‘Que comience una nueva década’

Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.
Apenas he cumplido 47 años como sacerdote y ahora 10 años como el undécimo obispo de Jackson, doy gracias al gran Sumo Sacerdote, Jesucristo, por el don de servirle a Él, a Su cuerpo, la Iglesia y al Reino de Dios en este mundo.

El Señor pronunció: “…Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10) Esta promesa se ha cumplido diez veces en mi vida. De hecho, la abundancia es el sello del sacerdocio y del ministerio episcopal. Ya sean bendiciones o cargas, para mí ha sido una vida con propósito, especialmente en las curvas imprevistas del camino.

Obispo Joseph R. Kopacz


Unos días después de mi consagración e instalación el 6 de febrero de 2014, atesoré la oportunidad de volar desde Madison a la Basílica de St. Mary Basilica en Natchez, a St. Joseph en Greenville, a St. James en Tupelo y hasta St. Joseph en Starkville en el proceso de tener mis primeros encuentros con los fieles. Durante esas 12 horas, desde las siete de la mañana a las siete de la noche vi, desde una vista aérea de 3,000 pies, una gran franja de la Diócesis de Jackson que se extendía ante mí, una gran vista que permanece vívida hasta el día de hoy. Siguiendo adelante, 10 años y 300 mil millas después, a través de los caballos de fuerza modernos, me han brindado la experiencia práctica en la formación de un vínculo profundo con la Diócesis de Jackson y el Estado de Mississippi. Por supuesto, no es una cuestión de millas, sino de misión, ministerios y el pueblo católico que compone las comunidades de fe en 65 condados.

En fotos, algunas imágenes del inicio del obispado. (arriba i-d) El obispo Kopacz sale de la Catedral de San Pedro el 6 de febrero de 2014, después de ser ordenado Obispo de la Diócesis de Jackson. Tres días después, vuela en helicóptero por varias parroquias para conocer parte del pueblo de Dios que se le había encomendado. En Corinth, después de Misa, da la bendición a una parroquiana en sillas de ruedas. (debajo i-d) El obispo Kopacz se toma una foto con niños de la parroquia St James, después de Misa, en su primera visita en febrero 9 de 2014. En 2016 visita por primera vez la Misión de Saltillo en México.

A medida que se acercaba mi aniversario, hace una semana, pasaron dos eventos que me brindaron la oportunidad de profundizar la comprensión que el regalo que he recibido sólo puede vivirse con gracia a su vez. Inesperadamente, el obispo Mario Dorsonville murió por complicaciones de salud después de servir sólo 10 meses como Ordinario de Houma-Thibodaux. En su Misa de entierro cristiano, la conmoción y la tristeza de los miembros de la congregación eran evidentes, y en algunos momentos no pude evitar ser autorreferencial considerando el período de tiempo de sus diez meses y mis diez años. Si hubiera tenido la suerte de servir diez años, habría tenido mi edad y recordaría con gratitud una década de servicio en el pantano de Luisiana.

No sabemos el día ni la hora, sólo que cada día es el momento actual y las semanas, los meses y los años se suceden rítmicamente bajo las alas de la Divina Providencia.

Al día siguiente, el viernes de la semana pasada, recibí una visita del noreste de Pensilvania, que se dirigía a comenzar un nuevo capítulo de servicio activo en la Banda del Cuerpo del Ejército en Fort Hood, Texas. Liam y su hermano Luke, mi ahijado, sirvieron en mi Misa de consagración e instalación cuando eran adolescentes. Ahora tienen 23 años y su vida adulta se desarrolla con energía y entusiasmo.

Mientras desayunaba en Broad Street, mencionó que podría jubilarse después de 20 años a los 42 años, y luego planteó la pregunta: “por cierto, ¿cuántos años tendrás cuando te jubiles?” Ése es un número que ni siquiera podía calcular.

Mientras él saboreaba su sémola, me di cuenta de que a lo largo de diez años varias personas en mi vida habían abandonado este mundo y otras habían alcanzado la mayoría de edad. Y sí Virginia, hay un Papá Noel y sí, algún día me jubilaré.

Pero mientras tanto sigo en servicio activo y agradezco la energía y la motivación que me impulsan hacia adelante cada día. Otra forma de nombrar esto es la gracia de Dios de maneras variadas y espléndidas, especialmente implorada en la oración eucarística en cada Misa cuando soy elevado por mi nombre.
Finalmente, doy gracias por los innumerables colaboradores en el ministerio – ordenados, religiosos y laicos – cuyo amor por el Señor Jesús y la Iglesia, cuya generosidad y compromiso con el Evangelio son fuente de inspiración cada día.

Que comience la nueva década y que las curvas del camino por delante continúen la aventura en ese espacio sagrado entre el tiempo y la eternidad.

¡Hasta muchos años mas! !Ad multos anos!

