“Volveremos a consagrar esta iglesia”

Por Joanna King

 GREENWOOD – Llenos de fe, los feligreses de Immaculate Heart of Mary en Greenwood se niegan a permitir que un allanamiento que profanó su parroquia triunfe sobre su espíritu, eligiendo perdonar y orar para que el Espíritu Santo llene los corazones de los perpetradores.

El miércoles 26 de enero, los miembros del coro que llegaron para practicar descubriendo que su parroquia había sido objeto de vandalismo. Algunos feligreses describieron la escena como si un tornado la hubiera atravesado.

El altar fue volcado, los himnarios fueron arrancados de sus lomos con papeles esparcidos por todo el santuario, el púlpito también fue volcado. Una estatua de María, de más de 100 años, fue derribada y su rostro destrozado. Muchos otros artículos fueron volteados y doblados. También se rompió una fuente bautismal antigua.

Lo más perturbador para algunos feligreses fue que se abrió una brecha en el tabernáculo y se retiró el Santísimo Sacramento, que se colocó en el altar original de la iglesia. Pero por gracia, las hostias no parecieron ser tocadas. Los feligreses como Mary Jane Faulkner sintieron que la situación podría haber sido peor.

Greenwood- El obispo Joseph Kopacz derrama el Crisma in el altar de la iglesia Inmaculado Corazón de María, después de un asalto que desacralizó no solo el altar, sino además, estatuas y otros objetos sagrados de la misma.

“Al menos no rompieron las ventanas… podrían haber incendiado la iglesia, cuando destruyeron a María junto a las velas,” dijo Faulkner, quien también trabaja en las comunicaciones para la parroquia. “Entonces, fuimos bendecidos. Es increíble que no demolieran algunas de las otras cosas que podrían tener,” concluyó.

Según la USCCB, al menos 120 incidentes, como el ocurrido en Immaculate Heart, han ocurrido en 31 estados y el Distrito de Columbia desde mayo de 2020. Los incidentes incluyen incendios provocados, estatuas decapitadas, extremidades cortadas, destrozadas y pintadas, lápidas desfiguradas con esvásticas y lenguaje anticatólico, banderas americanas quemadas junto a ellas y otros actos de destrucción y vandalismo. La conferencia incluso tiene una página dedicada en su sitio web que enumera noticias que detallan el vandalismo por mes, desde que comenzaron a rastrear incidentes en mayo de 2020.

El párroco del Inmaculado Corazón, José de Jesús Sánchez expresó su “conmoción y dolor” por el allanamiento a través de las redes sociales a la comunidad católica, alertándolos de la destrucción en su parroquia. El Padre José estaba en una boda familiar en su país de origen, México, en el momento del incidente.

La gente se sintió muy afectada por las imágenes compartidas por el padre Sánchez, incluido el obispo Joseph Kopacz, quien dijo que “al mismo tiempo, se han ofrecido muchas oraciones” de personas de toda la diócesis a través del poder de las redes sociales.

En medio de toda la destrucción en Immaculate Heart, el obispo Kopacz viajó a la parroquia el miércoles 1 de febrero para volver a consagrar la iglesia.

“Volveremos a consagrar esta iglesia una vez más a Dios en el Señor”, dijo el obispo Kopacz “…con mucha fe, esperanza, amor y con el deseo de seguir verdaderamente adelante, sabiendo que nos hemos reconciliado a un nivel muy profundo”.

Algunos en la parroquia sintieron que la intención detrás de la destrucción era hacer que los feligreses perdieran la fe, pero la fe de la comunidad del Inmaculado Corazón es fuerte. “Damos gracias por este don de fe, que puede ser atacado, que puede ser lastimado, pero no puede ser vencido en el Señor,” dijo el obispo Kopacz.

Durante su homilía, el obispo Kopacz habló de la destrucción y el mal que ocurrió dentro de los muros de la iglesia, mencionando el hecho de volcar el púlpito y el altar. “La Palabra de Dios, otra parte sagrada de lo que somos, fue anulada, como diciendo ‘No queremos que esta Palabra sea proclamada desde este púlpito’,” dijo el obispo Kopacz, comparando la destrucción con la malicia. “Esto es más que juvenil, ‘vamos a causar un poco de caos en este edificio’.” Además, el obispo Kopacz mencionó el altar volcado y el sacramento perturbado afirmando que “fue un golpe deliberado a todo lo que es sagrado para nosotros”.

