CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – La ascensión de Jesús demuestra que, a pesar de las dificultades en la vida de las personas, todas están hechas para el cielo, dijo el Papa Francisco.
Reflexionando el 12 de mayo sobre la lectura del Evangelio de San Marcos, que narra cómo Jesús “fue llevado al cielo”, el Papa dijo que la ascensión de Jesús al cielo no representa un desprendimiento de la humanidad, sino que precede a su destino final: el cielo.
El Papa Francisco comparó la resurrección de Jesús con el momento en que, cuando en la montaña se sube hacia la cima, uno dobla una esquina y ve el destino a lo lejos, lo que da al cuerpo la fuerza y el ánimo necesarios para llegar a la cumbre.
“Nosotros, la Iglesia, somos precisamente ese cuerpo que Jesús, ascendido al cielo, arrastra consigo como una ‘soga’”, dijo. “Es él quien nos desvela y nos comunica, con su palabra y con la gracia de los sacramentos, la belleza de la patria hacia la que nos encaminamos”.
Los miembros de la Iglesia, como miembros del cuerpo de Jesús, dijo el Santo Padre, “subimos con alegría junto a él, la cabeza, sabiendo que el paso de uno es un paso para todos, y que nadie debe perderse ni quedar atrás porque somos un solo cuerpo”.
El Papa Francisco dijo que “paso a paso, peldaño a peldaño, Jesús nos muestra el camino” y para dar esos pasos hacia Jesús hay que realizar “las obras del amor: dar vida, llevar esperanza, mantenerse alejado de todo mal y mezquindad, responder al mal con el bien, estar cerca de quien sufre”.
“Cuanto más hacemos esto, cuanto más nos dejamos transformar por el Espíritu, cuanto más seguimos su ejemplo y más, como en la montaña, sentimos que el aire en torno a nosotros se vuelve ligero y limpio, el horizonte amplio y la meta cerca, las palabras y los gestos se convierten en buenos, la mente y el corazón se agrandan y respiran”, dijo.
El Papa animó a los cristianos a reflexionar sobre si tienen un fuerte deseo de Dios y de la vida eterna, o si alguien se siente “un poco aplanado y anclado a las cosas pasajeras, o al dinero o al éxito o a los placeres”.
“Y mi deseo del cielo, ¿me aísla, me cierra o me lleva a amar a los hermanos con ánimo grande y desinteresado, a sentirlos compañeros de camino hacia el paraíso?”, preguntó.”