By Bishop Joseph Kopacz
The demand for conversion resounds throughout the Catholic Church this Lent as we dig even deeper to uproot the evil of child sexual abuse and its accompanying demon of abuse of power by Church leadership. Although conversion or metanoia can be painfully slow whether in the life of an individual or in an institution, truth and the demand for justice and mercy compel us in this historical moment to know that nothing is impossible with God (Luke 1,37). The Good News of Jesus Christ cannot be a beacon of hope for the world unless the light of the Gospel transforms the Church.
During this Lent and always I give thanks to all who have a deep love for the Church, the Body of Christ, and who want to see a season of refreshment, but who understand that this is not a matter of cheap grace, in the words of Dietrich Bonhoeffer. Saint Peter in the proclamation of the Kerygma on that first Pentecost points out the way for every generation. “Repent, therefore, and be converted, that your sins may be wiped away, and that the Lord may grant you times of refreshment” (Acts 3,19). May we never grow weary of accompanying those who carry the unjust burden of sexual abuse experienced in our Church communities especially, but also encouraging hope and healing to those have are suffering from this scourge wherever its source.
On Ash Wednesday we were signed with the ashes of repentance, the path of prayer, fasting and almsgiving. These three pillars, set in the soil of the Word of God and the Eucharist, the body and blood of the Lord poured out for us, are the lamps for our feet during the sacred season of Lent, but truly, for every season of every year as a way of life. It is easy to compartmentalize these fundamentals of our faith, with a light meal on Friday, a quick prayer in the morning or a painless check made out on a Sunday. Let us thank God for those breakthrough moments in our lives that bring us to our knees, that create deep hungers, and force us to rely on the generosity of others.
When I traveled in India recently for two weeks, there were obvious signs of poverty and desperation, as you might imagine, as well as the selfless Gospel dedication of ordained, professed and lay disciples. In southern India one of the priests was recalling the immediate aftermath of the severe flooding last year. Rich and poor were washed out their homes and forced to find temporary housing, together. Some of the wealthy were ashamed of this sudden deprivation and hid behind the screens in the daily distribution of the bread hoping to go unnoticed. Gradually, they came out of isolation and today are some of the largest benefactors toward the ministry of serving the abandoned. Often, it takes a crisis to unshackle a deeper experience of our common humanity which the veneer of social strata too easily obscure.
Each of us have our favorite scripture passages that can keep us on the path for the spiritual marathon ahead. Two verses in particular speak to my heart as well as to the heart of the Church in our day. Saint Paul encourages us in our Lenten discipline as he encouraged Timothy. “For God did not give us a spirit of cowardice, but rather of power and love and self-control. So do not be ashamed of your testimony to our Lord.” (2Timothy 1,7-8). Each of us as individuals and families can apply the three pillars of prayer, fasting and almsgiving at work in Saint Paul’s words.
Also, as a Church, with Saint Paul, we know that we are at the service of God’s Kingdom in this world. “So do not let your good be reviled. For the Kingdom of God is not a matter of food and drink, but of righteousness, peace and joy in the Holy Spirit. Whoever serves Christ in this way is pleasing to God and approved by others. Let us then pursue what leads to peace and to building up one another.” (Romans 14, 16-19) In this spirit we can rebuild the household of God, the Church, in the midst of crisis, and for all godly reasons in order to remove the blindness of sin. I end with the words of Pope Francis from his 2017 Lenten message.
“Dear friends, Lent is the favorable season for renewing our encounter with Christ, living in his word, in the sacraments and in our neighbor. The Lord, who overcame the deceptions of the Tempter during the 40 days in the desert, shows us the path we must take. May the Holy Spirit lead us on a true journey of conversion, so that we can rediscover the gift of God’s word, be purified of the sin that blinds us, and serve Christ present in our brothers and sisters in need. I encourage all the faithful to express this spiritual renewal also by sharing in the Lenten Campaigns promoted by many Church organizations in different parts of the world, and thus to favor the culture of encounter in our one human family. Let us pray for one another so that, by sharing in the victory of Christ, we may open our doors to the weak and poor. Then we will be able to experience and share to the full the joy of Easter.”
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Bendiciones abundan en la visita a la India
Por Obispo Joseph Kopacz
L Al volar de Mumbai a Delhi, y el posterior viaje al Taj Mahal, nos permitió reflexionar sobre 10 días increíbles en la India.
El padre Albeen Vatti, pastor de la parroquia Saint Francis en Madison y sacerdote de Warangal, y yo llegamos a las 2:30 a.m. del viernes 8 de febrero. Inmediatamente las imágenes, sonidos, sabores y olores se activaron y, a veces, abrumaron mis sentidos y las categorías familiares de la realidad física. Pero, superando con creces, el gran volumen de la humanidad, fueron las bendiciones de la hospitalidad india en cada curva del camino.
Nuestra primera parada en esta peregrinación pastoral fue la casa del obispo de Warangal, Udumala Bala donde él y su personal nos dieron una cálida bienvenida a la que se convirtió en nuestra base de operaciones para los próximos cinco días.
Aunque estábamos arrastrando los efectos del jet lag, después de 31 horas de viaje, nos lanzamos al flujo de la vida india con algunas visitas a las aldeas. Allí conocí a las familias de los padres Pradeep Thirumalreddy de Saint Mary en Batesville y Raju Macherla, capellán del Hospital Saint Dominic, Jackson. Estos fueron encuentros alegres con oportunidades para orar por la sanación del padre del sacerdote Pradeep, quien lucha contra el cáncer, y por bendiciones para la hermana del Padre Raju, que está a punto de casarse.
