Juez federal anula el programa de Biden que protegía de la deportación a los cónyuges indocumentados de ciudadanos estadounidenses

Por Kate Scanlon
(OSV News) – Un juez federal de Texas anuló el 7 de noviembre un programa de la administración Biden para proteger de la deportación y ofrecer una vía hacia la ciudadanía estadounidense a cientos de miles de inmigrantes indocumentados que viven en el país y están casados con ciudadanos estadounidenses.

El programa, conocido como “Keeping Families Together” (Manteniendo a las Familias Unidas) – que buscaba permitir a los cónyuges e hijastros indocumentados de ciudadanos estadounidenses solicitar la residencia legal permanente sin tener que salir primero de EE.UU. –, fue impugnado por 16 estados liderados por republicanos que presentaron una demanda después de que se pusieran a disposición las solicitudes en agosto. En ese momento, un juez dejó en suspenso el programa.

“Lamentablemente, esta decisión judicial probablemente pondrá fin al programa, ya que Trump lo dará por terminado al asumir el cargo”, dijo a OSV News J. Kevin Appleby, investigador principal de política en el Centro de Estudios Migratorios de Nueva York y ex director de política migratoria de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB).

“En su lugar, su administración comenzará a deportar exactamente a las mismas familias, separando a los niños que sean ciudadanos estadounidenses de sus padres”, dijo Appleby. “Esperemos que los defensores católicos, incluidos los obispos estadounidenses, no se detengan en su oposición a los planes de deportación masiva y anti-asilo de Trump. La historia marcará cómo la iglesia en Estados Unidos defiende los derechos de los migrantes en los próximos años”.

A migrant from Chiapas, Mexico, looks through his family’s immigration paperwork at Casa Alitas in Tucson, Ariz., March 15, 2024. A federal judge in Texas Nov. 7 struck down a Biden administration program that gave a pathway to legalization and citizenship for certain undocumented spouses and children of U.S. citizens. (OSV News photo/Rebecca Noble, Reuters)

Según los términos del programa, los solicitantes deben haber residido en EE.UU. durante 10 años o más y estar legalmente casados con un ciudadano estadounidense. A las personas aprobadas por el Departamento de Seguridad Nacional se les habría permitido permanecer en EE.UU. durante un periodo de tres años para solicitar la residencia permanente.

En junio, la Casa Blanca había dicho que el programa beneficiaría a “aproximadamente medio millón de cónyuges de ciudadanos estadounidenses y a unos 50.000 niños no ciudadanos menores de 21 años con progenitores casados con ciudadanos estadounidenses”.

Pero el juez J. Campbell Barker, de la corte de EE.UU. para el Distrito Este de Texas, quien anteriormente había bloqueado temporalmente el programa, lo anuló el 7 de noviembre, argumentando que la administración se excedió en su autoridad al crear dicho programa.

Hubiera sido improbable que el programa siguiera en vigor una vez que el presidente electo Donald Trump tome posesión de la presidencia en enero.

Andrew Bailey, fiscal general de Misuri, uno de los estados que se unieron a la demanda contra el programa, dijo en un mensaje en X (antes Twitter): “El tribunal acaba de acceder a nuestra petición de anular el programa ilegal de libertad condicional de la administración Biden-Harris, que permite a los extranjeros ilegales permanecer en nuestro país después de haber cruzado la frontera. Una gran victoria para el estado de derecho”.

FWD.us, un grupo de defensa de la reforma de la inmigración y la justicia penal, dijo en un post en X que estaba “profundamente decepcionado” por el fallo, argumentando que el programa representaba “un salvavidas para cientos de miles de familias estadounidenses que necesitan desesperadamente protección para no ser separadas por nuestro fallido sistema de inmigración”.

Anteriormente, el obispo de El Paso, Texas, Mark J. Seitz, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos, había recibido con beneplácito la noticia de la norma de la administración Biden, señalando que un programa similar había estado disponible para los miembros del servicio militar y sus familias durante varios años.

En una declaración del 18 de junio, el obispo Seitz dijo: “Hemos visto los efectos positivos que pueden tener estos programas, no sólo para los propios beneficiarios, sino también para las familias, los empleadores y las comunidades que dependen de ellos”, y añadió que el nuevo programa “seguramente producirá beneficios similares”.

El magisterio de la Iglesia católica esboza los parámetros morales de la Iglesia sobre la inmigración. El Catecismo de la Iglesia Católica instruye: “Las naciones más prósperas tienen el deber de acoger, en cuanto sea posible, al extranjero que busca la seguridad y los medios de vida que no puede encontrar en su país de origen”.

Al mismo tiempo, la Iglesia también ha dejado claro que las leyes humanas también están sujetas a límites divinos conocidos por la razón humana. San Juan Pablo II en su encíclica “Veritatis Splendor” (“Esplendor de la verdad”) de 1993 y en su encíclica “Evangelium Vitae” (“El Evangelio de la vida”) de 1995 – citando las enseñanzas del Concilio Vaticano II en “Gaudium et Spes” (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual) – ha citado la condena de las “deportaciones” entre otros actos específicos como ofensivos para la dignidad humana que “son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia y son totalmente contrarios al honor debido al Creador”. El difunto pontífice subrayó su gravedad moral en “Veritatis Splendor” calificándolos de ejemplos de “mal intrínseco”, explicando que, independientemente de los motivos, estos actos “se configuran como no-ordenables a Dios, porque contradicen radicalmente el bien de la persona, creada a su imagen”.

En junio, el obispo Seitz había subrayado que “los legisladores tienen el deber moral y patriótico de mejorar nuestro sistema de inmigración legal, incluidas las oportunidades disponibles para la reunificación y preservación de la familia”.

“Una sociedad es tan fuerte como sus familias, y la unidad familiar es un derecho fundamental”, dijo. “Por el bien del país, el Congreso debe encontrar una manera de superar las divisiones partidistas y promulgar una reforma migratoria que incluya un programa de legalización ganada para los residentes indocumentados de larga data”.

(Kate Scanlon es una reportera nacional de OSV News que cubre Washington. Síguela en X (antes conocido como Twitter) @kgscanlon.)

Obispos estadounidenses: ‘Nos solidarizamos firmemente’ con los inmigrantes

Por Gina Christian
(OSV News) – Tres obispos católicos de EE.UU. emitieron el 14 de noviembre una declaración de preocupación pastoral en la que se comprometen a apoyar a los inmigrantes.