(arriba i-d) En fotos de archivo el obispo Kopacz y su fiel perro “Amigo” visitan a los estudiantes de la escuela católica St. Anthony. El Papa Francisco saluda al obispo Joseph R. Kopacz de la Diócesis de Jackson, Mississippi, durante una reunión con 138 nuevos obispos de todo el mundo en el Vaticano el 18 de septiembre de 2014. El Papa alentó a los obispos a ser tan vigilantes y valientes como centinelas que vigilan la fe, y tan indulgente y paciente como Moisés. (Foto CNS/L’Osservatore Romano). En una de sus primeras apariciones, el obispo Kopacz abre un juego de Beisbol de los Braves. (debajo) Luego de su primera Misa en Christ the King Southaven, el obispo Kopacz se retrata con las niñas del baile folclórico. (Fotos de archivo de la Mississippi Catholic)

God’s Word, ‘a light for our path’

By Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.
Pope Francis commenced with the following words in his homily for Sunday of the Word of God on Jan. 21 of this year. “We have just heard that Jesus said to them: ‘Come, follow me’ … Immediately they left their nets and followed him.” (Mark 1:17-18)

The word of God has immense power, as we heard in the first reading: “The word of God came to Jonah, saying: ‘Get up, go to Nineveh … and preach to them’ … So Jonah set out and went … according to the word of the Lord. (John 3:1-3)

“The word of God unleashes the power of the Holy Spirit, a power that draws people to God, like those young fisherman who were struck by Jesus’ words, and sends others, like Jonah, towards those distant from the Lord. The word draws us to God and sends us to others. It draws us to God and sends us to others: that is how it works. It does not leave us self-absorbed, but expands hearts, changes courses, overturns habits, opens up new scenarios and discloses unthought-of horizons … The Word makes us hear the call of Jesus. It calls us to set out with him for the sake of others. The Word makes us missionaries, God’s messengers and witnesses to a world drowning in words, yet thirsting for the very Word it so often ignores.”

Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.

These hope-filled words of Pope Francis point to the sacred scriptures, “a lamp for our feet and a light for our path.” (Psalm 119:105) The words of Jesus, the Word made flesh – the way, the truth and the life (John 14:6) – are the most important words recorded in the Bible, and truly ever spoken in the history of the human race, words that “will never pass away.” (Matthew 24:35)

From the heart of God’s word the church celebrates a diverse legacy during the month of January. At the midpoint each year is the celebration of Martin Luther King Jr’s birthday, a time to renew our hunger for the coming of God’s Kingdom, a kingdom of justice, peace and joy in the Holy Spirit. (Romans 14:17)

On Jan. 22 each year the church broadens the vision of God’s Kingdom with her unwavering commitment to life, justice and peace, and the dignity of the human being made in the image and likeness of God from the moment of conception. “Before I formed you in the womb I knew you, before you were born I dedicated you. (Jeremiah 1:5) “You formed my inmost being; you knit me in my mother’s womb. I praise you because I am wonderfully made; wonderful are your works.” (Psalm 139:13-14)

The Word of God furthers the work of Christian unity for which the Lord so ardently prayed at the Last Supper anticipating the division that plagues the human race. “I pray not only for them, but also for those who will believe in me through their word, so that they may all be one, as you Father, are in me and I in you, that they also may be one in us, that the world may believe that you sent me.” (John 17:20-21)

The theme for this year’s week of prayer for Christian Unity is: “You shall love the Lord, your God, and your neighbor as yourself.” (Luke 10:27)

Lastly, our commitment to Catholic School education rests upon the Word of the Lord as he departed this world in his glorified body. “Therefore go and make disciples of all nations, baptizing them in the name of the Father and of the Son and of the Holy Spirit, and teaching them to obey everything I have commanded you. And surely I am with you always, to the very end of the age.” (Matthew 28:19-20) From time immemorial education has been the centerpiece of the life of faith in the Jewish-Christian tradition.

“God made a decree to Jacob, established a law in Israel: which he commanded our ancestors, they were to teach their children; that the next generation might come to know, children yet to be born. In turn they were to recount them to their children, that they too might put their confidence in God, and not forget God’s deeds, but keep his commandments.” (Psalm 78:5-7)

May the Lord Jesus continue to bless all who labor in our diocesan catholic school system. Our schools and all of our life-long faith formation follow the way of the Lord himself who after being found teaching in the temple at 12 years of age, “went down with them and came to Nazareth, and was obedient to them, and his mother kept all these things in her heart. And Jesus advanced in wisdom, knowledge and favor before God and others.” (Luke 2:52)

May the treasure of God’s Word continue to be a lamp for our feet and a light for our path.

Domingo de la Palabra de Dios

Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.
El Papa Francisco, el 21 de enero de este año, comenzó su homilía del Domingo de la Palabra de Dios con las siguientes palabras “Acabamos de oír que Jesús les dijo: ‘Síganme, …. Al momento dejaron sus redes y se fueron con él.” (Marcos 1:17-18), el 21 de enero de este año.

La palabra de Dios tiene un poder inmenso, como escuchamos en la primera lectura: “Vino palabra de Dios a Jonás, diciendo: ‘Anda, vete a la gran ciudad de Nínive y anuncia lo que te voy a decir… Jonás se puso en marcha y fue…’ (Juan 3:1-3)

La palabra de Dios desata la fuerza del Espíritu Santo, una fuerza que atrae a los hombres hacia Dios, como aquellos jóvenes pescadores que quedaron impresionados por las palabras de Jesús, y envía a otros, como Jonás, hacia los que están alejados del Señor.