En una de nuestras salidas pastorales visitamos al padre Basani Channappareddy, ex pastor de Inmaculada Concepción en West Point, a quien le está yendo bien en su nueva asignación.
Las visitas requirieron varias horas de viaje de ida y vuelta, e inmediatamente la densidad, el ritmo y el remolino del tráfico y vehículos de transporte en la India atrajeron mi atención. Automóviles, motor -triciclo (rickshaws), motocicletas, bicicletas, personas y animales (cabras, búfalos, perros, ovejas, vacas, etc.), todos con corneta y / o destinados a una posición ventajosa en la implacable ráfaga de un caos organizado.
A menudo, nos acercábamos a pulgadas de vehículos o personas adyacentes sin incidentes hasta que chocamos a dos cabras en el campo. Una gran multitud de pobladores vinieron a pelear por su compensación por las cabras, pero sostengo que fue un incidente sin culpa ya que las cabras comían hojas felizmente mientras todos discutían.
Dentro de la segunda nación más poblada de la tierra, la Iglesia Católica, pequeña en número, pero con raíces que se remontan a Santo Tomás Apóstol y San Francisco Javier en la era moderna, lleva la Buena Nueva de Jesucristo al centro de la sociedad india.
El compromiso con la educación católica en toda la Diócesis de Warangal es asombroso, donde aproximadamente 50 mil niños hasta el grado 10 están matriculados en escuelas católicas.
Para ponerlo en contexto, 15 millones de personas residen en el territorio de la diócesis, pero solo hay 70 mil católicos. Al obispo Bala le gusta decir que dondequiera que la Iglesia asume la comisión del Señor para hacer discípulos de todas las naciones, la educación casi siempre está en el centro de la misión. “Donde hay una Iglesia, hay una escuela”.
La mayoría de los estudiantes en las escuelas católicas altamente respetadas, en áreas urbanas y rurales, son hindúes seguidos en número por musulmanes y católicos. Las escuelas proclaman la Buena Nueva de Jesucristo y la tradición católica de manera fiel y creativa, y en el centro de esta tradición intelectual está la elevación de la dignidad de la persona de todas las tradiciones y culturas de fe. La formación en sabiduría, conocimiento y gracia educa a toda la persona hecha a imagen y semejanza de Dios
Del mismo modo, con una población de mil 400 millones, hay innumerables personas sumidas en la indigencia y el abandono y, como Santa Madre Teresa, la Iglesia está allí para servir.
La Diócesis de Warangal atiende a personas vulnerables a través de servicios residenciales y de salud para personas sin hogar, enfermos mentales, infectados o afectados por el VIH / SIDA, escuelas para personas problemas del habla, sordos y ancianos.
Hermanos y hermanas religiosos, viviendo en comunidad, dedican sus vidas a estos huéspedes.
Dado que muchos en la India hablan inglés, pude celebrar misa regularmente, tanto en la catedral como en las celebraciones parroquiales en toda la diócesis. En cada reunión de adoración, los colores vibrantes del sari, el atuendo tradicional de las mujeres indias, y las abundantes flores crearon un ambiente festivo para la oración.
Lo más destacado de la experiencia de Warangal fue la visita a la granja del Padre Albeen, donde su familia y toda la aldea colocaron una alfombra de bienvenida. Bajé por la calle principal en un carro tirado por bueyes con dos niños señalando el camino. Los padres del padre Albeen, que celebraron 60 años de matrimonio en mayo pasado, estaban radiantes por dar la bienvenida a casa a su hijo y al obispo de Mississippi.
Después de cinco días en Warangal, fuimos a Hyderabad para permanecer dos noches en el seminario donde muchos sacerdotes de Warangal recibieron su formación. Los padres y la hermana del padre Suresh Thirumalareddy, el pastor de Saint James en Magnolia y el capellán de la Escuela Hermanas de Notre Dame en Chatawa viajaron desde lejos para poder saludarme en el seminario y ofrecer de regalo flores y el tradicional pañuelo indio.
Después de disfrutar la hospitalidad de la hermana y la familia del padre Albeen, María, Vincent y su hija Teju, volamos a Cochin, en el estado de Kerala, en el suroeste de la India. El padre Sajii Sebastian, Provincial de los Heraldos de la Buena Nueva, de la Provincia de Saint Paul nos acompañó durante la visita de dos días. En ruta a la Casa Provincial, visitamos a las familias de los padres Agustín Palimattam, de Saint Patrick y Saint Joseph en Meridian, y Antony Chakkalakkal pastor de Saint Francis en Aberdeen y ministro sacramental de Saint Helen en Amory, ambos sacerdotes, Heraldos de los Buena Nueva sirviendo en Jackson. Como he señalado, la hospitalidad india es una bendición a la vista y experimentarla es aún más alegre cuando es en el hogar familiar de un sacerdote que sirve como misionero.
Los Heraldos de los Buena Nueva es una comunidad religiosa recientemente establecida (1984) de más de 90 sacerdotes. Su lema, Amor en Acción es evidente en ministerios cruciales. Celebramos misa y visitamos a los residentes de un hogar adyacente a la Casa Provincial. También nos abrimos paso por la ladera de una montaña donde almorzamos en una casa para enfermos mentales, que domina una cadena montañosa que supera los 2.400 metros.