Como parte de la nueva consagración de la iglesia, el obispo Kopacz tuvo mucho cuidado en la unción del altar con el Crisma, además del uso del agua bendita para renovar la promesa bautismal de los presentes. “Esto busca corregir lo que se ha agraviado,” dijo. “Nuestro altar representa a Cristo, es Cristo. … En la unción, estamos permitiendo que el Señor venga nuevamente ante nosotros de la manera más poderosa para ser nuestro Buen Pastor y para que lo conozcamos. Para que luego entremos profundamente en el misterio de su vida. … El cielo y la tierra se unen cada vez que celebramos la Eucaristía.”

Después de la Misa, feligreses como Faulkner expresaron su agradecimiento y se conmovieron por la belleza en el cuidado de la consagración. “Nunca he visto algo así. Fue extremadamente conmovedor y hermoso”, dijo Faulkner.

El padre Sánchez agradeció la experiencia de la consagración y agradeció el sentimiento de esperanza, siendo testigo también por primera vez de una consagración de una iglesia. “Fue realmente hermoso y sabemos que no estamos solos.”

“Es una nueva oportunidad para todos nosotros en el Cuerpo de Cristo… y podemos decirle al enemigo que, si Cristo está con nosotros, quién contra nosotros,” concluyó.

La coordinadora parroquial y directora de educación religiosa, Emelia Joseph, quien ha trabajado incansablemente para obtener nuevas llaves, luego de reunirse con oficiales de la policía a raíz del robo, está agradecida por el apoyo de la comunidad de Greenwood y la gente de la diócesis.

“Sabemos, por la gracia de Dios y de todas las personas que nos han contactado con oración y apoyo, que no solo vamos a superar esto, sino que seremos más fuertes que nunca.”

En febrero primero, parroquianos asistieron al Padre Sanchez a cambiar el mantel del altar, después que el obispo Kopacz consagrara de nuevo el mismo, después de haber sido volcado en el piso durante la semana anterior.

Nación y Mundo en fotos

En esta foto de archivo del 27 de febrero de 2013, el Papa Benedicto XVI sale de su audiencia general final en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El Papa jubilado emitió una declaración el 8 de febrero sobre el reciente informe sobre abusos en la Arquidiócesis de Munich y Freising, donde se desempeñó como arzobispo entre 1977 y 1982. (Foto del SNC/Paul Haring)
Se ven a estudiantes universitarios con figuras de cartón de los Papas Benedicto XVI, Francisco y San Juan Pablo II el 4 de febrero de 2022, durante la conferencia SEEK22 en el Centro de Convenciones de Knoxville en Knoxville, Tennessee. Más de 1,000 participantes de 15 universidades de cinco estados asistieron a la conferencia Fellowship of Catholic University Students del 4 al 6 de febrero. (Foto de CNS/Gabrielle Nolan, The East Tennessee Catholic
Vaticano el 9 de febrero después de que el Papa Francisco, en su audiencia general, elogió el comentario del Papa Benedicto en un comunicado el día anterior reconociendo su propia presencia ante “la puerta oscura de la muerte”. (Foto del CNS/Vatican Media)
Ariana Mora de Jerome, Idaho, trabaja mientras está embarazada de 8 meses el 27 de octubre de 2021. El Comité Senatorial de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones adelantó la Ley de Equidad para Trabajadoras Embarazadas en agosto con una votación de 19-2 ese mismo año. La Cámara de Representantes aprobó el proyecto de ley 315-101 tres meses antes. (Foto del CNS/Shannon Stapleton, Reuters)

Con Dios, se puede vivir con confianza y optimismo, dice el papa

Por Carol Glatz

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Jesús quiere que las personas lo inviten a sus vidas, sin importar cuán pobres, inadecuadas o vergonzosas sean sus vidas, dijo el papa Francisco.

“A veces nos sentimos indignos de Él porque somos pecadores. Pero esta es una excusa que no le gusta al Señor, porque lo aleja de nosotros”, dijo el papa el 6 de febrero durante su discurso del Ángelus del domingo. “Él es el Dios de la cercanía, de la compasión, de la ternura, y no busca el perfeccionismo, busca la acogida”.

El papa se dirigió a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro para la oración del Ángelus del mediodía y reflexionó sobre la lectura del Evangelio dominical de San Lucas en la que Jesús invita a Simón Pedro a intentar pescar nuevamente después de no pescar nada en toda la noche.