“Obligados por el Evangelio de Jesucristo y reconociendo la dignidad inherente de cada persona como hijo de Dios, nos solidarizamos firmemente con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes que viven y trabajan en los Estados Unidos”, escribió el arzobispo Timothy P. Broglio de la Arquidiócesis para los Servicios Militares de Estados Unidos, quien es el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU.; Mons. Mark J. Seitz, obispo de El Paso, Texas, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU.; y Mons. Jaime Soto, obispo de Sacramento, presidente del consejo de Catholic Legal Immigration Network Inc.

Conocida como CLINIC, la red es una organización sin ánimo de lucro con sede en Maryland que ofrece defensa, formación y apoyo a más de 400 proveedores de servicios jurídicos católicos y comunitarios en materia de inmigración en 49 estados de EE.UU.

Los obispos señalaron que “desde la fundación de nuestra nación, los inmigrantes han sido esenciales para el crecimiento y la prosperidad de esta sociedad”.

Miembros del Sínodo de los Obispos se reúnen con el Papa Francisco para una vigilia ecuménica con los participantes en el Sínodo de los Obispos el 11 de octubre de 2024, en la Plaza de los Protomártires Romanos del Vaticano. La plaza, justo al sur de la Basílica de San Pedro, es el lugar donde San Pedro y otros cristianos fueron martirizados en el siglo I bajo el emperador Nerón. (Foto CNS/Lola Gómez)Bishop Michael F. Burbidge of Arlington, Va., speaks during a Nov. 13, 2024, session of the fall general assembly of the U.S. Conference of Catholic Bishops in Baltimore. (OSV News photo/Bob Roller)

“Llegan a nuestras costas como extranjeros, atraídos por las promesas que ofrece esta tierra, y se convierten en estadounidenses”, dijeron los obispos. “Siguen proporcionando seguridad alimentaria, servicios de salud y muchas otras habilidades esenciales que sostienen nuestra próspera nación”.

Según datos del Pew Research Center, los inmigrantes representan actualmente el 14,3% de la población estadounidense, el nivel más alto desde 1910, pero aún inferior al porcentaje de 14,8% de 1890.
Los datos de 2022 muestran que la mayoría de los inmigrantes (77%) están en EE.UU. legalmente, con casi la mitad (49%) como ciudadanos naturalizados, algo menos de una cuarta parte (24%) como residentes permanentes legales y un 4% como residentes temporales legales. Algo menos de una cuarta parte (23%) están en el país sin autorización.

Mientras que el presidente electo Donald Trump ha prometido deportar a millones de inmigrantes indocumentados, los obispos dijeron en su declaración que “nuestro país merece un sistema migratorio que ofrezca vías justas y generosas hacia la ciudadanía plena para los inmigrantes que viven y trabajan desde hace muchos años dentro de nuestras fronteras”.

En particular, afirmaron, “necesitamos un sistema que ofrezca un alivio permanente a los llegados en la infancia, ayude a las familias a permanecer unidas y acoja a los refugiados”.

Con gran parte de la migración mundial impulsada por conflictos y desastres naturales, los obispos subrayaron la necesidad de “desarrollar un sistema de asilo eficaz para quienes huyen de la persecución”.
Según la legislación internacional sobre derechos humanos – como la Convención de la ONU sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967, al que Estados Unidos se adhirió en 1968 –, el principio fundamental de no devolución establece que los refugiados no pueden ser expulsados a territorios donde existan amenazas sustanciales para su vida o su libertad.

Al mismo tiempo, los obispos pidieron “un sistema de inmigración que mantenga nuestras fronteras seguras y protegidas, con políticas de aplicación de la ley que se centren en quienes presentan riesgos y peligros para la sociedad, en particular esfuerzos para reducir la actividad de las bandas, frenar el flujo de drogas y acabar con la trata de seres humanos”.

La doctrina social católica sobre la inmigración equilibra tres principios interrelacionados: el derecho de las personas a emigrar para mantener sus vidas y las de sus familias, el derecho de un país a regular sus fronteras y controlar la inmigración, y el deber de una nación de regular sus fronteras con justicia y misericordia.

Los obispos dijeron que Estados Unidos “debe tener un sistema de inmigración que proteja a los migrantes vulnerables y a sus familias, muchos de los cuales ya han sido víctimas de actores criminales”.

“Juntos, debemos hablar en nombre de las ‘masas amontonadas que anhelan respirar libres’ y pedir a nuestro gobierno que proporcione un trato justo y humano a nuestros queridos hermanos y hermanas inmigrantes”, dijeron los obispos, citando una línea de “El nuevo coloso” de la poeta Emma Lazarus, cuyo texto completo está inscrito en la base de la Estatua de la Libertad. “Es nuestra esperanza, y nuestra oración, que todos podamos trabajar juntos para apoyar una reforma significativa de nuestro actual sistema de inmigración,” añadieron los prelados.

(Gina Christian es reportera multimedia de OSV News. Síguela en X (antes Twitter) @GinaJesseReina.)

Refugiados, inmigrantes y Jesús

EN EL EXILIO
Por Padre Ron Rolheiser
En las fronteras de todo el mundo encontramos hoy refugiados, millones de ellos. Se les demoniza fácilmente, se les ve como una molestia, una amenaza, como invasores, como criminales que huyen de la justicia en sus países de origen. Pero en su mayoría son personas decentes y honradas que huyen de la pobreza, el hambre, la victimización y la violencia. Y estas razones para huir de sus países de origen sugieren claramente que la mayoría de ellos no son delincuentes.

Independientemente del hecho de que la mayoría de ellos son buenas personas, siguen siendo vistos en casi todas partes como un problema. ¡Tenemos que mantenerlos fuera! ¡Son una amenaza! De hecho, los políticos utilizan con frecuencia el verbo invasión para describir su presencia en nuestras fronteras.

¿Qué hay que decir al respecto? ¿Dejamos entrar a todo el mundo? ¿Seleccionamos juiciosamente entre ellos, dejando entrar a algunos y manteniendo fuera a otros? ¿Levantamos muros y alambradas para impedir su entrada? ¿Cuál debe ser nuestra respuesta?

Padre Ron Rolheiser, OMI

Estas cuestiones deben examinarse desde dos perspectivas: pragmática y bíblicamente.

Desde el punto de vista pragmático, se trata de una cuestión enorme. No podemos simplemente abrir todas las fronteras y dejar que millones de personas inunden nuestros países. Eso es poco realista. Por otro lado, no podemos justificar nuestra reticencia a dejar entrar refugiados en nuestros países apelando a la Biblia, o a Jesús, o a la ingenua racionalización de que «nuestros» países son nuestros y tenemos derecho a estar aquí mientras que otros no lo tienen a menos que les concedamos la entrada. ¿Por qué no?
Para los cristianos, hay una serie de principios bíblicos no negociables en juego.