La palabra nos acerca a Dios y nos envía a los demás. Nos atrae a Dios y nos envía a los demás: así funciona. No nos deja ensimismados, sino que expande el corazón, cambia rumbos, trastorna hábitos, abre nuevos escenarios y descubre horizontes impensados… La Palabra nos hace escuchar la llamada de Jesús. Nos llama a caminar con él por el bien de los demás. La Palabra nos hace misioneros, mensajeros de Dios y testigos de un mundo ahogado en palabras, pero sediento de la misma Palabra que tantas veces ignora”.

Obispo Joseph R. Kopacz


Estas palabras llenas de esperanza del Papa Francisco apuntan a las Sagradas Escrituras, “una lámpara a mis pies y una luz en mi camino.” (Salmo 119:105) Las palabras de Jesús, el Verbo hecho carne, el camino, la verdad y la vida, (Juan 14:6) son las palabras más importantes registradas en la Biblia, y verdaderamente jamás antes pronunciadas en la historia de la raza humana, palabras que “nunca pasarán.” (Mateo 24:35)

Desde el corazón de la palabra de Dios, la iglesia celebra un legado diverso durante el mes de enero. A mitad de año cada año se celebra el cumpleaños de Martin Luther King Jr, un momento para renovar nuestra hambre por la venida del Reino de Dios, un reino de justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo. (Romanos 14:17)

El 22 de enero de cada año la iglesia amplía la visión del Reino de Dios con su compromiso inquebrantable con la vida, la justicia y la paz, y la dignidad del ser humano hecho a imagen y semejanza de Dios desde el momento de concepción. “Antes que te formase en el vientre te conocí, antes de que nacieras te dediqué. ” (Jeremías 1:5) “Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre. Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho. ¡De ello estoy bien convencido!” (Salmo 139:13-14) La Palabra de Dios promueve la obra de la unidad cristiana por la que el Señor oró tan ardientemente en la Última Cena, anticipando la división que azota a la raza humana. “No te ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Juan 17:20-21)

El tema de la semana de oración por la unidad de los cristianos de este año es: “Ama al Señor tu Dios …y … tu prójimo como a ti mismo.” (Lucas 10:27)

Por último, nuestro compromiso con la educación en las escuelas católicas se basa en la Palabra del Señor cuando partió de este mundo en su cuerpo glorificado. “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:19-20) Desde tiempos inmemoriales la educación ha sido la pieza central de la vida de fe en la tradición judeocristiana.

“Dios estableció una ley para Jacob; puso una norma de conducta en Israel, y ordenó a nuestros antepasados que la enseñaran a sus descendientes, para que la conocieran las generaciones futuras, los hijos que habían de nacer, y que ellos, a su vez, la enseñaran a sus hijos; para que tuvieran confianza en Dios y no olvidaran lo que él había hecho; para que obedecieran sus mandamientos.” (Salmo 78: 5-7)
Que el Señor Jesús continúe bendiciendo a todos los que trabajan en nuestro sistema escolar católico diocesano. Nuestras escuelas y toda nuestra formación en la fe para toda la vida siguen el camino del Señor mismo quien, después de ser encontrado enseñando en el templo a los 12 años de edad, “Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en su corazón. Y Jesús seguía creciendo en sabiduría y estatura, y gozaba del favor de Dios y de los hombres.” (Lucas 2:52)

Que el tesoro de la Palabra de Dios siga siendo lámpara para nuestros pies y luz para nuestro camino.

En esta fotografía del 19 de diciembre de 2019 se ve un pasaje del Libro del Génesis. En una audiencia con una delegación que representa a las Sociedades Bíblicas Unidas en el Vaticano el 16 de febrero de 2023, el Papa Francisco dijo que la palabra de Dios “es proclamada, escuchada y vivida en circunstancias favorables y desfavorables, de diferentes maneras y con diferentes expresiones, enfrentando graves dificultades y persecución en un mundo a menudo sordo a la voz de Dios.” (Foto CNS/Paul Haring)

Celebrating the legacy of MLK, Jr. and Sister Thea Bowman

By Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.
Coming out of the splendor of the Christmas season with the culminating feasts of the Epiphany and the Baptism of the Lord, we now return to ordinary time to remain steadfast in the work of the Lord to announce the Good News of Salvation, and the presence of the Kingdom of God, the work of conversion, and of justice, peace, and joy in the Holy Spirit. (Romans 14:17)
The feast of the Epiphany, the manifestation of Jesus Christ to all nations, inspired us to follow the radiance of the Gospel while circumventing the power and pull of evil in our world, as did the Magi in eluding King Herod. The Baptism of the Lord inspires us as God’s children, baptized into the life-giving death and resurrection of God’s beloved Son, to hear the call of the Lord and to put it into practice as his disciples. With the Holy Spirit as out guide we pray and dedicate ourselves to the will of God “on earth as it is in heaven.” The indwelling of the Holy Spirit is the foretaste and promise of glory (2Corinthians 5:5), raising us beyond the horizon of this world to the vision of eternal life.

Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.

The national holiday this weekend offers us the bonus of an additional day away from many of our offices and workplaces and much more in honor of Martin Luther King Jr. At our Cathedral of St. Peter the Apostle, we are going to mark this occasion in an extra special way with an additional Mass on Sunday afternoon honoring the legacy and witness of King and of our own Sister Thea Bowman, Servant of God. They were not exactly contemporaries of one another, yet they breathed the same air with the same passion for civil rights, for freedom, justice and equality for all of God’s children.
When Martin Luther King Jr. was slain in Memphis in April 1968, Sister Thea was pursuing an advanced degree at Catholic University in Washington DC. She would take up the torch for the next 20 years until her untimely death. They were committed disciples of the Lord Jesus, MLK, Jr. a Baptist, and Bowman, a Catholic, who like the Magi were inspired to live by the light of faith and the power of the Gospel.
When Pope Francis spoke to the United States Congress in 2015, he honored King as a prophetic voice for our nation’s conscience, along with Thomas Merton, Dorothy Day and Abraham Lincoln. As a national icon, Martin Luther King Jr. is a Christian prophet whose life and violent death challenge us to resist the many-sided faces of evil nonviolently. His witness still confronts us today to turn away from the sins of racism, and unbridled materialism and militarism.
On the other hand, Sister Thea is not as well known nationally but her life, cut short by cancer, also rises to the distinction of prophetic witness. She labored untiringly in the vineyard of the Lord for greater justice and peace with a passion securely anchored in the joy of the Holy Spirit. Her cause for canonization continues to gain traction in our Catholic world around our nation, while the Diocese of Jackson works behind the scenes to fulfill the requirements to move the cause forward. For example, in the recent past the diocese sponsored a documentary on her amazing life, entitled “Going Home Like a Shooting Star.” (https://bit.ly/SisterTheaFilm) Later this spring we will unveil a life-size bronze statue of Sister Thea to be nestled in the cathedral until a shrine is built in a permanent location in the diocese.
In conclusion, allow the words of these two spiritual giants to capture our imagination and vision for living.

“Everyone does not have access. When I say that, I mean that Martin Luther King Jr. was demonstrating for the rights of the poor, he was demonstrating for fair and decent housing, he was demonstrating for opportunities for adequate education. And not just adequate educational opportunity for blacks, but for all children. He was demonstrating for a land where we could love another as brothers and sisters and work together for a solution to our common problems.” (Sister Thea Bowman)
“Love yourself, if that means rational, healthy, and moral self-interest. You are commanded to do that. That is the length of life. Love your neighbor as yourself. You are commanded to do that. This is the breath of life. But never forget that there is even a greater and first commandment, ‘Love the Lord thy God with all thy heart and all thy soul and all thy mind.’ This is the height of life. And when you do this, you live the complete life.” (MLK, Jr.)

Declaración del obispo Joseph R. Kopacz sobre “Fiducia Supplicans,” declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

JACKSON – “Fiducia Supplicans”, la declaración emitida esta semana por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) de la Santa Sede y aprobada por el Papa Francisco nos recuerda que cada uno de nosotros necesita las bendiciones, la curación, la compasión y la misericordia de Dios. Buscar la bendición de un sacerdote es reconocer la necesidad de Dios en la vida y el deseo de fortalecerse en una relación con Dios.
La declaración no cambia la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer con fidelidad para toda la vida y apertura a los hijos; ni es un paso hacia la ratificación de las uniones entre personas del mismo sexo ni un compromiso de las enseñanzas de la iglesia sobre estas relaciones irregulares.
Es un documento sobre la naturaleza de las bendiciones y el uso pastoral de dar bendiciones informales y espontáneas a personas que buscan experimentar el amor sanador y la gracia de Dios en sus vidas.
Para citar directamente el documento, el DDF resume su declaración así:
“… Teniendo en cuenta todo lo afirmado anteriormente, siguiendo la enseñanza autorizada del Santo Padre Francisco, este Dicasterio quiere finalmente recordar que «esta es la raíz de la mansedumbre cristiana, la capacidad de sentirse bendecidos y la capacidad de bendecir […]. Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan solo la alegría de bendecirlo y la alegría de darle gracias, y de aprender de Él a no maldecir, sino bendecir».[31] De este modo, cada hermano y hermana podrán sentirse en la Iglesia siempre peregrinos, siempre suplicantes, siempre amados y, a pesar de todo, siempre bendecidos.” (FS #45). Animo a todos los fieles a leer el documento en su totalidad.


El texto completo del documento se puede encontrar en línea en: https://bit.ly/FiduciaSupplicansDeclaration

(Puede leer el texto en español siguiendo el enlace ES, arriba de la página.)

Celebramos Legado de Martin Luther King, Jr. y Hermana Thea Bowman

Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.