A continuación, en el peregrinaje pastoral, fue un vuelo a Mumbai, el centro económico de la India con una población de 25 millones de habitantes, de los cuales 8 a 10 millones viven en los barrios marginales. Pasamos un día en el Priorato de Saint Norbet donde el Padre Xavier Amirtham, pastor de la Sagrada Familia de Jackson, fue el Prior durante ocho años.
Después de celebrar la misa dominical en su parroquia de San José Obrero, visitamos el barrio bajo donde viven muchos de los niños de su escuela parroquial. De este ambiente increíblemente empobrecido, cada día, personas jóvenes y mayores, emergen con gran dignidad para estudiar y trabajar.
Mumbai es una ciudad de la costa oeste de la India en el mar Arábigo y la brisa constante del agua atempera el intenso calor de la región. Mientras nos dirigimos hacia el Taj Mahal, doy gracias al Señor por las muchas bendiciones de esta peregrinación pastoral.
En India lo notable es la forma de expresar múltiples culturas e idiomas donde la Iglesia Católica es un sacramento vivo de la presencia de Dios.
Blessings abound on visit to India
By Bishop Joseph Kopacz
Flying from Mumbai to Delhi, and the subsequent drive to the Taj mahal, afforded the time to reflect upon an amazing 10 of 14 days in India. Father Albeen Vatti, the pastor of Madison Saint Francis Parish, and a priest of Warangal, and I arrived at 2:30 a.m. on Friday, February 8, and immediately the sights, sounds, tastes and smells engaged and, at times, overwhelmed my senses and familiar categories of physical reality. But far surpassing the sheer volume of humanity, were the blessings of Indian hospitality around every bend in the road.
Our first stop on this pastoral pilgrimage was the bishop’s house in Warangal where Bishop Udumala Bala and staff warmly welcomed us to what became our base of operations for the next five days. Although we were dragging from the effects of jet lag after 31 hours of travel, we jumped into the flow of Indian life with a few visits out to the villages where I met the families of Father Pradeep Thirumalreddy, the pastor of Batesville Saint Mary, and Father Raju Macherla, the chaplain of Saint Dominic Hospital, Jackson. These were joyful encounters with opportunities for prayers for healing for Father Pradeep’s father, struggling with cancer, and for blessings for the sister of Father Raju, who is about to be married.
On one of our pastoral outings we visited with Father Basani Channappareddy, the former pastor of West Point Immaculate Conception, who is doing well in his new assignment. The visits required several hours of driving out and back, and immediately the density, pace and swirl of traffic in India riveted my attention. Cars, auto-rickshaws, transport vehicles, motorcycles and motor bikes, bicycles, people and animals (goats, buffalos, dogs, sheep, cows, etc.) all honked and/or aimed for an advantageous position in the unrelenting flurry of organized chaos. Often, we came within inches of adjacent vehicles or people without incident until we hit two goats out in the countryside.
A large throng of townspeople came to quarrel for their position and compensation for the goats, but I maintain it was a no fault incident since the goats were happily munching leaves as everyone argued.
Within the second most populous nation on earth, the Catholic Church, small in number, but with roots going back to Saint Thomas the Apostle and to Saint Francis Xavier in the modern era, brings the Good News of Jesus Christ into the center of Indian society. The commitment to Catholic education throughout the Diocese of Warangal is astounding where approximately 50,000 children up to grade 10 are enrolled in Catholic Schools. To put it in context, 15 million people reside within the territory of the diocese, but there are only 70,000 Catholics.
Bishop Bala is fond of saying that wherever the Church takes up the Lord’s commission to make disciples of all the nations, education nearly always is at the heart of the mission. “Where there is a Church, there is a school.”
Most of the students in the highly-respected Catholic schools in urban and rural areas are Hindu, followed in number by Muslims and Catholics. The schools proclaim the Good News of Jesus Christ and the Catholic tradition in faithful and creative ways, and at the core of this intellectual tradition is the upliftment of the dignity of the person from all faith traditions and cultures. Formation in wisdom, knowledge and grace educates the whole person made in the image and likeness of God.
Likewise, with a population of 1.4 billion people there are countless people mired in destitution and abandonment, and like Saint Mother Theresa, the Church is there to serve. The Diocese of Warangal serves the vulnerable through health care and residential facilities for the homeless, mentally ill, the infected and affected by HIV/AIDS, schools for the deaf and speech impaired, and the elderly, to name those we visited. Religious brothers and sisters, living in community, dedicate their lives to their guests.
Since many in India speak English, I was able to celebrate Mass regularly, both at the Cathedral and for parish celebrations throughout the diocese. In every gathering for worship, the vibrant colors of the Saree, the traditional attire of the Indian women, and abundant flowers created a festive environment for prayer. A highlight of the Warangal experience was a visit to the homestead of Father Albeen where the whole village, along with Father Albeen’s family, put out the welcome mat. I rode down main street on an oxen-pulled cart with two children pointing the way. Father Albeen’s parents, who celebrated 60 years of marriage last May, were beaming to welcome home their son and the bishop from Mississippi.
After five days in Warangal, we drove to Hyderabad to stay two nights at the seminary where many priests from Warangal received their formation. The parents and sister of Father Suresh Thirumalareddy, the pastor of Magnolia Saint James and chaplain to School Sisters of Notre Dame in Chatawa, drove no small distance to greeting me at the seminary to offer gifts of flowers and the traditional Indian scarf.