En primer lugar, Dios hizo el mundo para todos. Somos administradores de una propiedad que no es nuestra. No somos dueños de nada, Dios lo es, y Dios hizo el mundo para todos. Es un principio que ignoramos con demasiada facilidad cuando hablamos de prohibir a otros la entrada a «nuestro» país. Sucede que somos administradores aquí, en un país que pertenece a todo el mundo.

En segundo lugar, la Biblia, en ambos testamentos, es clara (y contundente) a la hora de exigirnos que acojamos al extranjero y al inmigrante. Esto está presente en todas partes en las escrituras judías y es un fuerte motivo en el corazón mismo del mensaje de Jesús. De hecho, Jesús comienza su ministerio diciéndonos que ha venido a traer buenas noticias a los pobres. Por lo tanto, cualquier enseñanza, predicación, práctica pastoral, política o acción que no sea una buena noticia para los pobres no es el Evangelio de Jesucristo, sea cual sea su conveniencia política o eclesial. Y, si no es una buena noticia para los pobres, no puede revestirse del Evangelio ni de Jesús. Por lo tanto, cualquier decisión que tomemos con respecto a los refugiados y los inmigrantes no debe ser contraria al hecho de que los Evangelios tratan de llevar la buena noticia a los pobres.

Además, Jesús lo deja aún más claro cuando identifica a los pobres con su propia persona (Todo lo que hagáis al más pequeño de los míos, a mí me lo hacéis) y nos dice que al final del día seremos juzgados por cómo tratemos a los inmigrantes y refugiados. (Apartaos de mí, porque fui forastero y no me acogisteis.) Hay pocos textos en la Escritura tan crudos y desafiantes como éste. (Mateo 25:35-40)

Por último, también encontramos este desafío en las Escrituras: Dios nos desafía a acoger a los extranjeros (inmigrantes) y a compartir con ellos nuestro amor, nuestra comida y nuestra ropa, porque nosotros mismos fuimos una vez inmigrantes. (Deuteronomio 10:18-19) Y esto no es sólo un axioma bíblico abstracto, especialmente para los que vivimos en Norteamérica. Salvo las naciones indígenas (a las que desplazamos a la fuerza), todos somos inmigrantes y nuestra fe nos reta a no olvidarlo nunca, sobre todo cuando tratamos con personas hambrientas en nuestras fronteras. Por supuesto, los que llevamos aquí varias generaciones podemos argumentar moralmente que llevamos aquí mucho tiempo y que ya no somos inmigrantes. Pero tal vez se pueda aducir un argumento moral más convincente que sugiera que puede ser bastante egoísta cerrar las fronteras después de que nosotros mismos estemos dentro.

Estos son desafíos bíblicos. Sin embargo, una vez afirmados, nos queda la pregunta práctica: ¿qué hacemos de forma realista (y muchos países de todo el mundo) con los millones y millones de hombres, mujeres y niños que llegan a nuestra frontera?¿Cómo honramos el hecho de que la tierra en la que vivimos pertenece a todos? ¿Cómo honramos el hecho de que, como cristianos, tenemos que pensar primero en los pobres? ¿Cómo nos enfrentaremos a Jesús en el juicio cuando nos pregunte por qué no le acogimos cuando estaba disfrazado de refugiado? ¿Y cómo honramos el hecho de que casi cada uno de nosotros es un inmigrante, que vive en un país que arrebatamos por la fuerza a otro?

No hay respuestas fáciles a estas preguntas, aunque al fin y al cabo sigamos necesitando tomar algunas decisiones políticas prácticas.

Sin embargo, en nuestro pragmatismo, al resolver esto, nunca deberíamos confundirnos sobre de qué lado están Jesús y la Biblia.

(El padre oblato Ron Rolheiser es teólogo, maestro y autor galardonado. Se le puede contactar a través de su sitio web www.ronrolheiser.com. Facebook/ronrolheiser)

El “mes de los muertos” trae su propio extraño refresco

Columna invitada
Por Obispo Robert Reed
Los que hemos experimentado la muerte de un ser querido, aunque creamos que se ha ido a un lugar mejor, seguimos luchando con la despedida. Es difícil dejarlo ir. A veces es un poco más fácil si hemos estado presentes en los últimos días de alguien, y en el momento de su muerte, cuando experimentamos todo el extraño (y a menudo hermoso) misterio de vivir y morir que se desarrolla ante nuestros ojos.
Aun así, la despedida es, como escribió Shakespeare, «una pena tan dulce».

En noviembre, la muerte nos parece única a los católicos. El mes comienza con la gran conmemoración de nuestros santos, seguida al día siguiente por la conmemoración de todos los que han dejado esta vida antes que nosotros.

Bishop Robert Reed is an auxiliary bishop of the Archdiocese of Boston. His column, “More than Words,” appears monthly at OSV News. (OSV News photo/courtesy Catholic TV)

Y entonces las noches se alargan y llegan los vientos. El susurro familiar y cálido de las hojas disminuye y es sustituido por el chasquido de huesos secos de las ramas desnudas. Todo ello nos ayuda a recordar, y con agudeza, que «no tenemos ciudad permanente» (Heb 13,14). Al menos no una aquí, en la tierra.

Gracias a Dios, los cristianos sabemos que la muerte física no es el final de nuestras vidas, sino un portal hacia lo que San Pablo llama «la ciudad que está por venir».

Los Evangelios nos invitan a creer plenamente en la gloria y el poder de Dios; a entregarnos en todo; ¡a dar muerte a nuestras dudas y temores!
Pensemos en la emoción expresada en el capítulo 11 del Evangelio de Juan, cuando Lázaro, el amigo íntimo de Jesús, ha muerto. Sus hermanas están desoladas, y su dolor hace llorar al Señor. Jesús se adentra en la situación. Toca el aire que la rodea – una palabra a través de la Palabra – y la transforma. De la muerte a la vida. El Mesías ha revelado la gloria y el poder de Dios, para quien todo es posible.

La buena oración de este mes no se centra directamente en nosotros, sino en los que nos han precedido: nuestros antepasados de unidad genética y espiritual. Es una venerable tradición para nosotros, como personas de fe, recordar a quienes hemos tenido que dejar marchar: abuelos, padres, hermanos, parientes y amigos, y a quienes hemos llegado a conocer, amar y rezar con ellos, dentro de la gran «nube de testigos».

El tiempo puede suavizar nuestras penas, pero nuestros apegos permanecen, hasta que también nosotros debemos ser llorados y luego liberados.

Y sin embargo – ¡no lo olvidéis nunca! – los que hemos sido bautizados en la muerte de Cristo vivimos con una esperanza sustancial; una esperanza que no defrauda. Como enseña el libro de la Sabiduría, nuestra esperanza está «llena de inmortalidad» (Sab 3,4).