Saliendo del esplendor del tiempo navideño con las fiestas culminantes de la Epifanía y el Bautismo del Señor, regresamos ahora al tiempo ordinario para permanecer firmes en la obra del Señor de anunciar la Buena Nueva de la Salvación y la presencia del Reino de Dios, obra de conversión, de justicia, de paz y de alegría en el Espíritu Santo. (Romanos 14:17)

Obispo Joseph R. Kopacz

La fiesta de la Epifanía, la manifestación de Jesucristo a todas las naciones nos inspiró a seguir el resplandor del Evangelio mientras eludimos el poder y la atracción del mal en nuestro mundo, como lo hicieron los Magos al eludir al Rey Herodes. El Bautismo del Señor nos inspira, como hijos de Dios, bautizados en la muerte y resurrección vivificante del amado Hijo de Dios, a escuchar el llamado del Señor y ponerlo en práctica como sus discípulos. Con el Espíritu Santo como guía oramos y nos dedicamos a la voluntad de Dios “en la tierra como en el cielo.” La morada del Espíritu Santo es el anticipo y la promesa de gloria (2 Corintios 5:5), que nos eleva más allá del horizonte de este mundo a la visión de la vida eterna.
El feriado nacional de este fin de semana nos ofrece el bono de un día adicional fuera de muchas de nuestras oficinas y lugares de trabajo y mucho más en honor a Martin Luther King Jr. (MLK) En nuestra Catedral de San Pedro Apóstol, vamos a celebrar esta ocasión de una manera muy especial con una Misa adicional, el domingo por la tarde en honor al legado y testimonio de Martin Luther King Jr. y de nuestra propia hermana Thea Bowman, Sierva de Dios. No eran exactamente contemporáneos unos de otros, pero respiraban el mismo aire con la misma pasión por los derechos civiles, por la libertad, la justicia y la igualdad para todos los hijos de Dios.
Cuando Martin Luther King Jr. fue asesinado en Memphis en abril de 1968, la hermana Thea estaba cursando estudios avanzados en la Universidad Católica de Washington DC. Ella tomaría la antorcha durante los siguientes 20 años hasta su prematura muerte. Eran discípulos comprometidos del Señor Jesús, MLK, Jr., un bautista, y Bowman, una católica, quienes, al igual que los Reyes Magos, fueron inspirados a vivir por la luz de la fe y el poder del Evangelio.
Cuando el Papa Francisco habló ante el Congreso de los Estados Unidos en 2015, honró a MLK como una voz profética para la conciencia de nuestra nación, junto con Thomas Merton, Dorothy Day y Abraham Lincoln. Como ícono nacional, Martin Luther King Jr. es un profeta cristiano cuya vida y muerte violenta nos desafían a resistir las múltiples caras del mal de manera no violenta. Su testimonio todavía nos confronta hoy para alejarnos de los pecados del racismo y del materialismo y militarismo desenfrenados.
Por otro lado, la hermana Thea no es tan conocida a nivel nacional, pero su vida, truncada por el cáncer, también alcanza la distinción de testimonio profético. Trabajó incansablemente en la viña del Señor por una mayor justicia y paz con una pasión firmemente anclada en el gozo del Santo Espíritu.
Su causa de canonización continúa ganando terreno en nuestro mundo católico en toda nuestra nación, mientras que la Diócesis de Jackson trabaja entre bastidores para cumplir con los requisitos para hacer avanzar la causa. Por ejemplo, en el pasado reciente la diócesis patrocinó un documental sobre su maravillosa vida, titulado “Going Home Like a Shooting Star.” (Regreso a Casa como una Estrella Fugaz) A finales de esta primavera, develaremos una estatua de bronce de tamaño natural de la hermana Thea que se ubicará en la catedral hasta que se construya un santuario en un lugar permanente en la diócesis.
En conclusión, Dios permita que las palabras de estos dos gigantes espirituales capturen nuestra imaginación y visión de la vida.

No todo el mundo tiene acceso. Cuando digo eso, quiero decir que Martin Luther King Jr. se estaba manifestando por los derechos de los pobres, se estaba manifestando por una vivienda justa y decente, se estaba manifestando por oportunidades de educación adecuada. Y no sólo oportunidades educativas adecuadas para los negros, sino para todos los niños. Se estaba manifestando por una tierra donde pudiéramos amar a los demás como hermanos y hermanas y trabajar juntos para encontrar una solución a nuestros problemas comunes.” (Hermana Thea Bowman)

Retratos de seis afroamericanos candidatos a la santidad se exhiben en el vestíbulo del Centro Católico de Baltimore en noviembre de 2023 con motivo del Mes de la Historia Católica Negra.
Los seis son: (desde la fila superior izquierda) Pierre Toussaint, un destacado filántropo; la Madre Mary Lange, fundadora de las Hermanas Oblatas de la Providencia, con sede en Baltimore; y el padre Augustus Tolton, el primer sacerdote católico en Estados Unidos conocido públicamente como negro. En la fila inferior izquierda están la Madre Henriette Delille, fundadora de las Hermanas de la Sagrada Familia, con sede en Nueva Orleans; la hermana Thea Bowman, la primera afroamericana en convertirse en miembro de las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua; y Julia Greeley, conocida como el “Ángel de la Caridad” de la ciudad de Denver. (Noticias OSV/Kevin J. Parks, Catholic Review)