(Photo by BigStock – Sofia, Bulgaria – 6 May, 2019)

El papa Francisco dijo que la vida cotidiana se puede comparar con el trabajo diario de los pescadores, ya que “cada día la barca de nuestra vida abandona la orilla de nuestro hogar para adentrarse en el mar de las actividades cotidianas; cada día intentamos ‘pescar mar adentro’, cultivar sueños, llevar adelante proyectos, vivir el amor en nuestras relaciones”.

“Pero a menudo, como Pedro, experimentamos la ‘noche de las redes vacías’, la noche de las redes vacías… la decepción de esforzarse tanto y no ver los resultados deseados”, dijo.

“Cuántas veces también nosotros nos quedamos con una sensación de derrota, mientras la decepción y la amargura surgen en nuestros corazones. Dos carcomas muy peligrosas”, dijo.

Es precisamente cuando la “barca” de uno está vacía, “cuando no tenemos nada que ofrecerle”, que hay espacio para que Jesús entre “en nuestros vacíos” y los llene con su presencia, dijo el papa.

“Dios no quiere un crucero”, dijo el papa”, dijo. “le basta con una pobre barca ‘destartalada’, siempre que lo acojamos”.

Con el Señor, las personas pueden “navegar en el mar de la vida sin miedo, sin dejarse llevar por la desilusión cuando no pescamos nada y sin rendirnos”, dijo.

Ya sea en la vida personal, en la vida de la iglesia o de la sociedad, siempre hay “algo hermoso y valiente que se puede hacer, siempre”, dijo el papa. “Siempre podemos empezar de nuevo, el Señor siempre nos invita a volver a ponernos de pie porque abre nuevas posibilidades”.

“¡Ahuyentemos el pesimismo y la desconfianza y entremos mar adentro con Jesús!. Incluso nuestra pequeña barca vacía será testigo de una pesca milagrosa”, agregó.

Necesitamos más funerales

ESPÍRITU Y VERDAD

Por Padre Aaron Williams

Tal parece que cada vez más nos estamos refiriendo al tiempo como “antes de COVID” o “después de COVID.”

 Uno de los efectos de la pandemia de COVID ha sido la tendencia de las familias a solicitar la renuncia a la Misa fúnebre normal y tener simplemente un “servicio junto a la tumba” al aire libre para sus seres queridos fallecidos. Por lo general, esto se hace para evitar reunir a una gran multitud y porque el servicio se lleva a cabo al aire libre junto a la tumba.

 Sin embargo, me temo que también a veces las familias están haciendo uso de esta excusa para evitar el estrés o el gasto que suele conllevar la planificación de un funeral completo. En estas situaciones, por lo general me gusta aconsejar a las personas que es mucho menos probable que se arrepientan de tener un funeral para su ser querido fallecido a que se arrepientan de no haberlo hecho.

Padre Aaron Williams

Pero nosotros, como católicos, no creemos en la necesidad de las Misas fúnebres simplemente porque parece “lo correcto”. Nosotros creemos que la Misa fúnebre católica cumple un trabajo espiritual, que está ausente en un funeral sin Misa y mucho menos en un “servicio junto a la tumba.” Tal vez sea importante mencionar que técnicamente no existe un rito católico para un “servicio junto a la tumba;” simplemente hay un rito del entierro, que siempre se hace junto a una tumba, ya precedido de una Misa fúnebre o no.

El mundo secular ha comenzado a llamar a los funerales “celebraciones de vida”, pero esto se opone fundamentalmente a la comprensión católica de un funeral. Cuando un católico va a un funeral, no estamos allí porque necesitamos celebrar una vida vivida y ahora terminada. En la muerte “la vida se cambia, no se acaba”, decimos en el prefacio fúnebre. Un funeral que simplemente menciona la vida terrenal de una persona niega nuestra creencia en la resurrección y la necesidad muy real que los muertos tienen de nuestras oraciones.

En el Segundo Libro de los Macabeos, escuchamos la historia de Judas Macabeo y sus soldados reuniendo los cuerpos de los que habían caído en la batalla y ofreciendo oraciones y sacrificios por ellos. Esto se hizo porque Judas se dio cuenta de que estos hombres caídos habían cometido el pecado de idolatría y que éste necesitaba ser expiado.

Registra el autor sagrado que después “hicieron una oración para pedir a Dios que perdonara por completo el pecado que habían cometido. El valiente Judas recomendó entonces a todos que se conservaran limpios de pecado, ya que habían visto con sus propios ojos lo sucedido a aquellos que habían caído a causa de su pecado. Después recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Jerusalén, para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Hizo una acción noble y justa, con miras a la resurrección. Si él no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertos, hubiera sido innecesario e inútil orar por ellos.” (2 Macabeos 12:42-44).