Esa esperanza nos ayuda a asombrarnos ante las profundidades del dolor, la pena y la confusión a las que puede llevarnos la muerte, hasta que empezamos a percibir el misterioso «resto de la historia». Que estamos parados y afligidos y creciendo y necesariamente continuando con nuestras vidas, mientras encontramos un lugar de transición, un pasaje sagrado – una puerta a través de la cual sabemos con certeza que nosotros también debemos pasar – hacia lo que Cristo Jesús nos demostró a través de su resurrección: la realidad de la vida eterna.

«Bautizados en su muerte… fuimos, pues, sepultados con él», predicó San Pablo a los romanos (Rom 6, 3-4), “para que, como Cristo resucitó de entre los muertos … también nosotros andemos en la novedad de la vida”.

Es un concepto refrescante, ¿verdad? «La novedad de la vida» nos anima a abrazar todas las estaciones de nuestro tiempo aquí y a abrir nuestras mentes, corazones y almas a Cristo en todo lo que nos llega, porque en todo ello -lo alegre y lo doloroso y lo incierto- se revela una especie de novedad de la vida.
Las cosas cambian; no terminan. ¿Y no es algo maravilloso de contemplar, mientras nos acercamos al final de otro año litúrgico, y miramos hacia la profunda expectación del Adviento?

(Robert P. Reed es obispo auxiliar de la archidiócesis de Boston, párroco de las parroquias de San Patricio y del Sagrado Corazón en Watertown, Massachusetts, y presidente de CatholicTV Network. Es presidente del Comité de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.)

Breves de la Nación y el Mundo

Mujeres alzan una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe durante la audiencia general del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro en el Vaticano el 13 de noviembre de 2024. (Foto CNS/Pablo Esparza)

NACIÓN
LOS ÁNGELES (OSV News) – Al igual que Fernando Valenzuela miraba al cielo cuando lanzaba, también lo hicieron los cientos de fieles que acudieron a su funeral en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles de Los Ángeles el 6 de noviembre. Pero como dijo el padre Jim Anguiano, vicario general de la archidiócesis de Los Ángeles, durante la homilía de su misa, esa mirada al cielo ya no es necesaria. «Fernando ya no tiene que mirar hacia arriba, ni hacia abajo», dijo el padre Anguiano. «Fernando está vivo y presente en nuestros corazones y en nuestras vidas. En cualquier momento en que sintamos que no está con nosotros, todo lo que tenemos que hacer es volvernos a nuestros corazones y a nuestras vidas para reconocer su presencia.» Valenzuela falleció el 22 de octubre a los 63 años. Procedente de México y apodado «El Toro», se convirtió en una sensación lanzando con los Dodgers a partir de 1981. Ese año, irrumpió en escena con una inesperada salida el día de la inauguración y terminó ganando los premios Novato del Año y Cy Young, además de llevar a los Dodgers a ganar la Serie Mundial contra los Yankees de Nueva York. Durante las siguientes nueve temporadas con los Dodgers, Valenzuela inspiró a varias generaciones de latinos de todo el país a interesarse por el béisbol, especialmente entre los mexicanos y mexicoamericanos de Los Ángeles. Su último partido sin hits con los Dodgers, en 1990, no hizo sino coronar su leyenda.

VATICANO
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – La Virgen María es un modelo del tipo de apertura al Espíritu Santo que todos los cristianos deberían tener, una apertura que le permitió decir “sí” al plan de Dios para la salvación del mundo, dijo el Papa Francisco.

“Aprendamos de ella a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu, sobre todo cuando nos sugiere que nos levantemos con prontitud y vayamos a ayudar a alguien que nos necesita, como hizo ella inmediatamente después de que el ángel” la visitara, yendo a visitar a su prima Isabel, dijo el Papa en su audiencia general el 13 de noviembre.

Continuando con una serie de catequesis sobre el papel del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, el Papa Francisco analizó cómo el Espíritu Santo actúa a través de la devoción a María, la madre de Jesús.
“El verdadero y único mediador entre nosotros y Cristo, indicado como tal por Jesús mismo, es el Espíritu Santo”, dijo el Papa. Y María “es uno de los medios que el Espíritu Santo utiliza para llevarnos a Jesús”.

“La Virgen nos muestra a Jesús. Ella nos abre las puertas”, dijo. “La Virgen es la madre que nos lleva de la mano a Jesús. La Virgen nunca se señala a sí misma, la Virgen señala a Jesús. Y esto es la piedad mariana”.
Mientras que algunas personas piensan que los católicos adoran a María, el Papa Francisco dijo que la tradición católica es clara en que los católicos buscan su ayuda para acercarse a Jesús, afirmando el adagio: “a Jesús por María”.

Las palabras de María al Ángel Gabriel – “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra” – muestran a los cristianos con sencillez y claridad lo que deben hacer, y decir, para seguir más de cerca al Señor: decir al Espíritu Santo que están disponibles y aceptar el plan de Dios, dijo el Papa.

“María es la que dijo ‘sí’ al Señor”, dijo, “y con su ejemplo y su intercesión nos anima a decirle también nuestro ‘sí’ cada vez que nos encontremos ante una obediencia que actuar o una prueba que superar”.

El Papa Francisco concluyó su audiencia reiterando su llamado a la paz al dirigirse a los visitantes y peregrinos en la Plaza de San Pedro: “No olvidemos a los países en guerra. Hermanos y hermanas, la asediada Ucrania está sufriendo; no olvidemos a Ucrania”.

También instó a rezar por la paz en Palestina, Israel y Myanmar “y tantas naciones en guerra”, dijo. “Recemos por la paz. Hay tanta necesidad de paz”.

MUNDO
CIUDAD DE MÉXICO (OSV News) – La Conferencia del Episcopado Mexicano expresó su profunda preocupación por una iniciativa en la Asamblea de la Ciudad de México «que busca eliminar por completo la protección legal a la vida en gestación» y que podría llevar a eliminar aún más los límites al aborto en todo el país. «Esta iniciativa, que busca la despenalización total del aborto en el Distrito Federal, y que probablemente se extenderá a otros estados de la República, no sólo eliminaría el límite actual de doce semanas de gestación, sino que abriría la puerta a la interrupción del embarazo en cualquier momento», señalaron los obispos en un comunicado del 6 de noviembre firmado por el presidente de la conferencia, el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, y su secretario general, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro. «Como pastores, no podemos permanecer callados ante una medida que, con el pretexto de defender derechos, en realidad desconoce el derecho humano más fundamental: ‘el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural’, y abandona a las mujeres ante decisiones que pueden afectar dramáticamente sus vidas.» Un par de comisiones de la Asamblea del Distrito Federal votaron el 4 de noviembre a favor de eliminar el aborto del código penal, junto con cualquier límite sobre la fecha en que puede producirse un aborto durante el embarazo. También se eliminaron las penas de tres a seis meses de prisión o de 100 a 300 días de trabajo comunitario para las mujeres que aborten.

