Por Davi Dagren
CIUDAD DE MÉXICO (CNS) – Los migrantes centroamericanos que viajan por México permanecen rutinariamente en un albergue católico en el Istmo de Tehuantepec. Pero los huéspedes del refugio de los Hermanos del Camino han estado lanzando con esfuerzos de socorro desde que un terremoto de magnitud 8.1 sacudió la región el 7 de septiembre. “Como defensores de los derechos humanos, pedimos a la gente que entienda y ayude a nuestros migrantes”, dijo el hermano de Crosier, José Filiberto Velásquez Florencio, coordinador del refugio, en la publicación de la Arquidiócesis de México, Desde la Fe. “Ahora están devolviendo este apoyo al pueblo mexicano, al istmo, a toda la gente que necesita su ayuda”. El terremoto ocurrió poco antes de la medianoche el 7 de septiembre con un epicentro en la costa del estado de Chiapas. Esto causó que los edificios se movieran en la lejana Ciudad de México, pero no causaron grandes daños allí. Sin embargo, destruyó casas y edificios en los estados del sur de Oaxaca y Chiapas y tomó las vidas de 96 personas. Las divisiones de Caritas organizaron colecciones en todo México para ayudar a las personas sin hogar en los estados del sur del país. El terremoto dañó aproximadamente el 80 por ciento de los hogares en Juchitán, un municipio adyacente a Ciudad Ixtepec, donde se encuentra el refugio de los Hermanos del Camino, según el gobierno del estado de Oaxaca. Los huéspedes del refugio han formado equipos, mostrados en fotos publicadas en Facebook, viajando a ciudades de toda la región y ayudando a las familias a recuperar objetos de los escombros de sus casas, como artículos de cocina, artículos electrónicos y recuerdos. “Hemos recibido mucho apoyo de la gente, así que queremos ayudarles,” Wilson Alonso, un emigrante de Honduras, le dijo al periódico español, El País. “Estamos eliminando todo lo que está creando un bloqueo y ayu
dando a la gente a rescatar cosas de sus hogares.” El refugio de los Hermanos del Camino no ha tenido un tiempo fácil en su misión de servir a los migrantes que llegan encima de un tren conocido como “La Bestia” por la forma en que mutila a los que caen bajo sus ruedas. El fundador del refugio, el padre Alejandro Solalinde, fue forzado al exilio por un período después de recibir amenazas de bandas de delincuencias organizadas, que secuestra a migrantes y se enfrentó a la perse
cución de políticos de la zona que estaban descontentos con su trabajo. Los daños en la zona son tan graves que las fotos de la prensa mostraron al Obispo Oscar Campos Contreras de Tehuantepec celebrando misa fuera de las oficinas diocesanas debido a que todas las iglesias de la zona sufrieron daños. Las iglesias en Chiapas también fueron dañadas. La caída de los escombros destruyó el órgano de la catedral de San Cristóbal de Las Casas.