El propósito fundamental del funeral católico es orar por los muertos, y la oración más eficaz que podemos ofrecer es la Santa Misa. Por lo tanto, no hay mayor oración por nuestros queridos difuntos que una Misa funeral. Al hacerlo, cumplimos una obra de misericordia tanto espiritual como corporal, orando por los muertos y sepultándolos.

Todos los textos y oraciones del funeral católico apuntan a esta doble realidad: (1) que los muertos necesitan oración y purificación a causa de sus pecados y (2) que Dios es misericordioso y nos promete la esperanza de la resurrección a vida eterna. Llegamos al funeral, en palabras del Padre Paul Scalia, predicando en el funeral de su padre, Justin Antonin Scalia, “para prestar nuestras oraciones a ese perfeccionamiento, a esa obra final de la gracia de Dios, al liberar [a los muertos] de todo estorbo del pecado.”

La emoción general de la Misa exequial es la misericordia, razón por la cual, incluso en la liturgia reformada, el color litúrgico prescrito para un funeral es el violeta o el negro. En las Diócesis de los Estados Unidos, el blanco se otorga por indulto como tercera opción “cuando sea pastoralmente apropiado”. Cabe señalar que, en algunas culturas, particularmente en algunas culturas asiáticas, el blanco es el color del luto, lo que lo convierte en una elección adecuada en estos contextos.

La Misa exequial, o Misa de Cuerpo Presente, no es, como algunos la llaman, una “celebración de la resurrección,” pues sabemos que antes de ser elevados a la perfección del cielo, la mayoría de los cristianos deben pasar por la purificación espiritual que Dios ofrece a las almas del purgatorio. Hacemos una gran injusticia a nuestros seres queridos fallecidos al no orar por ellos.

A menudo, cuando planeamos funerales, nos llenamos de emociones difíciles y queremos olvidar la realidad de la muerte distrayéndonos con pensamientos más felices. Pero la verdad es que la muerte es el resultado de la Caída, del pecado de nuestros primeros padres y de nuestra pecaminosidad heredada.

 La esperanza y el gozo de la muerte cristiana es que Cristo pueda purificarnos con su gracia y hacernos dignos de su presencia para siempre. Y podemos prestar nuestra ayuda a este perfeccionamiento por nuestras propias obras de oración, ayuno y limosna y muy especialmente por nuestra ofrenda de la Santa Misa.

Catholic Service Appeal image holds special meaning

From the Archives
By Mary Woodward
JACKSON – The image chosen for this year’s Catholic Service Appeal has special meaning from an archives perspective. The chalice and Roman Missal belonged to Bishop William R. Houck and Bishop Joseph N. Latino respectively.

Bishops’ chalices, rings, pectoral crosses and other episcopal accoutrement belong to what is called the patrimony of the diocese and are kept as part of the diocesan archives collection as spiritual gifts to the church.

Bishop Houck’s chalice was made by the Gilles Beaugrand Goldsmiths Company in Montreal, Canada in 1951 for his ordination on May 19 of that year. It is a simple, elegant, styled chalice with a hammered finish. The inscription on the bottom of the chalice has his name and date of ordination.

The central knob has images of Abraham preparing to sacrifice Isaac and then replacing him with the lamb on an altar. Another image is Jesus offering the Last Supper juxtaposed to an image of the breast of the Lamb of God pierced and pouring blood into the chalice. It is beautiful when held in the hand and examined closely.

Having worked with Bishop Houck closely, I can see why he would have chosen this style and imagery. He was viewed as larger than life by many, but ultimately, he was a priest and churchman who placed his heart on the altar during the Liturgy so that it could be swept up into the heart of God in the Sacred Mysteries.

Bishop Latino’s chapel missal lies open on the cathedral altar next to the chalice in the CSA image, which is how it always lay on his altar in his chapel at his residence in Jackson. He kept his beloved chalice and paten on his home altar as well.

Fashioned in cross-hatched white enamel. Bishop Latino’s chalice was created by the famous Swiss chalice maker, Meinrad Burch in 1963. It was consecrated by Archbishop John P. Cody in New Orleans a few days before Cody ordained then Joseph Latino a priest for the archdiocese.