Tome Nota

Vírgenes y Santos

Día de Acción de Gracias. Noviembre 23

Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Noviembre 26

Primer Domingo de Adviento. Diciembre 1

San Francisco Javier. Diciembre 3

San Nicolás. Diciembre 6

Immaculada Concepción de la
Bienaventurada Virgen María. Diciembre 9

Bienaventurada Virgen María de Guadalupe. Diciembre 12

Santa Lucía. Diciembre 13

Natividad del Señor. Diciembre 25

Sagrada Familia de Jesús, María y José.
Diciembre 29

SOUTHAVEN – Cristo Rey, programa de Adviento/Navidad, 1 de diciembre de 2024 4 p.m. seguido de la cena. Inscríbete en el Espacio de Reunión.

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Cómo preparar tu corazón y tu hogar para el Adviento

Por Woodeene Koenig-Bricker
(OSV News) – “Cuando los cristianos transmitimos al mundo que las fiestas son mucho más que regalos y adornos, cumplimos con nuestra misión evangelizadora”.

Imagina que estás esperando un bebé. Pasas meses preparándote para su llegada, pero es en el último mes cuando prestas atención a cada detalle: limpias la cuna, tienes los pañales listos, instalas su sillita en el coche y te aseguras de que familia y amigos estén listos para recibir al nuevo integrante.

Esa sensación de alegría e ilusión durante los preparativos es la que debemos adoptar durante el Adviento, mientras esperamos la llegada de Cristo, el Señor. La Navidad es el momento culminante, pero el verdadero sentido del Adviento radica en aprovechar los días previos al 25 de diciembre para prepararnos espiritual y materialmente.

Lo que distingue al Adviento de los preparativos típicos de la Navidad es su dimensión espiritual: el Adviento es un tiempo de oración y penitencia. Como católicos, estamos llamados a dedicar estas cuatro semanas de Adviento a fortalecer nuestra vida espiritual, y a prestar especial atención a nuestras palabras y acciones mientras esperamos pacientemente la venida de Cristo.

La espera es un verdadero desafío, pero en lugar de simplemente esperar que pasen los días, debemos aprovechar el Adviento para profundizar nuestra relación con Dios. Seamos prácticos: lee un salmo antes de dormir, acude al sacramento de la confesión, reza el rosario (especialmente en las fiestas marianas de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y Nuestra Señora de Guadalupe el12 de diciembre), dedica un tiempo a la adoración eucarística o participa de la Misa diaria.
También puedes rezar la tradicional novena de San Andrés: 25 días de oración por una Navidad santa, que comienza en la fiesta de San Andrés, el 30 de noviembre. Si tienes niños, puedes hacer un pesebre de “buenas acciones”: coloca un trozo de papel que represente un poco de paja en el pesebre cada vez que realices una buena acción, para que la cuna esté llena de “calidez santa” para el Niño Jesús.

Algunos de los principales símbolos de esta época son las decoraciones y las luces, especialmente las que se colocan en el exterior de las casas. Al decorar tu hogar, reflexiona sobre el significado de las luces, que son más que simples objetos decorativos. Las luces, especialmente las velas, se han utilizado durante siglos en Navidad como símbolo de la estrella que guió a los pastores y a los reyes magos hacia el Niño Jesús. Tus luces pueden servir como testimonio de la “luz del mundo” que está por venir y que ya ha llegado.

Cada familia tiene sus propias tradiciones sobre cuándo armar el árbol y colocar los adornos. A algunos les gusta ir decorando poco a poco durante las semanas; otros prefieren hacerlo durante la Nochebuena. (Y si sientes que poner decoraciones demasiado pronto es inapropiado, ¡el Vaticano coloca su escena navideña, que incluye árboles y un pesebre, a principios de diciembre!)

Se dice que San Francisco de Asís fue quien creó el primer pesebre. Considera tener uno propio. Algunos lo colocan debajo del árbol, otros en una mesa. Algunas familias convierten el pesebre en una tradición y van agregando una figura nueva cada año.

Muchas familias preparan comidas especiales que solo sirven en Navidad. Mientras lo haces, aprovecha para recordar y rezar por todos los familiares que ya no están.

Quizás quieras empezar a crear algunas tradiciones nuevas y sabrosas. Puedes imitar la tradición anglicana y comenzar a hornear para las fiestas el último domingo antes del Adviento. Durante este día, se mezclaban los tradicionales pasteles de frutas y se dejaban “reposar” hasta Navidad. Esta práctica se inspira en una oración de la liturgia del día que dice: “Despierta, te suplicamos, oh Señor, la voluntad de tu pueblo fiel”. Puedes darle un nuevo sentido a esta tradición preparando y congelando porciones de masa para galletas que hornearás más adelante en el mes.

El Adviento es un tiempo de esperanza y paz en el que reafirmamos que “nada es imposible para Dios”, ni siquiera que una virgen dé a luz a un hijo. Durante este Adviento, busca la esperanza y renueva tu espíritu. Encuentra la Luz en todo lo que hagas, desde comprar regalos y enviar tarjetas hasta preparar comidas especiales y decorar la casa.

Este Adviento, prepara tu casa y tu corazón para la venida de Emmanuel, Dios con nosotros, Jesucristo.

‘No olviden que hay 65 millones de hispanos en este país, todos de origen católico, pero viven un cambio cultural tremendo’

By Marietha Góngora V. , OSV News

WASHINGTON (OSV News) – En la noche del pasado 16 de octubre en la nunciatura de la Santa Sede en Washington D.C., el Comité de Diversidad Cultural en la Iglesia de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) y el Subcomité de Asuntos Hispanos, en cabeza de su presidente el Mons. Oscar Cantú, obispo de San José; convocaron a líderes de organizaciones católicas y líderes de la pastoral hispana de las diferentes diócesis del país.

Esta jornada, en el marco del cierre del Mes de la Herencia Hispana, se llevó a cabo en medio de un ambiente festivo en el que el cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico de la Santa Sede en EE.UU., compartió una serie de experiencias y reflexiones de cara a esta celebración.

“Yo pienso que, en la pastoral hispana, en todos ustedes, siempre he encontrado algo especial. Yo he vivido 20 años de mi vida también en América Latina, en México y también en Cuba”, dijo en sus palabras de bienvenida el nuncio apostólico.