After enjoying the hospitality of Father Albeen’s sister and family, Maria, Vincent and their daughter, Teju, we flew to Cochin, in the state of Kerala in Southwest India. Father Sajii Sebastian, the Provincial of the Healds of the Good News of the Saint Paul Province, greeted us and accompanied us for the two-day visit.
In route to the Provincial House we visited the families of Father Augustine Palimattam, the Pastor of Meridian Saint Patrick and Saint Joseph, and Father Antony Chakkalakkal, the pastor of Aberdeen Saint Francis, and the sacramental minister of Amory Saint Helen, who are the Heralds of the Good News Priests serving in Jackson.
As noted, Indian hospitality is a blessing to behold and to experience, and it is even more joyful when the dwelling is the family home of a priest serving as missionaries. The Heralds of the Good News is a recently established (1984) religious community of more than 90 priests but their motto Love in Action is evident in crucial ministries. A home for the abandoned stands adjacent to the Provincial House where we celebrated Mass and visited with the residents. We also snaked our way up a mountain side where we lunched at their home for the mentally ill which overlooks a mountain range exceeding 2,400 meters.
Next on the pastoral pilgrimage was a flight to Mumbai, the economic hub of India with a population of 25 million people, 8 to 10 million of whom live in the slums. We spent a day at Saint Norbet Priory where Father Xavier Amirtham, pastor of Jackson Holy Family, was the Prior for eight years. After celebrating Sunday Mass at their parish of Saint Joseph the Worker, we visited the nearby slum where many of the children in their parish school live.
Out of this incredibly impoverished environment each day people, young and older, emerge with great dignity to study and work. Mumbai is a west coast city of India on the Arabian sea and the steady breeze off the water tempers the otherwise intense heat of the region. As we motor on toward the Taj mahal I give thanks to the Lord for the many blessings of this pastoral pilgrimage. India the remarkable is one way of expressing this nation of multiple cultures and languages where the Catholic Church is a living sacrament of God’s presence.
Quinto Aniversario
Por Obispo Joseph Kopacz
El 6 de febrero, a principios de esta semana, recapitulé silenciosamente el quinto aniversario de mi ordenación e instalación como el onceavo Obispo de la Diócesis de Jackson.
Como sabemos, algunos días no tienen fin, pero una década puede pasar en un abrir y cerrar de ojos, (1Cor 15). Para mí, los últimos cinco años son oficialmente historia, por haberse movido a la velocidad de una lanzadera de telar, (Job 7,6). Muchos eventos y memorias se destacan vívidamente; algunos deben recuperarse revisando el calendario de un i-Phone; otros resurgen cuando vuelvo a visitar escuelas y parroquias, y otros cuando alguien, en una conversación, me recuerda un evento o encuentro.
Digo todo esto para indicar que el Señor me ha bendecido abundantemente a través del ministerio episcopal que tan generosamente me fue otorgado hace cinco años.
Incluso, los problemas actuales no suprimen la belleza, la verdad y la bondad que han surgido de nuestra renovadas Misión y Visión. Cada día tenemos la oportunidad de proclamar el Evangelio por la forma en que vivimos nuestras vidas para que todos puedan experimentar al Señor crucificado y resucitado.
El atractivo diseño de nuestra Visión diocesana me recuerda, dondequiera que esté en la diócesis, acerca de nuestras prioridades de inspirar a los discípulos, servir a los demás y abrazar la diversidad, así como se mostró en nuestra recién Conferencia Diocesana para Jóvenes. La Visión se ha adoptado y aplicado de manera creativa en toda la diócesis a través de la aplicación de nuestras prioridades pastorales, especialmente para invitar y reconciliar a las comunidades y para enseñar nuestra fe católica, de muchas y variadas formas, al ser buenos escribas en el Reino de los Cielos.
Recordamos las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo: “Cuando un maestro de la ley se instruye acerca del reino de los cielos, se parece al dueño de una casa, que de lo que tiene guardado sabe sacar cosas nuevas y cosas viejas”. (Mt 13,52) Podemos pensar en todos los canales de comunicación y evangelización al alcance de la mano, lo que es nuevo, así como las ya probadas formas de testificar, encontrar y acompañar.
Nuestra primera prioridad pastoral de invitar y reconciliar a las comunidades reconoce el llamado fundamental del Señor a arrepentirse y reconstruir la vida y la Iglesia acorde a las demandas del Evangelio. Esta llamada es siempre antigua y siempre nueva, y debe aplicarse vigorosamente al sufrimiento por la crisis de abuso sexual y al definido trastorno financiero en nuestra diócesis.
Crucificados con el Señor podemos resucitar con Él a una nueva vida.
El 6 de febrero, mi aniversario (que por cierto también es el cumpleaños de mi padre), tomé el largo vuelo a la India para mi primera visita pastoral a la tierra que nos está bendiciendo con sacerdotes dedicados y discípulos misioneros.
Ir cada año a Saltillo, México a nuestra misión de 50 años puede ser un reto, pero el subcontinente de la India será para mí navegar aguas desconocidas. Voy con mi guía de confianza, el Padre Albeen Vatti, pastor de San Francisco en Madison, de la Diócesis de Warangal, donde pasaremos un tiempo con el Obispo Bala, visitando entornos pastorales, así como con algunas familias de los sacerdotes que están sirviendo actualmente en la Diócesis de Jackson.
Desde allí, viajaremos a otros estados de la India para cumplir con visitas pastorales y a lo largo del camino, ver innumerables puntos de interés. La cultura y el modo de vida de esta nación densamente poblada me ofrecerán una experiencia cercana y personal en cada curva del camino. Espero con interés esta oportunidad para visitar la tierra donde el Apóstol Santo Tomás plantó las semillas del Evangelio.