Bishop Latino’s cousins Joseph and Josephine Riccobono gave him the chalice along with the paten, which contains Josephine’s diamond from her wedding ring. In the early 1960’s, Burch was sought after for his unique chalice work. Bishop Latino shared with me the story of the diamond placement in the paten.

Burch initially told the young Latino that he did not put “headlights” on chalices, referring to the desire to have the diamond on the actual chalice. This left the young ordinand crest fallen. A few days later, Burch sent word that he would however be happy to include the stone underneath the paten and all was well in the Latino household again.
Once again, the style of the chalice and its origin fit the man. Bishop Latino loved his Sicilian, New Orleans family and all that went with that, but he loved the Lord more than anything and cherished every opportunity he had to celebrate the Sacred Mysteries on the altar of the Lord. It is fitting that the last Mass he celebrated on earth was on the 58th anniversary of his ordination – elevating his chalice and paten as he poured his heart into God’s heart.

This year our diocese is intensely “reflecting, remembering and renewing” our love of the Holy Eucharist as we make our way slowly through this pandemic. The elements used in the CSA image and this year’s CSA theme of “Hope Rising” offer a beautiful image of the lives of our most recently deceased bishops and how dedicated they were to participate in the Sacred Mysteries as priests of God. Each time I see the image I remember their dedication and unending love for the Eucharist and being able to offer it to God’s people. I offer a prayer for them both and soak in the many memories of assisting at Mass with them.

This year as you consider your CSA pledge take a moment to reflect on, remember and renew your love of the Holy Eucharist as the source and summit of your faith and our faith. It is our foretaste of Heaven.

(Mary Woodward is Chancellor and Archivist for the Diocese of Jackson)

Over 60 years of teaching, heart of service of Sister Margaret Sue Broker

By Laura Grisham
SOUTHAVEN – If you have attended, sent your children to, or simply visited Sacred Heart School, you know Sister Margaret Sue. Sister Margaret Sue Broker, OSF, is, as they say, the stuff of legend. She quietly goes about her work each day with the purpose of making the school — and each child that passes through its doors — great. Sister has been doing this for more than six decades.

Upon entering School Sisters of St. Francis, the once shy and quiet Sister Margaret Sue wanted to work in an orphanage and cook. Instead, her first year on mission was teaching the third and fourth grade at Our Lady of Victory School in Chicago. The next year she taught at St. Mary’s, a small school in Pine Bluff, Wisconsin. But just as her second year at the little rural school was to begin, her road to teaching took a turn south.

“The night before I was supposed to go back to Pine Bluff, I was called in and told to tear up my obedience slip for that year. I would, instead, be going to Mississippi,” said Broker.

SOUTHAVEN –Sister Margaret Sue Broker is pictured in her early years teaching at Sacred Heart School. She began her 61st year of teaching this school year. (Photo courtesy of Laura Grisham)

Sister Margaret Sue arrived at Sacred Heart School in 1961. At that time, every elementary teacher was responsible for 45 students and two grades, a far cry from the intimate class settings of today.

Class size is not the only thing that is different at the school. Sister Margaret Sue has seen many changes through her years at Sacred Heart. Tuition at the beginning of her tenure, for instance, was only five dollars per month, per family.

“During my early years we had children who lived in homes that had no running water and heat was provided using old oil drums,” Sister recalled. “And many of our parents back in the day had third grade or less of education. That has definitely changed.”

Over the years Sister has taught some class or another in every grade. She has taught first through fourth grades full time, sixth-grade religion and English, and library for the lower grades. She has been curriculum director and even the principal during her time at the school. Today, Sister Margaret Sue teaches Pre-K through second-grade religion classes, but she is quick to tell you her favorite.

“By far, first grade has been my love and that is what I have taught most of my life. That is where you see those marvelous ‘aha’ moments when the rose buds open wide into marvels to behold.”

Broker is also Sacred Heart School’s official green thumb. The school’s courtyard and vegetable garden are a delight to students, faculty and visitors alike … and at the center of it all is Sister Margaret Sue. Her love of all things green is no secret. She lovingly tends to the gardens and takes great pleasure in sharing her ecological knowledge with the children.

Looking down memory lane, Sister Margaret Sue has many things she holds dear. Cooking with her first graders in the convent kitchen ranks near the top, as do the “hootenannies” in the gymnasium and the all-school musicals. Wrangling 90 or so first and second graders together for art classes might seem a little daunting, but for Broker and Mrs. Stanford, her fellow teacher at the time, it was just another occasion that is looked back upon fondly.