Ámate a ti mismo, si eso significa un interés propio racional, saludable y moral. Se te ordena que hagas eso. Esa es la duración de la vida. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Se te ordena que hagas eso. Este es el aliento de vida. Pero nunca olvides que hay un primer mandamiento aún mayor: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Ésta es la cumbre de la vida. Y cuando haces esto, vives la vida completa.” (MLK)

El reverendo Dr. Martin Luther King Jr. aparece en una fotografía de archivo sin fecha. El reverendo King fue asesinado el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee. El líder de los derechos civiles enfatizó el llamado a fomentar “la comunidad amada”, término acuñado por el filósofo y teólogo Josiah Royce, en el que la reconciliación, la no violencia, la inclusión, la justicia y la compasión sociedad gobernada. (Foto de OSV News/archivo CNS)

O Come, O Come Emmanuel

Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.

By Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.
“Late have I loved you, O Beauty ever ancient, ever new, late have I loved you! You were within me, but I was outside, and it was there that I searched for you. In my unloveliness I plunged into the lovely things which you created. You were with me, but I was not with you. Created things kept me from you; yet if they had not been in you, they would have not been at all. You called, you shouted, and you broke through my deafness. You flashed, you shone, and you dispelled my blindness. You breathed your fragrance on me; I drew in breath and now I pant for you. I have tasted you, now I hunger and thirst for more. You touched me, and I burned for your peace.”

These awe-filled words of St. Augustine from Book 10 of his Confessions are indeed ever ancient and ever new. They are an echo of the voices who have summoned us to prepare a way for the Lord, the eternal beauty of whom Augustine gushes. Isaiah and St. John the Baptist on behalf of the living God, have called and shouted to break through our deafness. Though them God flashes, shines and dispels our blindness.
Both prophets in extraordinary ways bring us into the presence of the light of the world, Jesus Christ, the Son of God once again this Christmas. The words of the prophet Isaiah are the ancient origin of the liberating experience of St. Augustine nearly a millennium later.

“The Spirit of the Lord is upon me because the Lord has anointed me. He has sent me to bring good news to the afflicted, to bind up the brokenhearted, to proclaim liberty to the captives, and release to the prisoners, to announce a year of favor from the Lord.” (61:1-2)


It was and is God’s voice calling individuals and a people out of darkness into the marvelous love of the Savior. Through faith and baptism, we are the Lord’s anointed and thus charged to be bearers of the Good News though the uniqueness of our lives and circumstances of the current generation. The gift is to be shared, and the opportunities are endless.

Next, we turn to Mary, highly favored, the chosen one full of grace who was enfolded in the beauty and power of God’s love and so exclaimed for pure joy.

“My soul proclaims the greatness of the Lord; my spirit rejoices in God, my Savior, for he has looked upon the lowliness of his handmaid.”

God touched her, and she was aflame in his peace. John the Baptist, the final prophet of the Old Testament, and our guide during Advent, who once leapt for joy in the womb of his mother Elizabeth in the moment of Mary’s visitation was perfectly aligned with the long-awaited Messiah as “the voice of one crying out in the desert preparing the way of the Lord.” (John 1:23) This bridge to the Reign of God knew that he was the voice, not the light, not the Word made flesh but the voice summoning people to prepare for God’s eternal beauty and power that was dawning upon them.

St. Paul encouraged the first Christians in Thessalonica to “rejoice always, pray without ceasing and give thanks in all circumstances.” (1Thessalonians 5:16-18)

How is this possible in the face of so much suffering in our age, any reasonable person might ask?
In Advent we dare to hope; we dare to dream and we sing, “O come, O come Emmanuel,” a name that means “God with us” (Matthew 1:23) and for whom nothing is impossible. (Luke 1:37) With St. Augustine may the Lord break through our deafness, dispel our blindness and inspire us to experience deeply his beauty which is pure gift, ever ancient, ever new. Come, Lord Jesus and dispel the darkness of our hearts and minds.

Merry Christmas in the light and love of Jesus Christ.

Maranatha – longing and vision for Advent season

Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.

By Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.

“Grace to you and peace from God our Father and the Lord, Jesus Christ be with you,” was proclaimed on the first Sunday of Advent in the second reading from the first letter of St. Paul to the Corinthians. (1:3) We can say that this is St. Paul’s signature salutation when he wrote to each of the Christian communities he helped to establish.

This is the greeting at the outset of the letters to the Romans, 1 and 2 Corinthians, Galatians, Ephesians, Philippians, Colossians, 1 and 2 Thessalonians, 1 and 2 Timothy, Titus and Philemon. Likewise, St. Peter greets his fellow Christians in his two letters with the near identical greeting and goes a step further in his enthusiasm with the phrase “in abundance.”