“Si hay algo que siempre me ha impresionado y que pienso que es algo que ustedes nunca deben perder es el entusiasmo para la misión”, expresó. “Eso ciertamente es parte de su ADN”.

Afirmando que, durante sus casi nueve años como nuncio en EE.UU., él mismo ha percibido un deseo de vivir la fe como misión, el cardenal Pierre dijo que no hay que perder la “experiencia misionera como miembros de la Iglesia a través de movimientos, a través de una formación” que muchos de los presentes habían experimentado.

Para el cardenal, el dinamismo propio de los fieles hispanos no se puede perder. “Hay que continuar ofreciendo (ese dinamismo) a la Iglesia de este país. Esa puede ser su contribución, la misión”, afirmó.

“El dinamismo, el método, la capacidad de preparar el V Encuentro. Eso fue muy bueno”, dijo el nuncio, con relación al proceso de muchos años del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina (V Encuentro) que incluyó una reunión nacional en Grapevine, Texas, en 2018, y cuyas conclusiones siguen dando frutos.

El nuncio subrayó que los líderes estaban también reunidos “para, finalmente, poner en práctica el Plan Pastoral (Nacional para el Ministerio Hispano/Latino)” que busca multiplicar las respuestas pastorales para hacer frente a las realidades de los hispanos católicos en EE.UU.

“El plan pastoral es un plan sinodal, ha sido un camino sinodal. Hemos caminado por meses, y meses, y meses para poder producir algo que corresponde a las necesidades de la cultura de hoy para poder evangelizar esta cultura, evangelizar a la gente”, destacó el nuncio, refiriéndose al plan de 10 años que fue aprobado por los obispos en 2023.

El cardenal instó a los presentes a no olvidar que “hay 65 millones de hispanos en este país, todos de origen católico, pero viven un cambio cultural tremendo”.

Según la Oficina del Censo del país, hoy en día hay más de 65 millones de hispanos que viven en EE.UU. El año pasado, un análisis de datos de Pew Research Center identificó que el número de Latinos sin afiliación religiosa ha aumentado, mientras que el porcentaje de Latinos que se identifican como católicos ahora representa un 43% de la población hispana.

El nuncio recordó que en la Conferencia de Aparecida del 2007, celebrada por CELAM en Brasil, “los obispos (de Latinoamérica y el Caribe) identificaron uno de los datos muy importantes del cambio de época, como lo dijeron ellos, fue la dificultad de transmitir la fe, la cultura de una generación a otra. Que no es solamente un cambio cultural de una generación a otra, es algo más profundo”.

El mundo ha cambiado, continuó el cardenal Pierre, agregando que innovar “es salir de nosotros mismos para (ir al) encuentro de las personas y entrar precisamente, provocar un nuevo encuentro que va a producir frutos nuevos. Eso es la cultura del encuentro. Esa es la nueva evangelización”, afirmó el representante de la Santa Sede.

Durante el encuentro, el nuncio destacó y agradeció la presencia de monseñor Bruce A. Lewandowski, C.Ss.R., obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Baltimore; monseñor Evelio Menjivar-Ayala, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Washington; monseñor Cristiano G. Borro Barbosa, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Boston y monseñor Luís Miguel Romero Fernández, M.Id, obispo auxiliar de la Diócesis de Rockville Centre en Nueva York.

Dirigiéndose a los líderes de organizaciones católicas y líderes de la pastoral hispana presentes en el evento, el cardenal Pierre dijo que se sentía “muy feliz de ver que cada uno de ustedes tiene responsabilidad en la Iglesia. Responsabilidad a nivel nacional, movimientos, grupos que también vienen de todos los lugares, del norte, del sur, del este, del oeste”, concluyó.

Por su parte, el obispo Oscar Cantú reflexionó sobre la presencia hispana/latina y los hallazgos fruto de los recientes estudios liderados por el equipo de esta secretaría y sobre la importancia de la inculturación en los procesos de la evangelización, tomando como ejemplo las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en 1531.

“Cuando los frailes tuvieron poco éxito en la evangelización, por más de 10 años, envió Dios a una mujer, a Su madre, a evangelizar. ¿Cuál fue la metodología que usó? Inculturó el mensaje del Evangelio a la cultura de ese momento y comenzó desde abajo, con los humildes, con un Juan Diego”, dijo el obispo Cantú.

El prelado recordó la iniciativa del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), de la Conferencia del Episcopado Mexicano y la Pontificia Comisión para América Latina de celebrar los 500 años de estas apariciones de la Patrona de las Américas con una novena intercontinental que inició el 12 de diciembre de 2022 y que finaliza justo el día en que se cumplen los cinco siglos de la llegada de la Virgen de Guadalupe al nuevo mundo.

Para el obispo Cantú, esta es una oportunidad para “fortalecer nuestra fe, nuestra devoción, nuestra Iglesia y nuestro poblado hispano. Qué bonito que podemos celebrar este mes de la hispanidad aquí, en la nunciatura, con estos anuncios. Entonces, les invito a todos ustedes, líderes de muchas personas, (a) fomentar esa invitación a vivir esta Novena Guadalupana”.

Por su parte, Alejandro Aguilera-Titus, subdirector de Asuntos Hispanos del Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia, dijo a OSV News, concluida la jornada, que notó que los asistentes se encontraban “con un corazón agradecido, abierto e inspirado. Nosotros esperábamos treinta personas y vinieron sesenta, veintiocho tuvieron que volar para llegar acá y muestra el cariño y el deseo que tienen de celebrar, de demostrar su aprecio, de seguir comunicándose con sus colegas a nivel del liderazgo nacional”.

“Fue maravilloso ver el nivel de interés que expresaron, el entusiasmo que hay y también querían saber cómo es que se está implementando el Plan Pastoral”, aseguró Aguilera-Titus en relación a un video que documentó cómo cuatro diócesis avanzan exitosamente en el proceso de implementación, material que pronto será publicado.

OSV, compañía católica que ha apoyado los esfuerzos del V Encuentro, está apoyando la creación de dicho recurso, y también fue “host” del evento del 16 de octubre. (OSV es la empresa matriz de OSV News y de la revista Our Sunday Visitor).

(Marietha Góngora escribe para OSV News desde Washington D.C.)

El Sínodo pide medidas rápidas para implicar a más personas en la vida de la Iglesia

Por Cindy Wooden
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – Las parroquias y las diócesis deben actuar rápidamente para dar vida a los órganos consultivos y a una amplia participación en la misión y el ministerio ya previstos por la ley eclesiástica si la Iglesia Católica ha de tener alguna esperanza de convertirse en una Iglesia más “sinodal”, dijeron los miembros del Sínodo de los Obispos.