SOUTHAVEN – Sister Margaret Sue Broker is pictured at a recent Christmas event at the school. She began her 61st year of teaching this year. (Photo courtesy of Laura Grisham)

Generations of students also look upon Sister Margaret Sue fondly as well. It is easy to see why she is held in such high regard. Teaching and caring for students is not only second nature to her, but also a deeper calling, a prayer lived each day. In a reflection written for an issue of Dehonian Spirituality a few years ago, she shared the following:

“When I console, encourage, or bring a child to an ‘aha’ moment, I nurture the spirit. When I get and give a hug; when I sit with a child and study flashcards; when I guide the hand in forming a letter; when I write out my lesson plans; when I dictate words or numbers; or when I do the thousands of acts of teaching, I am dealing with the physical or corporal. If I do it well, in a compassionate, joyful, loving, merciful way, I nurture the spirit. The act of teaching is an amazing corporal and spiritual work of mercy.”

Several times during her first 20 years at Sacred Heart, Broker was reassigned to Honduras, but each time the order was changed to stay in Walls. Eventually, the School Sisters of St. Francis were given the choice of whether to stay or transfer. It is pretty obvious what her choice was. “No, I never figured I would be here more than six years … I fell in love with the people, the school, the area, the children, and here I am in my 61st year. It has been a short time as far as feelings go. I have never been bored, or wondered about how long it has been. It has just been love at first sight … and ever after!”

To the many children she has taught over those 61 years, she says, “To all my former students, my wish is that they be happy; that they remember the fun learning times and not the hard ones, nor the fussing; that they always keep their hands a little dirty in God’s good earth and that they model the joy of learning.”

Synod process continues with listening sessions across diocese

By Joanna Puddister King and Laura Grisham
JACKSON – After months of planning, printing material and a bit of prayer, parishes across the diocese are now beginning to host synod listening sessions, as a part of the 2021-2023 Synod of Bishops, titled “For a Synodal Church: Communion, Participation, Mission.”

Each parish in the diocese is tasked with hosting a listening session, and other entities such as schools and youth programs, are encouraged to offer sessions, as well.

During Advent, the diocese director of faith formation and synod lead coordinator, Fran Lavelle and the synod core steam invited groups, including clergy, deacons and LEMs, to go through the listening session process to aid them in planning their own local synodal listening sessions.

“By all accounts, it was a success,” said Lavelle.

Kicking off the parish listening sessions was Christ the King Southaven, that held a listening session for parishioners on Thursday, Jan. 23, with Deacon Ted Schreck as coordinator.

In attendance at the listening session was Elizabeth Clark, who commented that the session was great and “the process was well aligned to get answers that are needed in order for us to grow as a church.”

One thing that really stood out to Clark in the session, and that was the strong desire for community, especially in light of the COVID-19 pandemic. She noted that people are more aware of the isolation of individuals, particularly those who live alone.

SOUTHAVEN – Elizabeth Clark joins in a discussion during the synod listening session at her home parish. She commented that the session process was well aligned to get answers that are needed in order for us to grow as a church. (Photo courtesy of Laura Grisham)

“We are all feeling that isolation and have the desire to come together – to know and share our faith and be Catholic Christians,” said Clark.

Jeff Wallace equally enjoyed the gathering. “It was uplifting to be able to have some input on possible new directions in the church – You felt like you are helping to make a difference, a change in things to come.”

Wallace likened the process as a “spiritual neighborhood watch.” He said that it is “a broad gathering of our church community in which everyone was able to participate and share topics of concern and suggest ways to address them.”
The best part of the session to Leonard Temple, district marshal for the local Knights of Columbus chapter, was “the ability to send a note on what you feel the Catholic Church needs to address or change.”

As listening sessions are held across the diocese, the hope is that thousands filled with the Holy Spirit will take part and allow their voices to be heard.

All sessions are to be completed by March 4, according to Lavelle. “We will continue to monitor the Covid cases and adjust if necessary.”

After materials from each listening session are collected, the feedback will be consolidated into a 10-page report by late April for submission to Rome. From there synodal reports from around the world will be compiled into a larger report.

In the opening Mass for the Synod in October, Bishop Joseph Kopacz stated that the “summary will be made available for the diocese as a very important body of material for our discernment in light of our mission and our ministries.”
In 2023, after the worldwide synodal process, Pope Francis will speak to the church and to the world the essence of what the Holy Spirit has spoken to the church.