Al hacer una breve pausa para reflexionar sobre este hito de 5 años en mi vida, aunque habrán 18 horas de vuelo a la India para hacer una reflexión considerable, estoy profundamente agradecido a tantos colegas de trabajo en la viña del Señor que sirven en toda la Diócesis, incluyendo ordenados, religiosos y religiosas y laicos, hombres y mujeres, que han respondido como discípulos a las demandas del Evangelio.
Por ejemplo, más de 500 personas asistieron al Día de Desarrollo Diocesano para Profesionales el pasado lunes, dirigido por Monica Applewhite, una líder en el campo de la prevención del abuso.
La cantidad suena como un número bíblico de discípulos a quienes el Señor ha parecido reunir en un solo lugar. (1Cor 15,6). Este evento es simplemente una muestra de los innumerables compañeros de trabajo que en nuestra diócesis están ocupados con los diseños del Señor y la mera mención de todos ellos superaría con creces el espacio disponible en esta edición del periódico Mississippi Catholic.
La belleza de la oración es que se extiende desde un extremo de la tierra hasta el otro y perfora los cielos.
Durante las dos semanas que estaré en la India recordaré, cada día en el altar, a todos ustedes y especialmente a las necesidades de nuestra Diócesis.
Sé que su oración también se extenderá a lo largo de kilómetros pidiendo las bendiciones del Señor en esta extraordinaria visita pastoral mientras los represento ante el pueblo de la India.
Reflecting on five years as bishop
By Bishop Joseph Kopacz
On February 6, I quietly marked the fifth anniversary of my ordination and installation as the 11th bishop of the Diocese of Jackson. As we know some days never end, but a decade can pass in the twinkling of an eye. (1Cor 15) For me the past five years are officially history, having moved at the speed of a weaver’s shuttle, (Job 7,6).
Many events and memories stand out vividly; some have to be recalled by scrolling through my i-Phone calendar; others surface when I revisit schools and parishes and, still others when someone recalls an event or encounter in conversation.
All of it is to say that the Lord has blessed me abundantly through the episcopal ministry he so graciously bestowed upon me five years ago.
Even the current troubles do not suppress the beauty, truth and goodness that have flowed from our Mission and renewed Vision. Each day we have the opportunity to proclaim the Gospel by the way we live our lives so that all can experience the crucified and risen Lord.
The engaging design of our diocesan Vision reminds me wherever I am in the diocese about our priorities of inspiring disciples, serving others and embracing diversity, as was on display at our just completed diocesan youth conference. (See page 7 for photos)
The Vision has been embraced and applied in creative ways throughout the diocese through the application of our Pastoral Priorities, especially to be inviting and reconciling communities and to teach our Catholic faith by being good scribes in the Kingdom of Heaven in many and varied ways. We recall the words of Jesus in Matthew’s Gospel: “Therefore every scribe who has been trained for the kingdom of heaven is like a householder who brings out of his treasure what is new and what is old,, (13,52).
We can think of all of the channels for communication and evangelization at our fingertips, that which is new, as well as the proven time tested ways of witnessing, encountering and accompanying.
Our first Pastoral Priority to be inviting and reconciling communities recognizes the fundamental call of the Lord to repent and rebuild one’s life and Church on the demands of the Gospel. This call is ever ancient and ever new, and must be vigorously applied to the suffering of the sexual abuse crisis, and the targeted financial upheaval in our diocese.
Crucified with the Lord we can rise with him to new life.
On February 6, my anniversary (which by the way also happens to be my father’s birthday), I am set to take the long flight to India for my first pastoral visit to the land that is blessing us with dedicated priests and missionary disciples. Going to Saltillo, Mexico, each year to our mission of 50 years can be a stretch, but the Indian subcontinent will be unchartered waters for me.
I will be going with my trusty guide, Father Albeen Vatti, pastor of Saint Francis in Madison, of the Diocese of Warangal where we will spend time with Bishop Bala, visiting many pastoral settings as well as some of the families of the priests who are serving currently in the Diocese of Jackson. From there we will travel to other Indian States for pastoral visits, as well as for seeing countless points of interests along the way. The culture and way of life of this densely-populated nation will make for an up close and personal experience at every bend in the road. I am looking forward to this opportunity to visit the land where Saint Thomas the Apostle planted the seeds of the Gospel.
As I briefly pause to reflect upon this five year milestone in my life, although there will be 18 hours of flying time to India to do considerable reflection, I am deeply grateful to so many coworkers in the vineyard of the Lord who serve throughout the diocese. These are the ordained, religious and lay women and men who have responded as disciples to the demands of the Gospel.
For example, more than 500 were on hand for the Diocesan Professional Development Day this past Monday led by Monica Applewhite, a leading practitioner in the field of abuse prevention. It sounds like a biblical number of disciples to whom the Lord has appeared gathered in one place, (1Cor 15,6).
This event is merely a sampling of the countless coworkers in our diocese busy about the Lord’s designs that the mere mentioning of them would far exceed the available space in this edition of the Mississippi Catholic.
The beauty of prayer is that it reaches from one end of the earth to the other and pierces the heavens. During the two weeks that I will be in India I will remember all y’all and the needs of our diocese especially at the altar each day.
I know that your prayer will also reach across the miles asking the Lord’s blessings on this extraordinary pastoral visit as I represent you to the people of India.