“Sin cambios concretos, la visión de una Iglesia sinodal no será creíble y alejará a los miembros del Pueblo de Dios que han recibido aliento y esperanza del camino sinodal”, dijeron los miembros en el documento final que aprobaron el 26 de octubre.

El Papa Francisco convocó el sínodo en 2021, pidiendo a parroquias, diócesis y conferencias episcopales que celebraran sesiones de escucha antes de la primera asamblea sinodal en Roma en 2023. La segunda asamblea que tuvo lugar este año e incluye a la mayoría de los mismos miembros, comenzó con una Misa en el Vaticano el 2 de octubre.

El Papa Francisco habla a los miembros del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad después de que aprobaran su documento final el 26 de octubre de 2024, en el Aula Pablo VI en el Vaticano. (Foto CNS/Vatican Media)

Los miembros votaron sobre cada uno de los 155 párrafos del documento, en el que se hacían sugerencias y solicitudes al Papa Francisco que incluían proyectos a largo plazo, como continuar el discernimiento sobre la posibilidad de mujeres diáconos, la necesidad de reformar la formación en los seminarios y la esperanza de que más laicos participen en la selección de obispos.

Pero también incluían acciones que podrían y deberían ponerse en práctica inmediatamente, como contratar a más mujeres y laicos para enseñar en los seminarios o hacer que los obispos hagan obligatorios los consejos pastorales en todas las parroquias y que los párrocos se aseguren de que esos órganos sean realmente representativos de los miembros de la parroquia y de que él escucha sus consejos.

Los funcionarios del Sínodo afirmaron que todos los párrafos fueron aprobados por los dos tercios necesarios de los miembros del Sínodo presentes y votantes; 355 miembros estuvieron presentes y votaron, por lo que la aprobación requirió 237 votos. Un párrafo dedicado a aumentar el perfil de la mujer en la Iglesia recibió, con diferencia, el mayor número de votos negativos de todos los párrafos, con 97 miembros que votaron no y 258 que votaron sí. El apartado, que requería el 66 % de los votos, fue aprobado con el 72 %.

“En términos simples y concisos”, dijeron los miembros, “la sinodalidad es un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer la Iglesia más participativa y misionera, es decir, para hacerla más capaz de caminar con cada hombre y mujer irradiando la luz de Cristo”.

En una Iglesia sinodal, decía el documento, los miembros tienen funciones diferentes, pero trabajan juntos por el bien de todos los miembros y por la misión de la Iglesia.

Al igual que el informe de síntesis de la primera asamblea del sínodo de 2023, el documento final no utilizaba el término “LGBTQ” ni siquiera “homosexualidad” y sólo hablaba brevemente de la necesidad de llegar a las personas que “experimentan el dolor de sentirse excluidas o juzgadas a causa de su situación matrimonial, identidad o sexualidad”.

El documento se refería repetidamente a la “igual dignidad” de los hombres y las mujeres en virtud de su bautismo e insistía en que la Iglesia Católica necesitaba hacer más para reconocer las contribuciones de las mujeres a la vida y misión de la Iglesia y su potencial para ofrecer más.

“Las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de sus funciones en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia”, afirmó. “Esto va en detrimento del servicio a la misión compartida de la Iglesia”.

Los miembros del sínodo pidieron la “plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con el papel de la mujer”, y afirmaron que “no hay nada en las mujeres que les impida desempeñar funciones de liderazgo en las Iglesias: lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse”.

“Sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal”, dijeron. “Este discernimiento debe continuar”.

La pregunta sobre el diaconado femenino fue uno de los temas que el Papa Francisco asignó a los grupos de estudio la primavera pasada. Los miembros del Sínodo pidieron a la Secretaría General del Sínodo que siga velando por la calidad sinodal del método de trabajo de los grupos de estudio, que deben informar al Papa en junio de los temas en los que se han enfocado.

El proceso sinodal, decían los miembros, era una “llamada a la alegría y a la renovación del Pueblo de Dios en el seguimiento del Señor y en el compromiso al servicio de su misión y en la búsqueda de caminos de fidelidad”.

Pero el documento reconocía repetidamente el crimen y el pecado del abuso sexual clerical y del abuso de poder, e insistía en que el compromiso con la sinodalidad – en particular con aprender a escuchar y con las formas necesarias de transparencia y responsabilidad – eran esenciales para prevenir los abusos.
La sinodalidad, dijeron los miembros, “ayudará a superar el clericalismo entendido como el uso del poder en beneficio propio y la distorsión de la autoridad de la Iglesia que está al servicio del Pueblo de Dios. Esto se expresa especialmente en los abusos sexuales, económicos, de conciencia y de poder por parte de los ministros de la Iglesia”.

Las mujeres y los hombres laicos tienen muchos talentos que pueden y deben ayudar a los obispos y párrocos en el buen funcionamiento de sus diócesis o parroquias, expresaron los miembros del Sínodo. Aprovechar esos talentos puede ayudar a obispos y a sacerdotes, quienes a menudo se sienten sobrecargados de trabajo.

Cuando las leyes de la Iglesia exijan a los obispos que consulten a su consejo sacerdotal o pastoral, o a los párrocos que consulten al consejo parroquial, decía el documento, “no pueden proceder como si no hubiera tenido lugar”.

“Como en cualquier comunidad que vive según la justicia”, decía, “el ejercicio de la autoridad no consiste en la imposición arbitraria de una voluntad”.

Los miembros del Sínodo también dijeron que escuchar, consultar, orar y discernir antes de tomar una decisión no es el final del proceso. “Debe ir acompañado y seguido de prácticas de rendición de cuentas y evaluación en un espíritu de transparencia inspirado en criterios evangélicos”.

Garantizar la rendición de cuentas y la evaluación periódica del desempeño de todos los que ejercen el ministerio en nombre de la Iglesia “no es una tarea burocrática porque sí. Es más bien un esfuerzo comunicativo que se revela como una poderosa herramienta educativa para provocar un cambio en la cultura”, afirmaron los miembros del sínodo.

Un tema que suscitó debate durante el sínodo fue el de la autoridad de las conferencias episcopales nacionales, sobre todo en temas doctrinales.

Los miembros del Sínodo, en el documento final, pidieron que se estudiara el estatuto teológico y jurídico de las conferencias episcopales y que se definiera con claridad “el ámbito de la competencia doctrinal y disciplinar” de dichas conferencias.