This signature salutation was not only a friendly greeting from the two apostles but is the inspiration of the Holy Spirit across the pages of the New Testament, as well as the mind and heart of Jesus Christ begun at the Last Supper and announced throughout the resurrection appearances. This salutation frames the Bible as the final inspired words of the book of Revelation. “The one who gives this testimony says, “Yes, I am coming soon.” Amen! Come, Lord Jesus! The grace of the Lord Jesus be with all.” (Revelation 22:20-21)

The celebration of Advent takes place on the four Sundays prior to Christmas and follows four weekly themes: hope, peace, joy and love, and ends on Christmas Eve. (Photo by Mary Woodward)

Maranatha – come, Lord Jesus – is the longing and the vision for the season of Advent. But this desire is central to our belief and hope throughout the year, especially in our celebration of the Eucharist.

After the consecration and transformation of the bread and wine into the Body and Blood of the Lord, the congregation pronounces, “when we eat this bread and drink this cup we proclaim your death, O Lord, until you come again.”

Before the reception of holy communion following the Lord’s prayer the priest makes the following entreaty of the living God. “Deliver us, Lord, we pray from every evil, and grant us peace in our days, that with the help of your mercy we may be always free from sin and safe from all distress as we await the blessed hope and the coming of our Lord, Jesus Christ.” When we proclaim the Nicene Creed after the homily, we express our eagerness for the Lord’s coming, “as I look forward to the resurrection of the dead and the life of the world to come.” Amen.

The concluding verses of the Bible infuse the Mass with eschatological hope and graciousness, reminding us that “for here we have no lasting city,” (Hebrews 13:14) and that our citizenship is in heaven and from there we are expecting our savior, the Lord Jesus Christ. (Philippians 3:20) At regular intervals it is a gift to be able to transcend our world and circumstances and raise our hearts and minds to God through faith, prayer and praise.

However, this is not an invitation to escape from trials, tribulations and temptations. Come, Lord Jesus is also rooted in the present moment.

With St. Paul, we rejoice to know that the Lord is near, standing at the door and knocking. (Revelations 3:20) Thus, our prayer for the Lord to come is intended for the moment at hand.

The signature salutation of St. Paul and St. Peter for grace and peace in abundance from God is the gift package from God to help us reach our eternal destiny. They are intended to deliver us from every evil, to free us from sin, and to keep us safe from all distress as we await the blessed hope. Are these not among the finest of gifts?

As we rightfully consider the gifts, we are purchasing for those we love, let us not leave this package of grace and peace unattended and unopened. These gifts are at our disposal in daily prayer, at Mass, and in all of our acts of loving care in daily living. Indeed, it is the package that keeps on giving forever. It is God’s abundance. Maranatha, come, Lord Jesus!

Maranatha – Anhelo y Visión para temporada de Adviento

Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.

“Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo..,” se proclamó el primer domingo de Adviento en la segunda lectura de la primera carta de San Pablo a los Corintios. (1:3) Podemos decir que este es el saludo característico de San Pablo cuando escribió a cada una de las comunidades cristianas que ayudó a establecer.

Este es el saludo al comienzo de las cartas a los Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón. Asimismo, San Pedro saluda a sus hermanos cristianos en sus dos cartas con un saludo casi idéntico y va un paso más allá en su entusiasmo con la frase “en abundancia.”

Obispo Joseph R. Kopacz

Este saludo característico no fue solo un saludo amistoso de los dos apóstoles, sino que es la inspiración del Espíritu Santo a lo largo de las páginas del Nuevo Testamento, así como la mente y el corazón de Jesucristo que comenzaron en la Última Cena y se anunciaron a lo largo de las apariciones de resurrección. Este saludo enmarca la Biblia como las últimas palabras inspiradas del libro de Apocalipsis. “El que da este testimonio dice: “El que testifica de estas cosas dice: «Sí, vengo pronto». Amén. Ven, Señor Jesús. La gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.” (Apocalipsis 22:20-21)

Maranatha – ven, Señor Jesús– es el anhelo y la visión del tiempo de Adviento. Pero este deseo es fundamental para nuestra creencia y esperanza durante todo el año, especialmente en la celebración de nuestra Eucaristía.

Después de la consagración y transformación del pan y del vino en el cuerpo y la sangre del Señor, la congregación pronuncia: “cuando comemos este pan y bebemos esta copa, proclamamos tu muerte, oh, Señor, hasta que vuelvas”.

Antes de recibir la sagrada comunión después del Padrenuestro, el sacerdote hace la siguiente súplica al Dios vivo. “Líbranos, Señor, te pedimos de todo mal, y concédenos paz en nuestros días, para que con la ayuda de tu misericordia estemos siempre libres de pecado y a salvo de toda angustia mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la venida de nuestro Señor Jesucristo.”

Cuando proclamamos el Credo de Nicea después de la homilía, expresamos nuestro anhelo por la venida del Señor, “… Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.” Amén.

Los versículos finales de la Biblia infunden a la Misa esperanza y gracia escatológica, recordándonos que “porque no tenemos aquí ciudad permanente”, (Hebreos 13:14) porque “nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo. (Filipenses 3:20) A intervalos regulares, es un regalo poder trascender nuestro mundo y circunstancias y elevar nuestro corazón y mente a Dios a través de la fe, la oración y la alabanza.

Sin embargo, esto no es una invitación a escapar de las pruebas, tribulaciones y tentaciones. Ven, Señor Jesús, también está arraigado en el momento presente.