For more information on a listening session near you, please check with local parishes for dates and times.

Aperuit Illis and Sunday of the Word of God

By Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.
On Sept. 30, 2019, on the feast of St. Jerome, Pope Francis promulgated his Apostolic Letter, Aperuit Illis designating the third Sunday in January as Sunday of the Word of God. This blessed designation, a praiseworthy compliment to Corpus Christi, the Solemnity of the Body and Blood of the Lord, will over time, serve to integrate and enliven the Sacred Scriptures into the liturgical life of the church, and the daily life of Catholics. St. Jerome dedicated his life to the translation of the entire bible into Latin from the Hebrew of the Old Testament and the Greek of the New Testament.
Pope Francis in his Apostolic Letter yearns for us to “to appreciate the inexhaustible riches contained in the constant dialogue with and among the Word of God, the risen Lord, and his people.”

Bishop Joseph R. Kopacz

The Bible is a living word, fashioned by the Holy Spirit over two thousand years, and proclaimed and preached upon, studied and taught over the next two thousand years in what we as Catholics accept as tradition. It is the living Word of God, the heart and soul of the church’s life and ministry, that continues to form the Lord’s body, the church. “The heavens and the earth will pass away, but my Word will never pass away.” (Luke 21:33)

The sacred scriptures that the Catholic Church throughout the world proclaimed last weekend wonderfully portrayed the dialogue that is ever active between the risen Lord and his body, through the living Word of God.

In Sunday’s Gospel, in the synagogue in Nazareth, the Lord rolled up the scroll from the prophet Isaiah after announcing liberation, freedom, sight to the blind, and a year of grace and favor proclaiming: “Today this Scripture passage is fulfilled in your hearing.” (Luke 4:21)
Why? Because Jesus is the Good News who comes with salvation for all who hear his voice and become his disciples.

All Scripture is inspired by God (2Tim 3:16) and intended to lead us to Jesus Christ, but without a doubt, the most important words in all of the Bible are the ipsissima verba of Jesus, his very own words.

His inaugural address in the synagogue in Nazareth, where he was a member all of his life, is among some of his most inspiring and hopeful. In the first reading last weekend from the Book of Nehemiah, Ezra, the priest and scribe, spoke to the Israelites who gathered to hear the Word of God after years in exile. “For this day is holy to Our Lord; and do not be grieved, for the joy of the Lord is your strength.” (Nehemiah 8:10) We can take these encouraging words to heart each time we gather in faith.

Aperuit Illis is the title of Pope Francis’ Apostolic Letter that inaugurated “Sunday of the Word of God. Literally, it means “he opened for them” and it is taken from the resurrection appearance on the road to Emmaus.

This year, as we strive to deepen our love for the Lord in the Year of the Eucharist, let us turn to the story of Emmaus when the risen Lord walked with two of his forlorn disciples, burning his words into their hearts, opening their minds to understand the scriptures that referred to Him, and then their eyes to recognize Him in the breaking of the bread.

Finally, the two disciples dashed from the place they were staying to announce the Good News. This scripture passage is the paradigm for the Mass when we are fed from the table of the Word of God and the table of the Eucharist, and then at the conclusion of our worship, we are sent to announce the Gospel with our lives.

Regarding the Word of God in other settings apart from Mass, we believe that God is always inviting us to grow in our faith and in our love for the scriptures. In the Book of Revelation, we have the beloved passage that has become a centerpiece for God’s initiative. “Behold, I am standing at the door knocking. If one of you hears my voice and opens the door, I will enter and we will dine together.” (Revelations 3:20)

Pope Francis encourages us, “if we hear his voice and open the doors of our minds and hearts, then he will enter our lives and remain with us.” May we become at home with the bible in whatever way is possible in our daily lives.
In season and out of season, in good times and in bad, may the joy of the Lord be our strength. With our Blessed Mother and all the saints, may we hear the Word of God and put it into practice. May the proclamation of God’s Word on every weekend enlighten our minds and hearts to know that the Lord is always near.

Aperuit Illis y Domingo de la Palabra de Dios

Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.
En la fiesta de San Jerónimo, el 30 de septiembre de 2019, el Papa Francisco promulgó su Carta Apostólica Aperuit Illis, designando el tercer domingo de enero como Domingo de la Palabra de Dios. Esta bendita designación, un digno cumplido del Corpus Christi, la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, servirá con el tiempo para integrar y vivificar las Sagradas Escrituras en la vida litúrgica de la iglesia y en la vida diaria de los católicos. San Jerónimo dedicó su vida a la traducción de toda la Biblia al latín: el Antiguo Testamento desde el idioma Hebreo y el Nuevo Testamento desde el Griego.

