualquier tipo para uniones del mismo sexo de cualquier tipo no están permitidas en Malawi”.
El obispo Robert E. Barron, presidente del Comité de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Jóvenes de los obispos de Estados Unidos, dijo en una declaración el 21 de diciembre que el documento “de ninguna manera pide un cambio en la enseñanza de la Iglesia respecto al matrimonio y la sexualidad”.
El obispo Georg Bätzing, presidente de la conferencia episcopal alemana, escribió el 18 de diciembre que acogía con satisfacción el documento y estaba “agradecido por la perspectiva pastoral que adopta”.
El obispo Oscar Ojea, presidente de la conferencia episcopal argentina, dijo el 30 de diciembre que preguntar sobre la vida moral de alguien que pide una bendición estaría “totalmente fuera de contexto”, y conjeturó que los obispos y ministros que no están de acuerdo con las orientaciones del Vaticano sobre las bendiciones no han tenido la experiencia de presenciar a alguien que simplemente pide la ayuda de Dios o, tal vez, ni siquiera han reconocido la necesidad de la misericordia de Dios en sus propias vidas.
Las declaraciones de las conferencias episcopales “no pueden interpretarse como una oposición doctrinal”, afirmó el comunicado del dicasterio del 4 de enero, ya que la “Fiducia Supplicans” establece claramente la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio y la sexualidad.
“No habría lugar para distanciarse doctrinalmente de esta Declaración ni para considerarla herética, contraria a la Tradición de la Iglesia o blasfema”, decía la declaración.
Aun así, reconoció que, si bien en algunos lugares “no se advierten dificultades” para la aplicación inmediata de la declaración, “en otros ven la necesidad de no innovar” o esperar a disponer de más tiempo para su estudio y para la catequesis.
Algunos obispos han prohibido a los sacerdotes de sus diócesis impartir las bendiciones pastorales previstas en el documento vaticano. El arzobispo Tomash Peta y el obispo auxiliar Athanasius Schneider de Astana, Kazajstán, declararon el 19 de diciembre que “prohíben a los sacerdotes y a los fieles de la Arquidiócesis de Santa María en Astana aceptar o realizar cualquier tipo de bendición a las parejas en situación irregular y a las parejas del mismo sexo”.
En otros contextos locales, la declaración del Vaticano dijo que algunos obispos han dado ánimos a los sacerdotes para discernir cuándo tales bendiciones pueden ser apropiadas, pero el dicasterio insistió en que un sacerdote puede realizar las bendiciones “sólo en privado”.
Referente a la variedad de reacciones al documento, se dijo que no es “nada de esto resulta problemático si se expresa en un marco de respeto hacia un texto firmado y aprobado por el mismo Sumo Pontífice, intentando acoger de algún modo la reflexión que contiene”, decía.
En el comunicado también se abordó ampliamente la situación de los países en los que los homosexuales están amenazados de cárcel, tortura o muerte. En esos lugares, “se entiende que sería imprudente una bendición”, decía la declaración. “Es evidente que los Obispos no quieren exponer a las personas homosexuales a la violencia”.
Pero más allá de las bendiciones para parejas del mismo sexo, la “verdadera novedad” de “Fiducia Supplicans”, dijo el dicasterio, no es la posibilidad de bendecir a parejas en situaciones irregulares, sino “la invitación a distinguir entre dos formas diferentes de bendiciones: ‘litúrgicas o ritualizadas’ y ‘espontáneas o pastorales'”.
La declaración reconocía que, aunque algunos obispos optarán por no impartir bendiciones pastorales a parejas en situación irregular, “todos crecer en la convicción de que las bendiciones no ritualizadas no son una consagración de la persona o de la pareja que las recibe, no son una justificación de todas sus acciones, no son una ratificación de la vida que llevan”.
“Cuando el Papa pidió crecer en una comprensión más amplia de las bendiciones pastorales, nos propuso pensar en un modo de bendecir que no requiera poner tantas condiciones para realizar este simple gesto de cercanía pastoral, que es un recurso para promover la apertura a Dios en medio de las más diversas situaciones”, señala el comunicado.
Concretamente, el dicasterio dijo que estas bendiciones pastorales duran sólo “pocos segundos” y deben realizarse sin un ritual aprobado y sin un libro de bendiciones (o bendicional).
Si dos personas se acercan a un sacerdote para una bendición, éste “sencillamente se pide al Señor paz, salud y otros bienes para estas dos personas que la solicitan” y que “puedan vivir en plena fidelidad al Evangelio de Cristo”.
Una bendición sencilla, breve y no ritualizada “no pretende justificar algo que no sea moralmente aceptable” y “ni siquiera es un ‘visto bueno’ ni una ratificación de nada”, señala el comunicado.
El comunicado también señala que en algunos lugares será necesaria la catequesis para ayudar a comprender que estas bendiciones “no son una ratificación de la vida que llevan quienes las solicitan” ni una forma de absolución, sino “que son simples expresiones de cercanía pastoral”.