Recordándolo como profeta de los pobres y desposeídos,México despide al padre Marcelo Pérez

Por David Agren
CIUDAD DE MÉXICO (OSV News) – El padre Marcelo Pérez, un defensor de los pueblos indígenas que dedicó su vida a la promoción de la paz quien fue asesinado hace unos días, fue enterrado en su tierra natal en medio de indignación y reclamos de justicia.

El padre Pérez, sacerdote de origen tzotzil de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, fue recordado por proteger a los pobres y desposeídos, al tiempo que buscaba el diálogo cuando era posible y denunciaba siempre la injusticia en una región cada vez más violenta.

“El padre Marcelo cuidaba especialmente de los más pobres, de los más débiles, de los más desprotegidos y los cuidaba de la gente abusiva, de la gente poderosa, de la gente que se siente dueña de la sociedad y de la tierra y que no me importa dañar la vida del prójimo para enriquecerse o para adquirir mayor poder político para adquirir todo lo que ellos quieren”, dijo el obispo emérito de Saltillo, José Raúl Vera López, durante una emotiva Misa al aire libre a la que asistieron cientos de pobladores en San Andrés Larrainzar.

Dolientes rodean el féretro del padre Marcelo Pérez durante su entierro en San Andrés Larrainzar, en el estado sureño de Chiapas, México, 22 de octubre de 2024. El padre Pérez, que ejerció su ministerio en regiones indígenas plagadas de conflictos territoriales y posteriormente denunció la violencia de los cárteles de la droga, fue asesinado a tiros el 20 de octubre cerca de la iglesia de Guadalupe en San Cristóbal de las Casas. (Foto OSV News/Gabriela Sanabria, Reuters)

“Él se preocupó especialmente de las personas que eran dañadas en su dignidad, en el trato injusto de parte de autoridades o de parte de personas abusivas. Esto, queridas hermanas y queridos Hermanos Es lo que nos dice hoy el Señor Jesucristo”, dijo monseñor Vera, quien era obispo coadjutor en San Cristóbal de las Casas cuando el padre Pérez ingresó al seminario menor.

“Esta es la razón por la que él murió con su palabra de profeta, que es Palabra de Dios”.
Los dolientes en su entierro gritaban: “¡Viva el padre Marcelo!” y “Marcelo, amigo, el pueblo está contigo”.

Pero el impacto de la muerte del padre Pérez golpeó duramente a los habitantes de Chiapas y suscitó la condena generalizada de los católicos de todo el país, así como de muchos miembros de la sociedad mexicana. El padre Pérez había sufrido amenazas e intentos de asesinato por su labor como mediador en conflictos, atendiendo a víctimas de la violencia y enfrentándose a jefes políticos y grupos criminales.

Su asesinato se produjo en una época en que el estado mexicano de Chiapas – el cual ha sido asolado por la pobreza, la desigualdad y la discriminación de los grupos indígenas durante mucho tiempo – se convulsionó por la violencia de los cárteles de la droga, que han hecho huir a cientos de personas a la vecina Guatemala.

El padre Pérez fue asesinado a tiros tras celebrar Misa en San Cristóbal de las Casas el 20 de octubre. Las imágenes de las cámaras de seguridad mostraron al sacerdote saliendo de la iglesia, subiendo a su coche y siendo asesinado a balazos a través de la ventana por un agresor que huyó del lugar.

El gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, anunció el 22 de octubre que se había detenido a un sospechoso. La presidenta Claudia Sheinbaum anunció ese mismo día que la fiscalía federal investigaría el crimen.

Sheibaum, quien asumió el cargo el 1 de octubre, aprovechó su conferencia de prensa matutina del 22 de octubre para destacar la encuesta de “percepción social de Inseguridad” del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que mostró una mejor situación de seguridad.

“En el país la gente se siente más segura que en el 2018” – cuando su predecesor y mentor, el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo – e incluso más “que en el 2013”, dijo.

Con referencia a la situación en Chiapas, ella dijo que “es importante trabajar para que no vuelva a ocurrir una situación así y que no haya desplazamientos y pacificar, y evitar extorsiones y delitos que se están presentando”.

La reacción de la presidente reflejó una tendencia del partido gobernante, Morena, a restar importancia a la violencia, incluso cuando ésta se extiende a zonas del país antes consideradas como plácidas.
El padre Pérez, sin embargo, se pronunció sobre la violencia en Chiapas a lo largo de su sacerdocio – y especialmente cuando la violencia se intensificó en ese lugar.

Le dijo a los periodistas que cubrían una marcha por la paz convocada el 13 de septiembre por las tres diócesis católicas de Chiapas que, en muchas comunidades y municipios, la violencia es realmente insoportable.

El padre Pérez nació en San Andrés Larrainzar, un pueblo indígena tzotzil (tsotsil) conocido por los Acuerdos de San Andrés firmados en 1996 por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el gobierno mexicano tras un levantamiento de los zapatistas por los derechos indígenas.

Ingresó en el seminario menor siendo adolescente y fue ordenado sacerdote en 2002. Era un sacerdote indígena poco frecuente en una diócesis con más de 400 diáconos indígenas casados, que fueron ordenados por el obispo Samuel Ruiz García – que promovió una iglesia autóctona en Chiapas – para atender mejor a comunidades remotas sin sacerdotes.

El padre Pérez sirvió al principio de su sacerdocio en el municipio de Chenalhó, escenario en 1997 de una tristemente célebre masacre en Acteal de un grupo católico pacifista conocido como Las Abejas, que se cobró 45 vidas. Pero después de ocho años en la dividida comunidad, logró la participación comunitaria “sin diferencia de ideología o de postura política en las asambleas litúrgicas y en la forma de formación”, dijo a OSV News el padre jesuita Pedro Arriaga.

Más tarde trabajó para encontrar la paz durante su siguiente asignación en Pantelhó, donde un grupo armado se sublevó contra un “strongman” local, lo que llevó a que se emitiera una orden de arresto en su contra.

Siempre luchó por la paz, pero no sin riesgos. Unos presuntos asesinos manipularon el sistema eléctrico de su coche para que explotara, pero no funcionó, según el padre Arriaga. En otra ocasión le aflojaron las ruedas. Le instaron a abandonar la diócesis, pero el padre Pérez se negó a huir.

“Había amenazas por tanto tiempo”, dijo el padre Arriaga, antiguo portavoz diocesano en San Cristóbal de las Casas.

Recordó al padre Pérez como “un profeta”, describiéndolo como “siempre del lado de los pobres. Muy radical y sin tener miedo a hacer declaraciones a la prensa”.

“Él consideraba la muerte como una posibilidad por estar denunciando esta situación”.

(David Agren escribe para OSV News desde la Ciudad de México.)