Con San Pablo, nos alegramos de saber que el Señor está cerca, está a la puerta y llama. (Apocalipsis 3:20) Por lo tanto, para que el Señor venga, nuestra oración está destinada al momento actual.

El saludo característico de San Pablo y San Pedro pidiendo gracia y paz en abundancia de Dios, es el paquete de regalo de Dios, para ayudarnos a alcanzar nuestro destino eterno. Su objetivo es librarnos de todo mal, liberarnos del pecado y mantenernos a salvo de toda angustia mientras aguardamos la bienaventurada esperanza.

¿No se encuentran éste entre los mejores regalos?

Al considerar legítimamente los regalos que estamos comprando para aquellos a quienes amamos, no dejemos desatendido y sin abrir este paquete de gracia y paz. Estos dones están a nuestra disposición en la oración diaria, en la Misa y en todos nuestros actos de cuidado amoroso en la vida diaria. De hecho, es éste el paquete que sigue dando por siempre. Es la abundancia de Dios.

¡Maranatha, Ven, Señor Jesús!

HOUSTON – En la iglesia Inmaculado Corazón de María, el 3 de diciembre, algunos parroquianos se reunieron para una reflexión de la Misión Parroquial de Adviento dirigida por el Padre Bill Henry con el tema: Reflexionando sobre la belleza y el amor de María y cómo ella nos llama a hacer espacio en nuestras vidas al niño recién nacido. El padre Bill ha sido sacerdote en la diócesis de Jackson durante 39 años. Se retiró hace tres años del ministerio parroquial activo y ahora sirve realizando o ayudando en retiros o organizando seminarios de vida en el espíritu en los estados del sur. En la foto, durante la Misa, los padres (i-d) Binh Nguyen y Bill Henry bendicen la Corona de adviento. (Foto de Danna Johnson, LEM)

Catholics, a people of thanksgiving

By Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.
As we celebrate the cherished national holiday of Thanksgiving, it is a time to recall the foundations of this long weekend that breathes life into the heart and soul of our nation. George Washington, our nation’s first president, with the backing of Congress in 1789, declared the last Thursday of November as a day set apart for Thanksgiving to Almighty God for the blessings of liberty, the harvest and much more. President Abraham Lincoln in 1861 called for the renewal of this day set apart for Thanksgiving to inspire greater unity in our nation in the midst of the Civil War. This many years later our national time of thanksgiving can soften and heal the divisions that plague our nation in 2023.

Bishop Joseph R. Kopacz

As Catholics, we are inherently by God’s grace a people of thanksgiving, most notably whenever we gather at the altar to celebrate the Eucharist, the great prayer of gratitude for the love of God poured out in Jesus Christ for the gift of salvation. An abiding spirit of thanksgiving is at the center of the current Eucharistic revival, a permanent disposition that allows us to live in a manner worthy of our calling within and beyond the hallowed walls of our churches.

The prayers that are proclaimed at each Eucharistic celebration embrace the reality of thanksgiving from hearts and minds that are open to God’s transforming grace. At the beginning of the Preface, the portal of the Eucharistic prayer and Consecration, the priest declares. “It is truly right and just, our duty and our salvation, always and everywhere to give you thanks, Father most holy, through your beloved Son, Jesus Christ, your Word through whom you made all things.”

This marvelous expression of gratitude is already unfolding at the Preparation of the Gifts when the priest proclaims, “Blessed are you Lord God of all creation for through your goodness we have received this bread and wine which we offer to you, fruit of the earth and of the vine, and the work of human hands, they will become for us the bread of life and spiritual drink.” The prayers over the bread and wine are offered separately at the altar and after each, the congregation responds, “Blessed be God forever.” What a heartfelt expression of thanksgiving!

One of the most powerful expressions of thanksgiving at the center of worship is Psalm 100. You can feel the joy and read how it captures the spirit of the faithful people of Israel so many centuries ago.
“Shout for joy to the Lord, all the earth. Worship the Lord with gladness; come before him with joyful songs. Know that the Lord is God. It is he who made us, and we are his, we are his people, the sheep of his pasture. Enter his gates with thanksgiving, and his courts with praise; give thanks to him and praise his name. For the Lord is good and his love endures forever; his faithfulness continues through all generations.”

May the Holy Spirit bestow upon us this marvelous spirit of praise and thanksgiving as we funnel into our churches and gather around our family tables for Thanksgiving.

The national holiday of Thanksgiving has deep roots in our Judaic Christian tradition. As we give thanks to the Lord on the day itself and throughout the weekend, which is the feast of Christ the King, the culminating celebration of the church year, may the prayer for unity, and a greater spirit of loving generosity be at the center of our intentions.

“But now in Christ Jesus, you who once were far off have been brought near through the blood of Christ. For he is our peace, who has made the two into one by breaking down the barrier of hostility…As a result, you are no longer strangers and foreigners. Rather, you are fellow citizens of the saints and members of the household of God, built upon the foundation of the apostles and prophets, with Christ Jesus himself as the cornerstone.” (Ephesians 2:13-14, 19-20)