Bishop Kopacz Schedule
Monday, Jan. 28, 9:15 a.m. Catholic School’s Week (CSW) Mass, Greenville St. Joseph School.
Tuesday, Jan. 29, 8:15 a.m. CSW Mass, Madison St. Anthony School.
1 p.m. CSW Mass, Madison St. Joseph School.
Wednesday, Jan. 30, 8:15 a.m. CSW Mass, Jackson St. Richard School.
1 p.m. CSW Mass, Jackson Sr. Thea Bowman School.
Thursday, Jan. 31, 9:10 a.m. CSW Mass, Vicksburg Catholic School, followed by library dedications.
3:30 p.m. CSW Rally at the Capitol for all Catholic Schools.
Friday, Feb. 1, 8 a.m. CSW Mass, Natchez Cathedral School.
7 p.m. Opening remarks, Diocesan Catholic Youth Conference, Vicksburg Convention Center.
Sunday, Feb. 3, 10:30 a.m. Closing Mass, Diocesan Catholic Youth Conference, Vicksburg Convention Center.
Only public events are listed on this schedule and all events are subject to change.
Please check with the local parish for further details
Open Wide Our Hearts – El perdurable llamado al amor: una carta pastoral contra el racismo
Por Obispo Joseph Kopacz
Durante la Conferencia de Obispos de noviembre pasado, un momento culminante fue presentar la Causa de Canonización de la Hna. Thea. Después fué la abrumadora aprobación de la nueva Carta Pastoral contra el Racismo “Open Wide Our Hearts—The Enduring Call to Love”(Abiertos de par en par nuestros corazones – La continua llamada del amor”, por su traducción al español), debido al racismo en nuestra nación contra los nativos americanos y los afroamericanos en particular, pero también el prejuicio, profundamente arraigado, contra muchas poblaciones inmigrantes desde los primeros días de nuestra nación, cada generación de estadounidenses es desafiada a trabajar por la libertad y la justicia para todos.
Una forma preeminente de superar el legado de la división racial y el racismo que la sustenta es a través de la educación. Al celebrar a las Escuelas Católicas, reconocemos con orgullo que la Diócesis Católica de Jackson, a través de nuestras escuelas, ha sacado a muchos de la desesperanza de la pobreza y el analfabetismo.
Las Hijas de la Caridad, por invitación del obispo John Joseph Chanche, primer obispo de la entonces diócesis de Natchez, llegaron en 1847 como discípulas misioneras para comenzar el legado de la educación de la Escuela Católica en Mississippi. El gran mandamiento de Jesucristo de “ir y enseñar a todas las naciones, hacer discípulos y bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” fue la vitalidad amorosa de su misión. Entre sus alumnos se encontraban los hijos de esclavos.
Los tres pilares de nuestra visión diocesana para abarcar la diversidad, servir a los demás, inspirar a los discípulos han sido piedras vivas en nuestras comunidades de las Escuelas Católicas durante los últimos 172 años, evidentes en las muchas ramas de la población europea y afroamericana. Recuerdese que la Hna. Thea se dió cuenta de su potencial dado por Dios a través de la dedicación de las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua.
Este Sierva de Dios continúa inspirando, a través de su Causa de Canonización, dispersa a lo largo y ancho de su santidad apasionada y su hambre y sed de justicia e inclusión para su gente y para todas las poblaciones marginadas. El orgulloso legado de la educación de la Escuela Católica continúa hoy, y actualmente se está realizando un esfuerzo considerable para reclutar a estudiantes dentro de nuestros católicos hispanos.
Mientras la Iglesia en los Estados Unidos estudia y pone en acción “Open Wide Our Hearts — The Enduring Call to Love”, lo hacemos a la luz de las tragedias y los triunfos en Mississippi y en todo nuestro país.
El Museo de los Derechos Civiles en Jackson, que tiene poco más de un año, conserva la realidad del odio, la violencia y el racismo durante la Era de los Derechos Civiles. También reconoce y aprecia los sacrificios y el compromiso de personas de todas las razas y orígenes para lograr la promesa de libertad y justicia de todos en nuestro país. Finalmente, se sienta como un baluarte que anuncia a todos que los ciudadanos de Mississippi permanecerán indiferentes en la lucha por la justicia racial para todos los pueblos.
Sin embargo, una vez más, hoy en día, las fallas de la división racial, étnica y seccional y la desconfianza han fracturado el discurso civil y la acción social constructiva. “Open Our Hearts — The Enduring Call to Love” desafía a los católicos, a todos los cristianos y ciudadanos a alejarse intencionalmente del vitriolo que ha levantado su feo rostro, en los principales medios de comunicación, en las redes sociales y en nuestros hogares, para reconocer y trabajar contra los demonios del racismo y el prejuicio.
A través del estudio, la reflexión y el diálogo debemos reconciliar la brutalidad del genocidio cercano que abrumó a nuestras poblaciones de nativos americanos, la inhumanidad de la esclavitud, que consideraba a hombres como propiedad, que diezmó a la población afroamericana y a los prejuicios e injusticias que han afectado a muchos grupos étnicos, en particular a la población latina en nuestros días.
