Por Kurt Jensen
WASHINGTON (OSV News) – Si se les pregunta a las líderes religiosas que están en primera línea en la lucha contra la trata de seres humanos y la explotación de mano de obra barata de los inmigrantes, se oirá menos hablar de programas gubernamentales y más de educar a los inmigrantes.
“Le puede pasar a cualquiera en cualquier lugar”, dijo la hermana Maryknoll Abby Avelino en un webinar patrocinado por el Instituto de Pensamiento Católico y Vida Pública de la Universidad de Georgetown el 6 de marzo. Es coordinadora internacional de Talitha Kum, una red internacional contra la trata de personas.
“Es horrendo, un gran crimen contra la humanidad”, dijo la hermana Patricia Ebegbulem, religiosa de San Luis, que dirige un albergue para víctimas de la trata en Nigeria.
La hermana Licia Joseph, de la congregación de María Inmaculada, que ha formado parte del Consejo de Derecho Canónico de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG por sus siglas en inglés), lo calificó de una “forma moderna de esclavitud”.
Observó que en el sur de la India hay jóvenes a los que “se entrena para que se enamoren de una chica católica” y se fugan. “La siguiente acción”, dijo, es que el hombre cambie la religión de ella por la suya o “permita que otra persona se case con ella, y de nuevo la venda, la revenda en casas de prostitución. Eso es lo más triste”.Tampoco se trata de adolescentes ingenuas, añadió. “Son mujeres educadas, chicas con estudios”.
La mayor parte de la mano de obra de migrantes víctimas de la trata, explotados en fábricas, se dedica a la fabricación de productos electrónicos, incluidos los teléfonos móviles. Es difícil conseguir que los ciudadanos se den cuenta de la situación y actúen, dijo Katie Boller Gosewsich, directora ejecutiva de la Alianza para Acabar con la Trata de Seres Humanos. Su grupo es una red nacional de colaboración religiosa que ofrece educación y acceso a servicios para sobrevivientes.
“Si algo parece fuera de lugar o no está del todo bien… Creo que la gente duda a la hora de acercarse a las fuerzas del orden u organizaciones sin ánimo de lucro que puedan ayudar, porque les preocupa equivocarse”, añadió. “Creo que es súper importante que todo el mundo entienda que la educación es increíblemente poderosa”.
“La trata de personas es realmente un proceso”, dijo la hermana Abby. Puso como ejemplo a una mujer que conoció y que tenía un trabajo mal pagado en Filipinas, pero que acabó siendo explotada en la prostitución cuando se la llevaron a otro país. “Ellas nunca saben dónde están”.
“La gente se traslada porque le gustaría encontrar una vida mejor, porque su vida se siente amenazada” por los conflictos políticos, explicó. “A veces, con suerte podrás localizar a esta persona”. Uno de cada cuatro, observó, son niños.
“La migración no tiene nada de malo”, dijo la hermana Patricia. “La mayoría de nosotros estamos emigrando todo el tiempo”.
Aconsejó a los posibles emigrantes: “Asegúrate de que emigras adecuadamente con los documentos correctos para que la gente no se aproveche de tu vulnerabilidad. Asegúrate de saber exactamente adónde vas. Los traficantes son muy, muy astutos. Son criminalmente astutos”.
La hermana Licia dijo que los migrantes jóvenes y analfabetos en busca de más dinero suelen caer presa de la promesa de un traficante de “dinero fácil, mejor paga y una vida cómoda” y ofertas de tan sólo 100 dólares.
Dijo que los agentes de los traficantes les prometen a las madres el equivalente a una dote con tal que permitan que sus hijas se casen. “Pero luego las pobres niñas son vendidas en prostíbulos”.
El aterrador resultado puede ser “mano de obra barata, prostitución y también extracción de órganos”, como los riñones, explicó.
“Nuestro trabajo principal es ir casa por casa”, añadió la hermana Licia. “Instruimos, sobre todo a las madres. Es más fácil tener a las madres en nuestras manos que a toda la familia en nuestras manos cuando las visitamos. Las aconsejamos y les enseñamos la importancia de la dignidad de las niñas, (la) importancia de educarlas”.
La enseñanza social católica sobre la dignidad humana está siempre en el centro, dijo la hermana Patricia. “Las llamamos tesoros. No nos referimos a ellas como víctimas. No nos referimos a ellos como sobrevivientes. Les decimos que nada ocurre por casualidad. Dios tiene una razón para dirigirlos a nosotros”.
En enero, los senadores Josh Hawley, republicano de Minnesota, y Richard Blumenthal, demócrata de Connecticut, presentaron una ley bipartidista para que los traficantes de personas paguen por sus delitos ante los tribunales y evitar que las víctimas tengan que soportar un proceso de arbitraje forzoso.
Pero hasta ahora, ese proyecto de ley está estancado en el Senado.
(Kurt Jensen escribe para OSV News desde Washington D.C.)