El Papa Francisco, en su Carta Apostólica anhela que “apreciemos las riquezas inagotables contenidas en el diálogo constante con y entre la Palabra de Dios, el Señor resucitado y su pueblo.”

La Biblia es una palabra viva, formada por el Espíritu Santo durante dos mil años y proclamada, predicada, estudiada y enseñada durante los próximos dos mil años en lo que nosotros, como católicos, aceptamos como una tradición. Es la Palabra viva de Dios, el corazón y el alma de la vida y el ministerio de la iglesia, la que continúa formando el cuerpo del Señor, la iglesia. “Los cielos y la tierra pasarán, pero Mi Palabra nunca pasará.” Lucas 21:33

Obispo Joseph R. Kopacz

Las Sagradas Escrituras que la Iglesia Católica en todo el mundo proclamó el fin de semana pasado retrataron maravillosamente el diálogo siempre activo entre el Señor resucitado y su cuerpo, a través de la Palabra viva de Dios.

En el Evangelio del domingo, en la sinagoga de Nazaret, el Señor enrolla el pergamino del profeta Isaías después de anunciar la liberación, la libertad, la vista a los ciegos y un año de gracia y favor proclamando “Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oír.” Lucas 4:21

¿Por qué? Porque Jesús es la Buena Noticia que viene con la salvación para todos los que escuchan su voz y se hacen sus discípulos.

Toda la Escritura está inspirada por Dios (2Tim 3:16) y tiene la intención de llevarnos a Jesucristo, pero sin duda, las palabras más importantes de toda la Biblia son la ipsissima verba de Jesús, sus propias palabras.

Su discurso inaugural en la sinagoga de Nazaret, donde fue miembro toda su vida, se encuentra entre algunos de los más inspiradores y esperanzadores. En la primera lectura del Libro de Nehemías el fin de semana pasado, Esdras, el sacerdote y escriba, habló a los israelitas que se reunieron para escuchar la Palabra de Dios después de años en el exilio. “…hoy es un día dedicado a nuestro Señor., No estén tristes, porque la alegría del Señor es nuestro refugio.” (Nehemías 8:10) Nosotros podemos tomar en serio estas palabras de aliento cada vez que nos reunimos en fe.

Aperuit Illis es el título de la Carta Apostólica del Papa Francisco que inauguró el “Domingo de la Palabra de Dios.” Aperuit Illis, literalmente significa “les abrió” y está tomado de la aparición de la resurrección en el camino a Emaús.
Este año, mientras nos esforzamos por profundizar nuestro amor por el Señor en el Año de la Eucaristía, volvamos a la historia de Emaús cuando el Señor resucitado caminó con dos de sus discípulos afligidos, grabando sus palabras en sus corazones, abriendo sus mentes, para entender las escrituras que se referían a Él y luego sus ojos para reconocerlo en la fracción del pan.

Finalmente, los dos discípulos salieron corriendo del lugar donde se encontraban para anunciar la Buena Nueva. Este pasaje de las Escrituras es el paradigma de la Misa, cuando somos alimentados en la mesa de la Palabra de Dios y la mesa de la Eucaristía, y, luego, al concluir nuestro culto, somos enviados a anunciar el Evangelio con nuestras vidas.

En cuanto a la Palabra de Dios en otros escenarios además de la Misa, creemos que Dios siempre nos está invitando a crecer en nuestra fe y en nuestro amor por las Escrituras. En el Libro de Apocalipsis, tenemos el amado pasaje que se ha convertido en la pieza central de la iniciativa de Dios. “Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.” Apocalipsis 3:20

El Papa Francisco nos anima, “si escuchamos su voz y abrimos las puertas de nuestras mentes y corazones, entonces él entrará en nuestras vidas y permanecerá con nosotros.” Que nos sintamos cómodos con la Biblia en cualquier forma posible en nuestra vida diaria.

En estación y fuera de estación, en las buenas y en las malas, que el gozo del Señor sea nuestra fortaleza. Con nuestra Santísima Madre y todos los santos, que escuchemos la Palabra de Dios y la pongamos en práctica. Que la proclamación de la Palabra de Dios, cada fin de semana, ilumine nuestras mentes y corazones para saber que el Señor siempre está cerca.