Dios no rechaza ni olvida a nadie, dice el Papa en la fiesta de Epifanía

By Carol Glatz
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – Así como la estrella sobre Belén llamó y acogió a todos para que encontraran a Jesús recién nacido, hoy Dios llama a los fieles a acoger a todos, creando espacios seguros y abiertos para encontrar calor y cobijo, dijo el Papa Francisco.

La estrella está en el cielo no para permanecer lejana e inalcanzable, dijo, “sino para que su luz sea visible a todos, para que llegue a cada casa y rompa todas las barreras, llevando esperanza hasta los rincones más remotos y olvidados del planeta”, afirmó.

“Está en el cielo para decir a todos, con su luz generosa, que Dios no se niega a nadie y no olvida a nadie”, dijo el Papa el 6 de enero, al celebrar la Misa de la fiesta de la Epifanía en la Basílica de San Pedro.
“Dios no se revela a círculos exclusivos o a unos pocos privilegiados, Dios ofrece su compañía y su guía a quien lo busca con corazón sincero”, dijo en su homilía. “Dios busca a todos, siempre”.

“Y cuánto bien nos hace hoy meditar sobre esto, en un tiempo donde las personas y las naciones, aunque dotadas de medios de comunicación cada vez más poderosos, parecen estar menos dispuestas a entenderse, aceptarse y encontrarse en su diversidad”, afirmó.

Por eso, muchos belenes representan a los Magos “con características que abarcan todas las edades y todas las razas” para caracterizar a las muchas personas diferentes que hay en la tierra, dijo el Papa Francisco.

El Papa Francisco pronuncia su homilía durante la Misa en la fiesta de la Epifanía en la Basílica de San Pedro en el Vaticano el 6 de enero de 2025. (Foto CNS/Lola Gomez)

Dios “nos llama a poner fin a cualquier forma de preferencia, marginación o rechazo de las personas; y a promover entre nosotros y en los ambientes en que vivimos, una fuerte cultura de la acogida en la que los cerrojos del miedo y del rechazo sean reemplazados por los espacios abiertos del encuentro, de la integración y del compartir: lugares seguros, donde todos puedan encontrar calor y refugio”, dijo.

Dios no rechaza ni olvida a nadie porque “es un Padre cuya alegría más grande es ver a sus hijos que vuelven a casa”, dijo. “Verlos tender puentes, allanar senderos, buscar a los perdidos y cargar sobre sus hombros a los que tienen dificultades para caminar. Para que nadie quede fuera y todos participen en la alegría de su casa”.

“La estrella nos habla del sueño de Dios: que toda la humanidad, en la riqueza de sus diferencias, llegue a formar una sola familia y viva unida en la prosperidad y la paz”, dijo.

La estrella de Belén es la luz del amor de Dios, dijo, y “es la única luz que nos hará felices”.

Esta luz del amor de Dios “con el que también nosotros estamos llamados a entregarnos mutuamente, convirtiéndonos con su ayuda en un signo recíproco de esperanza, incluso en las noches oscuras de la vida”, afirmó.

“Que el Señor nos transforme así en luces que guíen a Él”, dijo.

Hablando del actual Año Santo y de la práctica jubilar de peregrinar, el Papa dijo: “a luz de la estrella nos invita a realizar un viaje interior que, como escribía Juan Pablo II (para el Gran Jubileo del Año 2000), libere nuestro corazón de todo lo que no es caridad, para ‘encontrar plenamente a Cristo, confesando nuestra fe en él y recibiendo la abundancia de su misericordia’”.

Mientras el Papa Francisco y miles de personas asistían a la Misa en la Basílica de San Pedro, otros miles se alineaban en el bulevar principal que conduce a la Plaza de San Pedro para la tradicional y folclórica celebración de la Epifanía. Bandas de música y personas vestidas con trajes renacentistas desfilaron por la calle detrás de los Reyes Magos a caballo.

Antes de rezar el Ángelus a mediodía en la plaza, el Papa dijo: “Pidamos a la Virgen María que nos ayude para que, imitando a los pastores y a los Reyes Magos, seamos capaces de reconocer a Jesús cerca de nosotros, en la Eucaristía, en los pobres, en los abandonados, en nuestros hermanos y hermanas”, dijo.