No somos llamados como cristianos a revolcarnos en la vergüenza de nuestra historia pecaminosa, sino a reconciliarla en un nivel mucho más profundo para que podamos avanzar como una nación, más libre y más unida, verdaderamente e pluribus unum. “Por lo tanto, no podemos ver el progreso contra el racismo en las últimas décadas y concluir que nuestra situación actual cumple con el estándar de justicia. De hecho, Dios exige lo que es correcto y justo “. (Pastoral contra el racismo)
“Open Our Hearts” pregunta, “¿cómo podemos superar el mal de rechazar la humanidad de un hermano o hermana, el mismo mal que provocó el pecado de Caín contra su hermano Abel? ¿Cuáles son los pasos necesarios que llevaran a esa conversión? ” Los obispos señalan las palabras perdurables del profeta Miqueas. “El señor ya te ha dicho, oh hombre, en qué consiste lo bueno y qué es lo que El espera de ti: que hagas justicia, que seas fiel y leal y que obedezcas humildemente a tu Dios. (Mi 6,8)
Para los católicos, la conversión genuina requiere que vivamos según el mandamiento más grande que enseñó Jesucristo. “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente y….. ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 37-39) “Cuando comenzamos a separar a las personas en nuestros pensamientos por razones injustas, cuando comenzamos a ver a algunas personas como “ellas” y otras como “nosotros” que no amamos. El mandato de amar requiere que hagamos espacio para otros en nuestros corazones “. (Pastoral contra Racismo)
Con pasión y elocuencia, los obispos invocan nuestro compromiso con la Vida para combatir el racismo. “La injusticia y el daño que el racismo causa son un ataque a la vida humana. La Iglesia en los Estados Unidos ha hablado sistemáticamente y con fuerza en contra del aborto, el suicidio asistido, la eutanasia, la pena de muerte y otras formas de violencia que amenazan la vida humana. No es un secreto que estos ataques a la vida humana han afectado gravemente a las minorias, que se ven afectadas de manera desproporcionada por la pobreza, que han sido blanco del aborto, tienen menos acceso a la atención médica, tienen el mayor número de personas en el corredor de la muerte y tienen más probabilidades de sentir presión para acabar con sus vidas ante una grave enfermedad.
Como obispos, afirmamos inequívocamente que el racismo es un problema de vida”. Finalmente, como pueblo de esperanza en Jesucristo, demos gracias a todos los que trabajan para crear comunidades de vida, justicia y paz, a través de la educación, el servicio, el empoderamiento y la defensa en muchos frentes, porque sus esfuerzos dan frutos que durarán. Hermanos y hermanas, “Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes. Hagan todo con amor.” (1Cor 16, 13-14)
Open Wide Our Hearts –The Enduring Call to Love: pastoral letter against racism
By Bishop Joseph Kopacz
During the Bishops’ Conference this past November it was a crowning moment to introduce Sister Thea’s Cause for Canonization following the overwhelming approval of the new Pastoral Letter against Racism: “Open Wide Our Hearts—The Enduring Call to Love.” Because of the legacy of racism in our nation against the Native American and the African American especially, but also the deep -rooted prejudice against many immigrant populations since our nation’s earliest days, each generation of Americans is challenged to labor toward liberty and justice for all.
One preeminent way to overcome the legacy of the racial divide and the lurking racism sustaining it, is through education. In celebrating Catholic Schools we proudly recognize that the Catholic Diocese of Jackson – through our schools – has lifted many out of the hopelessness of poverty and illiteracy. The Daughters of Charity, at the invitation of Bishop John Joseph Chanche, the first bishop of the then Diocese of Natchez, came in 1847 as missionary disciples to begin the legacy of Catholic School education in Mississippi. The great command of Jesus Christ to “go and teach all nations, making disciples and baptizing them in the name of the Father, Son, and Holy Spirit was the loving vitality of their mission.
Among their students were the children of slaves. The three pillars of our diocesan vision to embrace diversity — serve others — inspire disciples have been living stones in our Catholic School communities for these past 172 years evident in the many branches of the European and African-American populations. Remember that Sister Thea realized her God-given potential through the dedication of the Franciscan Sisters of Perpetual Adoration. This Servant of God continues to inspire through her Cause for Canonization that disperses far and wide her passionate holiness and her hunger and thirst for justice and inclusion for her people and all marginalized populations. The proud legacy of Catholic School education continues today, and considerable effort currently is being applied for the recruitment of our Hispanic Catholic students.
As the Church in the United States studies and puts into action “Open Wide Our Hearts — The Enduring Call to Love,” we do so in light of the tragedies and triumphs in Mississippi and throughout our country. The Civil Rights Museum in Jackson, just over one year young, preserves the reality of hatred, violence and racism during the Civil Rights Era. It also recognizes and cherishes the sacrifices and commitment of people of all races and backgrounds to achieve our nation’s promise of liberty and justice for all. Finally, it sits like a bulwark that announces to all that the citizens of Mississippi will remain unmoved in the fight for racial justice for all peoples.
However, once again today the fault lines of racial, ethnic and sectional division and distrust have fractured civil discourse and constructive social action. “Open Our Hearts — The Enduring Call to Love” challenges Catholics, all Christians and citizens to intentionally step aside from the vitriol that has reared its ugly head in the mainstream media, on social media, and in our homes in order to recognize and work against the demons of racism and prejudice. Through study, reflection and dialogue we must reconcile the brutality of near genocide that overwhelmed our Native American populations, the inhumanity of chattel slavery that decimated the African American population and the prejudices and injustices that have afflicted many ethnic groups, in particular the Latino population in our day.
We are not called as Christians to wallow in the shame of our sinful history, but rather to reconcile it at a much deeper level so that we can move forward as a nation, freer and more united, truly ‘e pluribus unum.’
“We cannot, therefore, look upon the progress against racism in recent decades and conclude that our current situation meets the standard of justice. In fact, God demands what is right and just.” (Pastoral against racism)
“Open Our Hearts” asks the question, “how do we overcome the evil of rejecting a brother or sister’s humanity, the same evil that provoked Cain’s sin against his brother Abel? What are the necessary steps that would lead to this conversion?” The bishops point to the enduring words of the prophet Micah. “You have been told, O mortal, what is good, and what the Lord requires of you: Only to do justice and to love goodness, and to walk humbly with your God (Mi 6,8).”
For Catholics genuine conversion requires that we live by the greatest commandment as taught by Jesus Christ. “Love the Lord your God with your whole heart, mind, soul and strength, and your neighbor as yourself. (Mt 22, 37-39).” “When we begin to separate people in our thoughts for unjust reasons, when we start to see some people as “them” and others as “us” we fail to love. The command to love requires us to make room for others in our hearts (Pastoral against Racism).”
With passion and eloquence the bishops invoke our commitment to Life in combating racism. “The injustice and harm racism causes are an attack on human life. The Church in the United States has spoken out consistently and forcefully against abortion, assisted suicide, euthanasia, the death penalty and other forms of violence that threaten human life. It is not a secret that these attacks on human life have severely affected people of color, who are disproportionately affected by poverty, targeted for abortion, have less access to healthcare, have the greatest number on death row and are most likely to feel pressure to end their lives when facing serious illness. As bishops, we unequivocally state that racism is a life issue.”
Finally, as a people of hope in Jesus Christ, let us give thanks to all who labor to create communities of life, justice and peace, through education, service, empowerment and advocacy on many fronts, because their efforts bear fruit that will last. “Brothers and sisters, be on your guard, stand firm in faith, be courageous, be strong. Your every act should be done with love. (1Cor 16, 13-14)
Retiro de los Obispos
Por Carol Zimmermann
WASHINGTON (CNS) Catholic News Service
Aunque el retiro de una semana de duración para los obispos católicos de Estados Unidos hizo hincapié en la reflexión tranquila, varios obispos hablaron en las redes sociales durante y luego del retiro, que concluyó el 8 de enero, con una reacción positiva al respecto y ensalzar al líder del retiro, el padre capuchino Raniero Cantalamessa, quien ha predicado a los papas y altos funcionarios de la Curia romana durante casi 40 años.
Un obispo dijo que escuchar al padre Cantalamessa era como estar en presencia de los primeros teólogos cristianos. “Claro, intensamente lleno del Espíritu Santo, y todo por el Reino de Dios”, dijo el obispo auxiliar Michael J. Boulette de San Antonio en un tweet. “Sigamos orando los unos por los otros, nuestra iglesia y nuestro mundo. ¡Una bendición de estar aquí!” El arzobispo Paul D. Etienne de Anchorage, Alaska,
tuiteó que el líder del retiro era un “verdadero instrumento del Señor”. El obispo Lawrence T. Persico, de Erie, Pensilvania, describió las pláticas y homilías del padre Cantalamessa como “poderosas y atractivas”. El obispo auxiliar de Boston, Mark W. O’Connell, dijo que fue una “experiencia verdaderamente bendecida” estar en un retiro con el padre Cantalamessa, “El Espíritu Santo estaba poderosamente presente, y yo estaba bastante conmovido”, tuiteó.
El Papa Francisco sugirió al Padre Cantalamessa de 84 años, que ha servido como predicador de la casa papal desde 1980. El tiempo de oración del 2 al 8 de enero en el Seminario Mundelein en la Universidad de St. Mary of the Lake, cerca de Chicago, se planificó en gran medida en respuesta a las revelaciones del verano pasado sobre las denuncias de abuso sexual que alcanzaron los niveles más altos de la iglesia de Estados Unidos.
En un correo electrónico a CNS semanas antes del retiro, el Padre Cantalamessa dijo: “El Santo Padre me pidió que estuviera disponible para dirigir una serie de ejercicios espirituales para la conferencia episcopal para que los obispos, lejos de sus compromisos diarios, en un clima de oración, en silencio y en un encuentro personal con el Señor, puedan recibir la fuerza y la luz del Espíritu Santo para encontrar las soluciones correctas para los problemas que afligen a la iglesia de los Estados Unidos hoy en día “, agregó..
Bishop schedule
Saturday, Jan. 19, 6 p.m. Offer Invocation – Pro Life Mississippi Annual Candlelight Prayer Vigil, State Capitol building, Jackson.
Monday, Jan. 28, 9:15 a.m. Catholic School’s Week (CSW) Mass, Greenville St. Joseph School.
Tuesday, Jan. 29, 8:15 a.m. CSW Mass, Madison St. Anthony School.
Tuesday, Jan. 29, 1 p.m. CSW Mass, Madison St. Joseph School.
Wednesday, Jan. 30, 8:15 a.m. CSW Mass, Jackson St. Richard School.
Wednesday, Jan. 30, 1 p.m. CSW Mass, Jackson Sister Thea Bowman School.
Thursday, Jan. 31, 8:15 a.m. CSW Mass, Vicksburg Catholic School.
Thursday, Jan. 31, 3:30 p.m. CSW Rally at the Capitol for all Catholic Schools.
Friday, Feb. 1, 8 a.m. CSW Mass, Natchez Cathedral School
Only public events are listed on this schedule and all events are subject to change.
Please check with the local parish for further details